"Creo sobre todo en el poder de la balanza, del equilibrio, que lo marca todo"
Entrevistas / Tori Amos

"Creo sobre todo en el poder de la balanza, del equilibrio, que lo marca todo"

Toni Castarnado — 10-12-2021
Fotografía — Desmond Murray

A Tori Amos hace ya tiempo que no le preocupa ocupar la primera plana de la actualidad. Su presente se dibuja a otra velocidad. Ahora publica el fantástico “Ocean To Ocean” (Universal, 21), sobre el que hablamos desde su estudio de grabación en su guarida en Cornwall.

Estar en primera plana es algo que a Tori Amos no parece preocuparle demasiado a estas alturas. Quizás porque no le ha faltado de nada en su esplendorosa carrera, desde un debut deslumbrante hasta la música clásica, pasando por la provocación como forma de protesta e inconformismo, discos en los que viajaba por América con un mapa en las manos, otros en los que se transformaba en hombres con diferentes identidades. Ahora, tras el terremoto que ha supuesto la pandemia, vuelve con su colección más dinámica, natural y sin complejos de los últimos veinte años. A todo esto, y a la importancia que le da a la naturaleza y a la moderación en nuestro ritmo vital, responde una mujer sabia, dulce y consciente de la relevancia que tiene la pérdida y el dolor. Fundamentalmente, alrededor de eso gira este excelente álbum titulado “Ocean To Ocean”.

"Después de este desastre con la pandemia y sus consecuencias, la gente necesita hacer cosas nuevas que sean mágicas"

Para empezar, quería sabe tus sensaciones antes de la publicación del disco. Durante esta pandemia los discos han vuelto a coger más relevancia, ya no son solo la excusa para salir de gira. ¿Qué opinas?
La cuestión es situar el momento de la acción; un escenario diferente, un sonido también diferente… Eso es algo que aprecio y me siento agradecida, pues mucha gente ha tenido problemas con sus trabajos. Durante año y medio, y sobre todo tras la muerte de mi madre, he focalizado todos los esfuerzos en este disco, y mi marido en su trabajo. La presión es otra. Estamos ocupados, tenemos a los niños y poco tiempo para dormir. Y después de este desastre con la pandemia y sus consecuencias, la gente necesita hacer cosas nuevas que sean mágicas, como por ejemplo involucrarse al cien por cien en la creación. Eso te permite desconectar de la realidad y sus dramas.

Han cambiado nuestras prioridades. Siempre hablo de las diferentes velocidades vitales, y en mi caso, eso ha cambiado. Antes necesitaba ocupar el tiempo todo el rato, no dejar de hacer cosas, y ahora aprecio los momentos en los que no hago nada. Es una de las lecciones que he aprendido.
Curiosamente es algo que le he escuchado a más gente. Y me parece una reflexión interesante e inteligente. Hay que reevaluar qué hacemos con nuestro tiempo y en qué lo empleamos. Cómo y de qué manera gastamos nuestras energías y lo más importante, con quién lo hacemos. Yo creo sobre todo en el poder de la balanza, del equilibrio, que lo marca todo. Cuidar de nuestro entorno, buscar lugares en los que puedas respirar, pensar... Si quiero salir al bosque con los árboles, lo hago y no pasa nada, nadie me va a juzgar. La energía que me da el agua, tener al lado la costa. Esa es mi esencia ahora, volver al origen de la naturaleza, de las cosas simples. La naturaleza tiene ese poder y tenemos que pensar en la relación que tenemos con ella. Afortunadamente mucha gente está reconectando con esto. En el fondo, es un signo de libertad y una metamorfosis propia muy necesaria.

Así es. También es importante cómo retomamos nuestras costumbres. Mi relación con la música había cambiado, no había placer por ningún lado, y ahora lo he reajustado. Me he vuelto a enamorar de los discos y de lo que significan. Todos podemos darle la vuelta a eso.
Eso es maravilloso, supone una gran transformación. Te entiendo perfectamente porque así me he visto yo durante parte de estos últimos treinta años. En cierta manera te sientes encadenada. Ahora promoción, ahora nuevo disco, ahora preparar la gira, ahora girar, ahora otra vez al estudio... ¿Y dónde estoy yo? Me movía muy rápido y no tenía otra opción, tenía que convivir con ello. A veces, cuando promocionaba un disco, estaba enganchada al teléfono desde la mañana hasta la última hora del día. Al caer la noche estaba exhausta. Si lo piensas, no tenía ningún sentido. Incluso distorsionaba la relación que tenía con las canciones de las que estaba hablando.

