“Odio la música como industria y como carrera, pero me encanta hacerla”
Entrevistas / Santigold

“Odio la música como industria y como carrera, pero me encanta hacerla”

Carlos Pérez de Ziriza — 16-09-2022
Fotografía — Frank Ockenfelds

Seis años: una eternidad en los tiempos que corren. Es el tiempo transcurrido desde "99¢" (Atlantic, 2016), el tercer álbum de Santi White (Filadelfia, EE.UU., 1976), hasta este cuarto largo, "Spirituals" (Little Jerk/Popstock!, 2022). Bastante ha tenido con criar a sus tres hijos. Dos de ellos, gemelos nacidos justo antes de la pandemia.

"Spirituals" es un álbum que surge de la necesidad de reconectar con su yo más creativo, sobre el telón de fondo de los confinamientos, los incendios en Norteamérica (su propia casa ardió) y los disturbios raciales del infausto 2020. Un trabajo tan diverso como sus precedentes, rebosante de pop electrónico oscuro, hip hop, dancehall y algo de rock con espíritu punk, coproducido con Rostam Batmanglij (Vampire Weekend), Boys Noize, Dre Skull o SBTRKT, que nos sirve también para tener 25 minutos de conversación en los que aflora su militante e irrenunciable conciencia racial, la misma que le lleva a quejarse – ni sin razón – del encasillamiento al que aún se ven sometidos la mayoría de músicos negros, para quienes no parece haber nicho de mercado que vaya más allá del hip hop, el trap, el soul o el r’n’b.

Han pasado seis años desde tu último álbum. Supongo que has estado ocupada criando a tus tres hijos.
En 2016 saqué mi último disco y me fui de gira. En 2017 me mudé a Los Ángeles. En 2018 tuve a mis gemelos. En 2019 publiqué una mixtape con canciones nuevas, y también salí de gira por el décimo aniversario de "Santogold" (2008), mi primer álbum. En 2019 sufrí un incendio en casa, fue también el año en que empecé a escribir canciones para este disco. En 2020 llegó la pandemia. Aún estaba trabajando en el disco, que estuvo terminado en 2021. Y no ha podido salir hasta ahora. En realidad, el tiempo pasa rápido, ¿sabes lo que quiero decir? La pandemia, las revueltas raciales, los incendios… todo eso también estaba ocurriendo mientras trabajaba en el disco. Es interesante el concepto del tiempo: parece que haya pasado mucho tiempo, pero en realidad no lo ha hecho. No he parado de hacer cosas.

"Taylor Swift hizo una canción, “London Boy” (2019), que estaba claramente influenciada por una mía, “Disparate Youth” (2012). Es prácticamente la misma"

¿Es verdad que pasaste cinco meses en una cabaña en Canadá para aislarte del mundo y compones estas canciones?
Sí, eso fue desde finales de 2020 hasta la primavera de 2021. Nos fuimos toda la familia a Squamish, un pueblo que está entre Vancouver y Whistler, tenemos una casa allí, mi marido es canadiense, y yo me alquilé una cabaña para escapar de mi familia (risas), solo para trabajar durante el día. Instalé mi equipo allí, me monté mi pequeño estudio en medio del bosque, e hice sesiones virtuales con todos los productores. Y fue fantástico, porque era la primera vez que pudimos contar con alguien que nos ayudara con los niños y así pude centrarme en el trabajo por primera vez en más de un año. Fue como una bendición. Pude focalizar mis intereses en la música que me motivaba. Yo odio la industria de la música. Odio la música como una carrera. Pero me encanta hacer música. Eso lo he tenido más claro con este disco que con ningún otro. Ha sido un disco salvador para mí. Por eso lo he llamado "Spirituals", porque el proceso de hacerlo fue tan milagroso, y me ayudó tanto a moverme en múltiples direcciones tras haber estado bloqueada y atrapada por mis circunstancias familiares y las de mi alrededor… todo era muy oscuro y duro, y el ser capaz de extraer algo de belleza de todo eso por mí misma fue muy especial y poderoso. Los espirituales eran canciones tradicionales que se les permitía cantar a los esclavos negros para experimentar algo de libertad, y aunque las canciones de este disco no tengan nada que ver, sí que sirven al mismo propósito. Podría decirse que te acabo de contestar a otra pregunta (risas).

¿Te resultó más fácil motivarte con todo lo que estaba ocurriendo en el mundo, la pandemia, las revueltas y los incendios, que con tu propia vida familiar? Tengo entendido, y tú misma lo acabas de decir, que sufriste un bloqueo creativo. ¿Es más fácil para ti escribir de tu entorno social y político que de tus vivencias más personales?
Bueno, aquel bloqueo tampoco fue muy largo. En 2019 decidí que quería hacer un disco nuevo. Rescaté algunas canciones en las que ya había empezado a trabajar antes, y cuando traté de escribir más cosas, me di cuenta de que no tenia nada que decir. Era madre. No tenía nada que decir (risas). Luego ocurrió todo lo que ocurrió en 2020. Es interesante, porque creo que el universo funciona así: el disco estaba destinado a salir ahora, no podía salir cuando yo quisiera, sino cuando él supiera que era el momento. Esperas que te llegue la inspiración, pero llega cuando llega. Cuando todo aquello ocurrió, me resultó mucho más fácil escribir porque era para mí una necesidad, necesitaba una vía de escape, incluso de mí misma. Estaba en modo supervivencia, y cuando estás en modo supervivencia, tienes miedo de no poder seguir adelante, y estas canciones eran mi modo de dejar que todo saliera hacia afuera, que todo fluyera, y conectar con mis sentimientos. Por eso me resultó fácil escribir este disco, porque el proceso me resultaba de mucha ayuda.

