Entrevistamos a Albert Monteys por su cómic "Matadero Cinco"
Especiales / Albert Monteys

Entrevistamos a Albert Monteys por su cómic "Matadero Cinco"

Joan S. Luna — 24-12-2020
Empresa — Astiberri
Fotografía — Viñeta del cómic

Aunque su carrera haya dado un vuelco durante los últimos años, Albert Monteys lleva muchísimo tiempo siendo uno de los nombres imprescindibles de la historieta española. Solo que ahora el resto del mundo lo ha descubierto gracias a “Universo”, pero sobre todo gracias a la fantástica adaptación que, junto al guionista Ryan North, firma del clásico de Kurt Vonnegut, “Matadero cinco o la cruzada de los niños”, que da nuevos aires a una obra maestra indispensable y que publica Astiberri. Mejor cómic internacional 2020 para MondoSonoro.

Analizando tu trabajo desde fuera, es evidente que solamente podrías haber llegado hasta este trabajo conjunto con Ryan North tras haber trabajado en tu propio “Universo”. Podríamos interpretar que ahí se abrió una nueva etapa en tu carrera. ¿Qué crees que ocurrió exactamente?¿Qué pasó por tu cabeza para dar un salto hacia adelante?
Lo cierto es que, si no hubiera entrado a trabajar en El Jueves en el año 1996 mi carrera hubiera sido, seguramente, muy distinta. “Universo” entronca con “Calavera Lunar” que es el cómic que hice justo antes de entrar en el semanario de humor. Ahí me curtí como humorista gráfico, cosa que disfruté muchísimo, pero al precio de renunciar al tiempo para desarrollar historias más personales. Cuando muchos dibujantes abandonamos la revista, porque el dueño de la editorial escondió una portada, a mí me pilló en un momento de “ahora o nunca”. Perdí un trabajo pero gané la libertad de experimentar con otras facetas de mi trabajo que habían quedado indefinidamente pospuestas a cambio de la estabilidad de una publicación regular. Tuve suerte, “Universo” funcionó muy bien e hizo que mi trabajo llegara a muchísimas partes.

Siempre se ha dicho que, en el cine, los actores de comedia o las comedias en general solían menospreciarse en favor de los dramas y las actuaciones dramáticas. ¿De algún modo has pasado por algo parecido en el mundo del cómic?
Tengo que decir antes que nada que nunca me he ganado mejor la vida que trabajando de humorista en “El Jueves”. El humor es el auténtico mainstream español (a Mortadelo me remito) y lo que consumen los lectores que no son conocedores del mundo del cómic. Aunque yo siempre me he sentido bien tratado por la crítica, incluso en mis etapas más dadas al humor, lo cierto es que el respeto institucional (lo que podría traducirse en premios o presencia en medios) sube muchísimo cuando uno aborda proyectos más serios. Hay una cierta distancia entre lo que nos gusta leer y lo que nos gusta mostrar como canon de calidad y es posible que en el mundo del cómic lo que se acerque a las artes más establecidas (bellas artes en general o literatura) se tienda a mostrar más porque seguimos teniendo ciertos complejos.

Siendo un dibujante que ha trabajado con sus propias historias, ¿qué te animó a trabajar con Ryan North?
La propuesta de dibujar “Matadero Cinco” me llegó cuando el guión ya estaba prácticamente terminado. Lo cierto es que mi primera reacción cuando me dijeron de qué libro se trataba fue decir que era una obra inadaptable. Por suerte me leí el guión antes de decidirme. Ryan abordó la historia como si se hubiera escrito originalmente para ser un cómic y dio en el clavo con todas las decisiones estéticas, narrativas y literarias. En resumen, lo que me animó a trabajar con Ryan North es que su guión de “Matadero Cinco” era maravilloso, mantenía el espíritu del libro y le faltaba al respeto en los puntos necesarios.

"Mientras lo dibujaba tenía la constante sensación de estar convirtiendo una de las obras más evocadoras que jamás he leído en una mera anécdota sin valor"

¿Y qué tal ha sido la experiencia de trabajar con un guionista?¿Ha sido complicado sacarte de encima vicios de trabajar en solitario o llegar a acuerdos en favor de la historia?
Soy un dibujante muy disciplinado. Cuando dibujo mis propias historias tengo muy separados los trabajos de guionista y dibujante (y no me pongo dibujar hasta tener la historia bien cerrada), de manera que no me resultó difícil adaptarme a trabajar con Ryan. Creo que, además, el hecho de que la lectura de Kurt Vonnegut fuera central en mis años de formación, una de mis principales influencias, y que Ryan lo entendiera de la misma manera que yo, hizo que el guion no me resultara nada ajeno. Cuando quería cambiar, añadir o contar algo de una manera ligeramente diferente lo comentaba y siempre vimos las cosas igual. Es posible que yo nunca me obligara a mi mismo a dibujar una panorámica de Dresde a doble página, pero eso es porque soy un dibujante perezoso.

Puestos a hacer una primera obra juntos, ¿cómo se os ocurrió atreveros con un  clásico del calibre de “Matadero Cinco”?
La propuesta, tanto en su caso como en el mío, vino de Sierra Hahn, la editora de Archaia. Cómo se les ocurrió contar conmigo es el gran misterio, y nunca les estaré lo bastante agradecido. En todo caso, hablándolo después con Ryan, los dos nos aproximamos al proyecto con el pánico de no querer ser los que estropearon la obra de Vonnegut. Creo que ese amor por el original, esa devoción, hizo que midiéramos mucho cada paso.

Imagino que, antes de poneros a trabajar juntos, debisteis debatir bastante sobre cómo enfrentaros a la novela. ¿Es cierto o me equivoco?
Te equivocas. De hecho he hablado mucho más con Ryan después de dibujar el libro que mientras lo hacía.

