Retrovisor: Big Black
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Retrovisor: Big Black

Marcos Gendre — 09-01-2020
Fotografía — Archivo

Origen: Evanston, Illinois, Estados Unidos. Años en activo: 1981-1987 y 2006 (reunión)

El pasado 24 de diciembre de 2019, Dave Riley falleció a causa de un cáncer de laringe. Fue en los años ochenta cuando, junto a Santiago Durango, Steve Albini y una Roland Tr-606, formó parte de Big Black: una apisonadora de frenopático.

Nada mejor para empezar que las contundentes declaraciones de Riley a Melody Maker en 1987. "Cuando escucho la palabra ‘violencia’, pienso en ‘victima’. Cuando pienso en ‘agresión’, pienso en ‘intensidad’. Big Black es intensidad”. Enmascarado bajo pintas redneck de instituto y recurrentes inclinaciones a empinar el codo, Riley fundió su bajo en la trepanación sísmica de la Roland que acompasaba los volantazos eléctricos ejecutados por Durango y Albini, verdugos de unas guitarras que sonaban como mordiscos a degüello. Post-hardcore caníbal al que Riley dotó de funk atómico, imposible de bailar sino era desde la enajenación del pogo. No es ninguna casualidad que, entre versiones a sus admirados Wire o Krafwerk, el trío de Chicago también reinterpretara canciones de James Brown (impagable su versión de “The Big Payback”), Cheap Trick (“He’s A Whore”) y las Mary Jane Girls (“In My House”). Pero hasta llegar a esta fórmula, Big Black tuvieron que evolucionar rápidamente desde su quilómetro cero, con el EP 'Lungs' (82), donde un solitario Albini dispuso las líneas maestras de un sonido, aún esquelético, al que en sus siguientes pasos Durango y Riley aportaron el músculo que hizo de epés como 'Bulldozer' (83) y 'Racer X' (84) un díptico esencial de su cuaderno de bitácora. A través del mismo, refuerza características básicas de su estilo, tal que uno de los odios más evidentes de Albini. "Odio la voz humana. Nuestra idea es alterar mi voz todo lo posible y luego sepultarla al final de la mezcla”, llegaría a declarar el propio Albini en 1987.

A pesar de las virtudes vislumbradas en cada nuevo paso discográfico del grupo y en temas suicidas como “The Ugly American”, nadie podía esperarse un salto cualitativo tan vigoréxico como 'Atomizer' (86). Sin embargo, la contraportada de 'Racer X' ya lo advertía por medio de un mensaje profético, que cumplieron con creces. “The next one’s gonna makes you shit on your pants” (con el próximo te cagarás por los pantalones). Literal. Solo por 'Kerosene', su primer álbum debería ser considerado piedra filosofal de las teorías post-hardcore, seis minutos de agresión constante que suenan a continuación exasperada del 'Something To Do' de Depeche Mode. Las arremetidas nucleares del bajo de Riley en esta canción son el punto álgido de la cosmología Big Black. Sin embargo, el resto del álbum no le iba a la zaga. Atrocidades como 'Passing Complexion' o 'Jordan, Minnesotta' hacen que adalides del post-hardcore siglo XXI, como Idles O Fucked Up, suenen a hermanitas de la caridad.

La agresión interina de cada inflexión vocal, rítmica o eléctrica del disco viene dictaminada por la misma esencia cancerígena de los mensajes encriptados en canciones donde se pasean seres sádicos, alcóholicos, psicópatas y asesinos a sueldo. Como el propio Albini llegaría a reconocer para 'Nuestro grupo podría ser tu vida', de Michael Azerrad: “Son estudios elípticos de tipos espeluznantes como adictos al crack, abusadores de niños e, incluso, un individuo que vive en un agujero” [como en 'Live In A Hole', perteneciente a 'Lungs'].

Disco Imprescindible:

"Songs About Fucking" (1987)

Dicha predisposición hacia el lado oscuro del sueño americano floreció, incluso, más asilvestradamente en 'Songs About Fucking', un trabajo en el que también subrayan de forma evidente su inclinación hacia la aceleración desbocada, en sprints esquizofrénicos como 'Pavement Saw', 'Fish Fry' o la brutal 'L Dopa', que como explicaba Albini a la salida del disco: “Es sobre la epidemia de la enfermedad del sueño que ocurrió en 1926. Es una historia real que leí en un libro llamado 'The Awakening', escrito por el Doctor Oliver Sachs: el responsable de despertar a toda esta gente de sus profundos sueños. Algunos de estos se despertaron más allá de 1965, encontrándose a sí mismos como gente vieja. Su vida entera se había perdido. Toda esta gente acabó de dos maneras: suicidándose o pidiendo que los mataran. Acabaron tan jodidos que no eran capaces de salir adelante”. 'L Dopa' no es más que uno de las inmersiones hacia las profundidades del horror, en unas letras en las que H.P. Lovecraft ha sido apresado en la demencia de enfermedades incurables y toda inclinación hacia la visión de la vida desde los ojos de un perturbado mental. No hay escapatoria en un conjunto de arremetidas que atenazan desde sus articulaciones y se cuelan en el subconsciente en forma de pesadillas escabrosamente reales.

Tras la publicación en 1987 de 'Song About Fucking' y 'Headache', su EP más redondo, Big Black terminaron con sus hostilidades. Las cogorzas de Riley en pleno directo y la propia devastación emocional generada por su sonido fueron razones básicas en el cierre a una experiencia al límite de la que surgió la rama más virulenta de la escena post-hardcore. Grupos como Unsane, Bastro y The Jesus Lizard les deben tanto como todos los que encontraron placer dentro del sadismo mediante el que sellaron una fórmula jamás igualada.

Una versión

Dentro de todas las canciones ajenas que Big Black pervirtieron, la más famosa es 'The Model', de Krafwerk. Sin embargo, la más sentida y representativa es 'Heartbeat', de Wire, su máxima influencia, publicada en 1987 como siete pulgadas. La complexión mecánica de su anatomía rítmica es una de las señas de identidad de Big Black. Y en su versión alcanza el súmmum de la ira albiniana por medio de un crescendo de tal violencia que acaba denigrando a anécdota la versión que R.E.M. hicieron de 'Strange', otro clásico de Wire, en 'Document' (1987). No es ninguna casualidad que en uno de los conciertos que Big Black ofreció en Londres durante su gira de europea de 1987 miembros de Wire, como Bruce Gilbert y Graham Lewis, se les unieran para interpretarla en directo. Sin duda, una de las reuniones más intensas que nos haya proporcionado nunca la liturgia punk.

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