¿Ha cambiado algo tu forma de afrontar la creación de canciones tras ser madre por partida triple?
Bueno, han cambiado muchas cosas para mí. Tenía un hijo cuando hice el anterior, era todo muy diferente. Con tres, ya no tienes ni puñetera idea de lo distinto que puede ser todo (risas). Escribí una canción, “My Heart”, que describe lo que es estar atrapada solo en ese rol de madre, que es algo demasiado pequeño como para encapsular todo mi ser. Puede llegar a ser un poco sofocante cuando solo estás cocinando, limpiando, cambiando pañales y casi no tienes tiempo ni para ducharte… no es un estado sostenible para mí. Hay una parte de mí a la que le encanta hacer todo eso, pero hay otra que necesita alejarse para encontrar tiempo para pensar, crear y ser todo lo que yo soy, desarrollar las demás facetas de mi personalidad. “My Heart” iba sobre eso, sobre estar atrapada en ese compartimento, pero también sobre cómo nos sentimos todos atrapados en otro sentido superior: todos nos hemos desconectado, están ocurriendo tantas cosas a nuestro alrededor tan descorazonadoras que la gente se desconecta de eso, se aliena con las redes sociales o con las drogas, así que la canción también va sobre eso, cómo la gente se va apagando en cierto modo. Esa canción está claramente inspirada en la maternidad y sus desafíos. Y canciones como “Ushers Of The New World” también hablan sobre el futuro: creo que si no tomamos medidas muy serias, en diez años vamos a estar todos en peligro con el cambio climático, pero también quiero que el mundo sea un lugar agradable para mis hijos, necesito pensarlo, y esa es una reflexión que la maternidad ha hecho más urgente. Otra cosa que provoca la maternidad es que te convierte en alguien extremadamente eficiente con tu tiempo. Ahora me meto dos horas en el estudio y tengo el trabajo que antes me costaba tres días. Aprendes a gestionar el tiempo de otra forma. Y eso es muy importante cuando estás trabajando en un disco.

¿En qué sentido crees que este disco es diferente a los anteriores?
No estoy segura. No soy muy buena respondiendo a esta clase de preguntas. Me meto tanto en mis discos que me cuesta luego dar un paso atrás y verlos con una perspectiva externa, y saber en qué son diferentes entre sí. Sí que te puedo decir que el proceso fue diferente porque fue como una necesidad. Incluso aunque todo el disco gire en torno a un concepto, yo no pensaba en él. Nunca me planteé que sonara a un estilo determinado. En absoluto. Solo pensé en que eran canciones muy importantes para mí en el momento en que las hacía. Ese era el motor. Soy una persona muy específica cuando se trata de producir y terminar una canción: una vez me pongo, mi atención a los detalles es insano. Lo que es una maldición y una bendición a la vez (risas). Nunca he hecho un disco desde una perspectiva tan personal como este.

"A la gente le dan miedo los cambios, sobre todo cuando amenazan su posición de privilegio"

Tiene muchos registros distintos. Pop, hip hop, dub, dancehall, rock… recuerdo que en 2016 decías que la gente ahora era más abierta y desprejuiciada a la hora de escuchar discos con mucha variedad estilística, al menos en comparación con como era hace décadas. ¿Crees que sigue siendo así? ¿Que incluso ha ido a más?
Creo que sí. Internet ha cambiado la forma en la que la gente experimenta la música, porque ya no tienes por qué ir a una tienda de discos y buscar en sus cubetas por géneros, sino que ya lo tienes todo mezclado en la pantalla de tu ordenador. Creo que la gente escucha música cruzando géneros con más frecuencia, pero también creo que siguen existiendo barreras reales para una mujer negra, o para cualquier artista negro, a la hora de mezclar estilos diferentes. Creo que la reacción no es la misma si el músico es negro o blanco. Siempre ha sido así. Tienes a Chuck Berry tocando su guitarra y a los Rolling Stones haciendo ese rhythm and blues y cosas de soul, por ejemplo. ¿Quién fue más grande? (risas) Y puedes decir lo mismo una y otra vez sobre muchos otros artistas. Da igual que hablemos de Elvis, que fue el rey haciendo todo lo que los músicos negros ya estaban haciendo antes. No se les ha permitido a los músicos negros existir fuera de las casillas del r’n’b y el hip hop. Históricamente ha sido así. Y si miras las listas de éxitos de hoy en día, figuran los músicos negros que están en ese registro. Así que te diría que la gente que escucha música es más abierta de mente ahora, pero muchas de las vías a través de las que nos llega esa música, como la radio, los Grammy o las diferentes oportunidades que ofrece la industria, no son tan abiertos. Ni mucho menos.