"Estoy más orgulloso de las páginas en las que se cuenta algo con un gesto o un silencio que de haber dibujado páginas más formalmente complejas"

Uno de los mayores aciertos que le veo a vuestra adaptación es la capacidad de mantener el complicado espíritu de la obra original, esa mezcla de humor, drama, ironía y humanismo que destila la novela de Vonnegut y que vosotros habéis sido capaces de reproducir. Algo me dice que, para vosotros, algo que podría haber sido muy complicado ha resultado bastante sencillo. ¿Es posible?
Creo que una vez encontramos el tono, todo salió de una manera bastante natural. Esto puedo decirlo ahora que el cómic ya está publicado y las críticas son positivas porque mientras lo dibujaba tenía la constante sensación de estar convirtiendo una de las obras más evocadoras que jamás he leído en una mera anécdota sin valor. El cerebro te hace estas cosas. En todo caso, durante la producción de un cómic de esta envergadura siempre llega un momento en el que las opciones son hundirse o desoír las voces de tu cabeza, seguir dibujando y que sea lo que dios quiera.

En cambio, enfrentándolo a la novela de Vonnegut –si es que eso es necesario–, diría que la parte visual nos descubre lo que está ocurriendo en la cabeza del protagonista antes que en el libro. ¿Lo ves de un modo parecido?
Los mecanismos de lenguaje que se utilizan en una y otra versión para hablar del tiempo y la memoria son distintos y, en ese sentido, es probable que nuestra versión, más visual, resulte algo más directa. Lo bueno es que, si uno lo piensa, la percepción del tiempo que se transmite en el libro se acerca bastante a la definición de un cómic. Lo que descubrimos haciendo el libro es que el lenguaje de la historieta era perfecto para contar esta historia.

Se ha dicho ya que la vuestra es una de las mejores adaptaciones al cómic que se han hecho recientemente de una novela. ¿Cómo lo ves desde tu perspectiva?¿Qué crees que es lo que habéis hecho bien para que nos guste tanto a quienes lo leemos?
Creo que la llave está en esa idea primera de Ryan, contar la historia como si se contara por primera vez en forma de historieta y, en consecuencia, usar a fondo el lenguaje propio del medio para transmitir todas las ideas del libro de Vonnegut. Tuvimos la suerte, además, de conseguir capturar ese espíritu, muy volátil, muy sutil, que contiene una tristeza muy profunda, un sentido del humor muy afilado y un humanismo a prueba de, me disculpo de antemano, bombas. Estoy más orgulloso de las páginas en las que se cuenta algo con un gesto o un silencio que de haber dibujado páginas más formalmente complejas.

"Nunca me he ganado mejor la vida que trabajando de humorista en “El Jueves”.

“Matadero Cinco” es una novela que permite trabajar con escenarios muy distintos, desde lo bélico hasta la ciencia ficción. ¿Qué partes te han resultado más sencillas y dónde han estado tus mayores retos como dibujante?

Posiblemente lo más difícil es conseguir que segmentos tan dispares sigan pareciendo parte del mismo libro. Obviamente el reto técnico de las secuencias históricas, un tipo de cómic al que nunca me había enfrentado, me supuso más de un quebradero de cabeza, pero conseguir que todo fluyera fue lo que requirió más planificación. Mi idea durante todo el libro era que mi dibujo se asemejara de algún modo a la prosa de Vonnegut y que contara lo suficiente con pocos artificios.

Albert Monteys Matadero-2

Personalmente, me encantan las páginas en las que utilizas un dibujo añejo a lo clásico, como si estuvieses haciéndote una revisitación a lo Ed Piskor. ¿Cómo surge la idea de incluir esas páginas?
En el libro original Vonnegut intercalaba resúmenes de un montón de novelas de ciencia ficción de uno de los personajes, Kilgore Trout, un escritor con grandes ideas pero malos libros que era, creo recordar, lo que Vonnegut opinaba de mucha de la ciencia ficción que leía. Buscando la manera de trasladar esas historias al cómic y pensando en el personaje de Trout, un perdedor, Ryan tuvo la maravillosa idea de convertirlo en un guionista de cómics. Manteníamos el espíritu del personaje, teníamos una manera atractiva de contar las historias de Trout y añadíamos un comentario sobre nuestro medio de propina. Disfruté mucho con esas páginas.

No sé si es una pregunta muy corriente, pero me gustaría saber qué tipo de dudas se te plantearon tanto en lo personal como en lo artístico a la hora de encarar un proyecto de este calibre. Y también me gustaría saber cuáles fueron los momentos más complicados del proceso para ti.
Puede que ya haya respondido de un modo u otro durante la entrevista a esta cuestión. Se me plantearon todas las dudas pero ante una adaptación como esta las principales son “cómo” y “por qué”. ¿Cuál es el sentido de adaptar una obra de un medio a otro? ¿Ponerla al día? ¿Acercarla a un nuevo público? ¿Rentabilizar un título famoso? ¿Podíamos añadir algún valor a la obra de Vonnegut? No puedo decir que haya resuelto todos estas incógnitas, pero me planteé que por lo menos me sirviera a mí para entender mejor un libro que, aunque suene algo cursi, me ayudó a entender mejor el mundo, o a mirarlo mejor. Después, claro, hay que ponerse a ello, tirando de experiencia, de instinto y un poco de inconsciencia. El momento complicado, y apuesto a que esto sucede con todo proceso de esta envergadura, vino cuando con más de la mitad del libro terminado uno empieza a sospechar que no está logrando contarlo como hay que contarlo y se siente tentado de volver a empezar.

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