Charlamos con Juan Naranjo autor del excelente cómic "Mariquita"
Especiales / Juan Naranjo

Charlamos con Juan Naranjo autor del excelente cómic "Mariquita"

Joan S. Luna — 13-01-2021
Empresa — Sapristi
Fotografía — Hugo López Lobato

Juan Naranjo –conocido en Internet como Juanito Libritos– da un paso adelante y se expone como nunca en “Mariquita” (Sapristi, 20), uno de esos cómics que debería cambiar la forma que muchos tienen de entender el mundo, un mundo en el que hay quien no puede siempre mostrarse como es. Por suerte, las cosas están cambiando y obras como “Mariquita” ponen su grano de arena.

Me ha encantado “Mariquita”, sobre todo por la sinceridad con la que cuentas todos los episodios importantes de tu vida. En cierta manera, me ha recordado a lo que hizo Aitor Saraiba en algunos de sus grandes títulos. ¿Había otra forma posible de dejar salir todo esto fuera?
Soy un gran admirador de Aitor Saraiba y su “El hijo del legionario” fue una de las obras que más me inspiraron a la hora de plantear mi libro. También me inspiraron mucho “El bebé verde” de Roberta Marrero, “¿Y ahora qué?” de Mari Andrew, “Para acabar con Eddy Bellegueuelle” de Édouard Louis o “El amor del revés” de Luisgé Martín. Me encanta dejar clara la influencia que las obras de estos autores han tenido en la mía porque, de alguna forma, demuestra que el ejemplo de unos puede inspirar y animar a otros. Creo que es inevitable dejarse influir por lo que uno consume como lector para, después, meterlo en una batidora y hornearlo a tu forma. En “Mariquita” hablo de cosas muy personales –algunas muy dolorosas, pero otras también muy tiernas y divertidas– y la escritura ha sido esencial en mi vida, primero refugio y después válvula de escape. No sé si se me da bien o mal, pero es mi única forma de expresión.

Por otro lado, hay una colisión de “Juanitos” en “Mariquita”. Me explico. Se trata de una especie de cruce de caminos entre Juanito Naranjo el niño y el hombre que pasaron por todo eso, Juan Naranjo el profesor, Juanito Libritos el booktuber y Juan Naranjo, autor del cómic. ¿Cuál de ellos continúas siendo ahora que el cómic ya está en la calle?
En la historia de todos conviven roles distintos y momentos personales tan diferentes que acaban siendo casi irreconocibles. Podría decirse que en “Mariquita” he volcado todos estos Juanes distintos y los he expuesto ante el público. Yo soy solo Juan, a secas, con distintas camisetas según quién vaya a tener delante. Soy una persona muy sencilla y muy poco misteriosa, la verdad.

¿Cuánto tiempo te ha llevado crear “Mariquita”? Y me refiero a dos etapas distintas. La primera va hasta el momento en el que decides que harás un cómic así; la segunda el proceso desde que escribes la primera palabra o haces el primer dibujo y acabas el cómic.
“Mariquita” siempre había estado en mi cabeza (de hecho, de vez en cuando, miraba en Internet por si alguien se había adelantado y me había robado el título), pero nunca me veía lo suficientemente formado como para que en el papel se plasmase lo que había en mi imaginación. Fue hace cuatro o cinco años cuando me vi con las lecturas suficientes para intentarlo y con la estabilidad económica y laboral suficiente para permitírmelo. Cuando me puse manos a la obra me di cuenta de que muchos de mis textos eran demasiado duros y oscuros, y fue cuando me planteé acompañarlos de ilustraciones que los iluminasen, compensasen esa dureza y ofreciesen al lector un cierto alivio. El problema es que no cogía un pincel o un lápiz desde que estaba en el instituto… Así que me armé de valor y me apunté a clases para aprender a pintar con acuarela. Después de un par de años de aprendizaje me sentí lo suficientemente preparado como para ilustrar el libro con la estética que yo quería, y fue cuando empecé a unir el armazón literario con las ilustraciones. De la primera lámina a la última tardé un año, trabajando en él a diario, todas las tardes al volver del trabajo.

"Hice el libro sin pensar en si tendría tirón comercial o en cuál sería el público potencial o en qué sección de las librerías estaría. Hice lo que quise hacer y justo como quería hacerlo"

Imagino que, al abrirte tanto en esta obra, era totalmente imprescindible que los dibujos fuesen los tuyos y los que han sido. No había lugar para que un dibujante reconocido se encargase de ellos. ¿Es así?
No me lo planteé en ningún momento. Hice el libro sin pensar en si tendría tirón comercial o en cuál sería el público potencial o en qué sección de las librerías estaría. Hice lo que quise hacer y justo como quería hacerlo. Y aprendí y me divertí mucho en el proceso. Si hubiese escrito un guion de ficción pues podría haberme planteado que lo ilustrase otra persona… Pero mi historia tenía que ser mía en todos los sentidos. Esta historia se tenía que contar con mi voz: por eso está manuscrito, por eso tiene imperfecciones y por eso los dibujos son tan sencillos. Prefería algo imperfecto pero honesto y personal.

Con ello consigues que el contraste entre lo que dibujas y lo que cuentas sea más crudo todavía. ¿Era la intención o era más porque tenías que tener el control total sobre tu trabajo?
No voy a negar que me cuesta delegar, la verdad… Pero también soy una persona que admira y reconoce mucho el trabajo ajeno. Si “Mariquita” lo hubiese ilustrado alguien reconocido seguramente habría quedado un libro más vendible, más perfecto y más bonito, pero ya no sería mi libro ni mi historia. Este libro no es un encargo: este libro es la historia de mi vida, la narración de lo que me ha pasado hasta ser quién soy. No creo que hubiera sitio para una segunda voz en este proyecto.

