Si quieres leer la primera, segunda y tercera entrega de esta serie lo puedes hacer en este mismo link.
Calaca, un sueño hecho realidad, una travesía en velero por el océano Atlántico.
Cuarenta días han pasado ya desde que zarpamos de Barcelona, ya han pasado bastantes cosas de todos los colores, pero lo más importante es que estamos bien, que mañana zarpamos a cruzar el charco y, sobretodo, que la música ya es parte del viaje en todo su esplendor.
Aquí en Mindelo he tenido la gran suerte de contar con la colaboración de Mamadu, un senegalés que hace diecisiete años que llegó a las islas, un cantante impresionante que ha dejado huella. A su lado Dembelé, con su cora, una cora más roots, más originaria, con menos cuerdas y más pequeña que la que normalmente había visto, un sonido muy tradicional, no en balde Mamadu es un "griot", una persona de familia de griots, trovadores africanos, que generación tras generación van transmitiendo historias, personas elegidas a las que les está permitido hacerlo. He tenido el honor de poder cantar con él y aunque al principio estaba un poco cohibido al final me ha animado a cantar... y bueno, creo que no lo he hecho tan mal, al menos me ha salido la voz, cosa que al principio al oír su torrente vocal no creía posible.
Aquí en Cabo Verde también he podido grabar el instrumento oficial, el cabaquinyo. Samuel, un chico joven se pasó por el barco a tocar. Con él, igual que con Mamadu, grabamos la colaboración en la canción principal del viaje, el reggae "This is my dream" para más tarde improvisar un poco, él con su cabaquinyo y yo con mi guitalele, hasta llegar a una hermosa armonía que ha quedado registrada y seguro formará parte de alguna de las canciones finales.
Para finalizar con las grabaciones ha visitado el barco Lulu Monteiro, una especie de Frank Sinatra caboverdiano con una voz hermosa cantada en un perfecto inglés; escucharla te llevaba a otros tiempos. Todo un personaje que ha pasado gran parte de su vida entre Australia y estas islas.
Grabar en el barco a veces no es fácil, la conexión con los músicos no es siempre tan obvia y a veces cuesta entrar en sintonía. A veces piensas que no va a llegar el momento, aunque hasta ahora siempre ha llegado. En un periodo de tiempo muy corto, en unas horas, has de conocerte un poco, o hay amor a primera vista o toca remar para después grabar también no con mucho tiempo.
Pero vaya, creo que también en eso reside la magia de este proyecto, en que son chispas, fogonazos sonoros que van construyendo una idea conjunta, no sé si mejor o peor que de otras maneras, pero esta es la de este viaje y por el momento ya le voy tomando el pulso.
Próxima parada, Martinica, entre medio, casi tres semanas en alta mar. Si Neptuno y Eolo lo permiten, me servirán para componer gran parte de lo que puede llegar a ser el álbum del viaje.
Deseo con toda mi alma que estos días frente al inmenso océano, donde uno se encuentra a si mismo, tenga la posibilidad de reflejar en las canciones todo mi proceso interno.
2100 millas, un océano y un puñado de canciones. Here we go!
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