"Yo en 1988 estaba instalada en el fracaso y eso me producía mucha tristeza, y un sentimiento de pérdida cercana a la muerte".

Recuerdo una vez en la que te entrevisté en Berlín en la gira de “Scarlet’s Walk”. Te esperaba en el hotel y llegaste corriendo, agobiada. Habías tenido una hora libre y querías aprovechar para ver la ciudad. Recuerdo esa imagen tuya saliendo del ascensor [risas]. Para que luego digan que la vida de músico es un chollo...
Exacto. Por eso, tenemos muchos retos y aún alguna oportunidad para cambiar eso, esa velocidad de la que hablabas. Y algo de lo que a menudo no se habla es que hay que ser empáticos con los demás. Preguntarnos por qué corremos tanto, de dónde sale esa necesidad. Al hilo de lo que decía, yo necesito sentarme y mirar a mí alrededor, y no pensar en lo que tengo y en lo que no, vivir el presente, el momento. Perdemos demasiado tiempo dándole vueltas a la cabeza sobre nuestro futuro. Por ejemplo, ahora mismo sé que tengo algo importante justo en seis horas, pero no quiero pensar en ello, quiero vivir esta conversación contigo y después ya veremos. Y sí, voy a pensar en qué cosas quiero hacer para mis próximos conciertos, qué puedo añadir o cambiar, pero sin agobios. Simplemente disfrutar el proceso.

En cuanto a “Ocean To Ocean”, me gusta el giro que le has dado de nuevo, esa vuelta a la raíz, a los orígenes. Incluso a tu debut, “Little Earthquakes”, un disco que personalmente me cambió la vida, me descubrió un nuevo camino musical y otra clase de feminidad.
Este disco es así por las circunstancias. Yo en 1988 estaba instalada en el fracaso y eso me producía mucha tristeza, y un sentimiento de pérdida cercana a la muerte. Dado el momento que he vivido ahora, introducirme de nuevo en aquellos días de antes me ayudó a describir mi situación actual. Y no solo la mía, la que hay en general, con toda la locura que hay en América, las post-elecciones o cuestionarnos qué hacemos con la democracia. Y sin darme ni cuenta, estaba otra vez con ese sentimiento de pérdida. Era una pesadilla que se repetía y que me obligaba a escribir desde lugares muy oscuros. Eso es algo que he hecho dos veces durante mi carrera, con “Little Earthquakes” y en 1997 con “From The Choirgirl Hotel”. E insisto, siempre a partir de circunstancias muy particulares.

Precisamente, en “From The Choirgirl Hotel” rompías con todo, fue un disco revolucionario, por las letras, el sonido, las capas de electrónica… Otro muy rupturista y muy íntimo, diría que hasta confesional, fue “Scarlet’s Walk”, justo después del 11-S. ¿Encuentras también alguna similitud?
Ha habido más gente que me lo ha comentado. Lo que sucedió el 11-S fue un shock, pero distinto a los últimos dieciocho meses, que ha sido algo más global. El problema ahora es que no teníamos un manual para manejar la situación, nadie había vivido algo así y eso es una auténtica locura. Para mí, el proceso de escapada siempre ha sido viajar, y de repente, ya no lo puedo hacer, no puedo coger un avión, un barco, ni siquiera montarme en mi coche. Entonces, te instalas en una nueva rutina y eso lo tienes que procesar. Cuando viajas las cosas cambian, descubres un nuevo lugar, otras sensaciones, haces amigos y conoces gente de otras culturas. Por eso, con este disco, más que nunca antes, necesitaba airearme, renovar energías y cambiar de frecuencia.

Para acabar tengo una curiosidad. Un disco tuyo que me encanta es “Night Of Hunters”, ¿has pensado en retomar otra vez la senda de la música clásica o ya tuviste bastante con aquella experiencia?
[Risas] Oh, Toni. Buena pregunta. A ver la cosa es que quedé muy contenta con el trabajo realizado y el resultado. Pero para algo así tienes que estar al cien por cien. Debes tener un gran equipo respaldándote y la exigencia es muy dura. Créeme, muy dura. El proyecto en general fue súper estimulante, nunca pensé que haría un disco como ese. Sin embargo, no sé si compensa el estrés que genera. Pero bueno, no descarto nada.

Rufus Wainwright que se metió a hacer ópera, tuvo que volver al pop. Le pasó lo mismo.
Le entiendo. Somos unos inconscientes [risas].

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