Imagino que uno de los momentos más complicados a la hora de crear un cómic como “Mariquita” es recordar nuevamente los momentos más complicados por los que has pasado. Algunos músicos consideran que escribir canciones sobre esos momentos funciona a modo de exorcismo. ¿Has sentido algo parecido a la hora de recuperar esos momentos y contárselos al mundo?
No estoy seguro. A veces me parece que me he quitado un peso de la mochila y que, al compartirlo, pesa menos. Otras veces me parece que me he abierto tanto que lo que hasta hace un mes era íntimo y secreto ahora está al alcance de cualquiera que lea mi libro… Por lo que esas vivencias que eran ya algo del pasado vuelven a estar muy vigentes y vuelven a ser parte de las conversaciones a mi alrededor. Por desgracia no creo que escribir sobre ello me reconcilie con el pasado o me haga pasar página. Lo que sí que creo es que, de alguna forma, este libro le dice a mi pasado que ya no va a tener más trascendencia en mi día a día.

Es muy posible que “Mariquita” sirva como punto de referencia para gente que haya pasado por experiencias similares o las esté pasando ahora mismo. ¿Conseguir algo así ha sido un punto clave para ti?
Sí, desde luego. Uno de mis objetivos es recordarle al mundo lo que nos hicieron a generaciones de niños y adolescentes LGTBI. Otro, hacerle ver a las personas que puedan estar sufriendo de algún tipo de acoso o marginación que la cosa mejora, que hay luz al final del túnel y que seguro que acaban encontrando su lugar en el mundo, su círculo de confianza y su espacio seguro.

Independientemente de lo que me has contestado al principio, me gustaría saber cuáles pueden haber sido los referentes que tú tuviste en tu momento para utilizar el cómic como vía para dejar salir todo lo que cuentas.
Yo descubrí los cómics vergonzosamente tarde. Durante mucho tiempo caí en ese error que pone las novelas en un escalón por encima de los cómics. Durante mi adolescencia y juventud no leía cómics, fue un vicio adquirido con cerca de treinta años. Me da mucha pena haber perdido tantos años de cómics, y también un poco de vergüenza. Creo que era víctima de unos prejuicios sobre este género que ahora veo muy fácilmente en otros lectores. Por eso creo que es importante que hablemos más de cómics desde los espacios que tengamos, porque creo que para muchos potenciales lectores es un mundo muy desconocido que siguen vinculando con un nicho o una temática muy concreta. Yo, desde los dieciséis, leí mucho a Terenci Moix, a Antonio Gala, a Boris Izaguirre, a Luis Antonio de Villena, a Truman Capote o a Jaime Gil de Biedma, pero los cómics, por desgracia, llegaron a mi vida mucho más tarde.

La mayor parte de la gente te conoce como booktuber, así que es evidente que eres diestro para resumir las virtudes de los libros ajenos. Pero ahora te ponemos en un aprieto. ¿Cómo resumirías las virtudes de “Mariquita” y qué crees que podrías haber hecho mejor ahora que está en las librerías y en las casas de la gente?
Tengo clarísimo que la principal virtud de “Mariquita” es que es un libro que te hace reír y que te hace llorar. Creo que despertar reacciones físicas en un lector no es nada fácil y muchísimos de los mensajes que me llegan coinciden en esta dicotomía de que todavía se estaban secando las lágrimas de una página cuando a la siguiente les sorprende una carcajada. Con respecto a qué podría haber hecho mejor… Pues seguramente la letra (risas). El libro es realmente manuscrito: lo que se lee es lo que yo escribí con un Rotring encima de cada página (mi editor aún tiene pesadillas con este asunto). No hay apenas retoques, modificaciones o correcciones. Pero… bueno, la caligrafía no es mi fuerte aunque me tuviesen hasta 8º de EGB haciendo Cuadernillos Rubio para llevarme al buen camino.

"Creo que tenemos que pasar de no ser LGTBIfóbicos nosotros mismos a no permitir la LGTBIfobia en nuestra presencia. Ese es el siguiente paso"

Igual resulta muy complicado, pero ¿cuándo eras jovencito y pensabas en cómo te gustaría que fuera tu vida una vez superados los problemas, esperabas que fuera algo parecido a lo que es a día de hoy?
Recuerdo que quería un trabajo que no requiriese demasiado esfuerzo físico, en el que no llevase uniforme y en el que no me manchase: en eso sí me ha ido bien. Por lo demás… pues seguramente imaginaba una vida más emocionante que la de un profesor de provincias. Pero bueno, no me quejo.

En algunos momentos de “Mariquita” hablas sobre tus ídolos musicales de juventud y las canciones que te ayudaron. Muchas veces he pensado que las canciones han sido uno de los motores de grandes cambios en la gente, sin que quizás lo pretendiesen. ¿Qué te aportaron a ti?
Rebeldía, empoderamiento, conocimiento de otras realidades distintas a la que vivía yo, sueños de éxito y grandeza. El pop ha sido una fábrica de sueños para mi vida y la de muchos. Por eso me gustan tanto los musicales, porque introducen en la vida cotidiana la magia de la música de forma que esta pasa de ser una experiencia personal e íntima a un evento compartido, coreografiado y catártico.

Y para no marearte más, una última pregunta. ¿Cuál crees que es la barrera más alta que todavía debe derribarse por lo que respecta a la homofobia a día de hoy?
Creo que tenemos que pasar de no ser LGTBIfóbicos nosotros mismos a no permitir la LGTBIfobia en nuestra presencia. Ese es el siguiente paso. No sólo “no ser homófobo” –que es algo que se presupone de cualquier persona decente– sino ser, activamente, “antihomófobo”.

 

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