Esto que dices conecta con “Nothing”, una de las canciones del disco, que trata sobre esa invisibilidad a la que dices que puede llegar a verse sometida una mujer negra que hace música que se sale de ciertos cauces. ¿Te has sentido encasillada por ser negra, como si se supusiera que solo puedes hacer hip hop o r’n’b?
Sí, es terrible. No solo nos intentan encasillar, sino que además un músico blanco puede hacer lo que le da la gana, como ir del country al pop y luego a otra cosa… y los músicos negros, no. Taylor Swift hizo una canción, “London Boy” (2019), que estaba claramente influenciada por una mía, “Disparate Youth” (2012). Es prácticamente la misma. Lo comenté con amigos músicos, y todos me decían que no iban a decir nada porque les suponía un conflicto de intereses. No pasó nada. Es lo mismo que te comentaba antes sobre Elvis. Y nadie paga por ello. Es un privilegio de los blancos, que siempre ha existido en la música. Y es triste que aún ocurra. Y “Nothing” va sobre cómo es la experiencia de vivir bajo esa invisibilidad, y qué efecto tiene en nosotros. ¡A mí me afectó tremendamente lo que hizo Taylor Swift! Es como si yo no importara y no tuviera tampoco derecho a quejarme por el hecho de que alguien me haga algo así. ¿Sabes cuántas veces he leído ese mensaje en mi vida, como mujer negra? Una y otra vez. Tienes que luchar contra esa voz interior que te dice “tú no importas, tú no importas”. La energía que gastas a diario en luchar contra eso es una auténtica carga.

¿No crees que esto está empezando a cambiar con músicos como Lil Nas X, quien es negro, abiertamente queer y además mezcla en su disco estilos como el pop, el hip hop, el rock, el country o el trap?
Sí, Lil Nas X es un gran ejemplo. A mí me encanta lo que hizo. Pilló al mundo del country por sorpresa, pero también se encontró con mucha furia cuando ganó su primer premio, trataron de pegarle la patada en el culo. Pensaban que un hombre negro no podía existir en ese mundo. Hasta que entró Billy Ray Cyrus, que es blanco, claro, a colaborar en una de sus canciones: entonces ya estaba bien. Ya era aceptable. Cuando supieron que, además, es gay, se cabrearon más todavía (risas). Sí, creo que hay gente que empieza a cambiar estas cosas, pero no es suficiente. Me encanta que eso ocurra, pero está pasando muy lentamente, si tenemos en cuenta todo el tiempo transcurrido y toda la gente que ha trabajado en ello. ¿Es el cambio posible? Por supuesto. Yo creo en él. Si no, no tendría sentido hacer nada. Y creo que hemos progresado a muchos niveles. Pero desgraciadamente, cuanto más progresamos, más miedo nos encontramos. Porque a la gente le dan miedo los cambios, sobre todo cuando amenazan su posición de privilegio, especialmente cuando es económico, por eso nos topamos con tantos problemas con los combustibles fósiles, por ejemplo, porque amenazan la posición de privilegio que mucha gente mantiene desde hace siglos.

Te quería preguntar, por último, por tus colaboradores en el disco: Rostam Batmanglij, Boys Noize, Nick Zinner, Ryan Olson… supongo que cada uno tiene una historia detrás.
Esta es la forma en la que trabajo: escribo la música primero, luego las melodías y luego las letras. Es como un proceso de tres fases. Salvo algunas veces, en las que una letra sale en medio de una melodía. Como con “Shake”, por ejemplo. SBTRKT (Aaron Jerome) me dio muchos beats, porque ya habíamos trabajado juntos en uno de sus discos, y me dio algunas opciones. “Shake” fue la única que salió muy rápidamente. Y fue muy extraño, porque es de esas canciones que nunca hubiera imaginado en un disco mío, y tampoco sonaba a él (risas). La canción salió tan rápido y con tanta fuerza que su letra me salió directamente de la boca. La hicimos en enero o febrero de 2020, y me flipó. SBTRK es un productor impresionante. Muy interesante y brillante. Otras canciones empezaron años antes, con Doc McKinney e Illangelo, quienes habían trabajado mucho con The Weeknd. Doc (McKinney) y yo hemos trabajado juntos durante los últimos veinte años: fue el primer productor con quien trabajé, allá por 1999, incluso trabajé con él en mi primera banda, Stiffed. Empezamos trabajando de la nada. Luego metí en el disco a Rostam (Batmanglij), a Boys Noize o a Dre Skull, porque así es como hago mis discos. Escojo a los productores en función de lo que creo que necesita cada canción. Con Boys Noize, por ejemplo: conozco a Alex (Ridha) desde hace años, es amigo mío y aunque no habíamos trabajado juntos, salimos mucho por ahí, y sabía que él es muy bueno programando baterías, que es muy creativo y que puede moverse fuera de cualquier género sin esfuerzo. Rostam (Batmanglij) también es muy bueno en eso. Los periodistas suelen decir que si yo quiero tomar algo del dub o algo de del hip hop o algo del pop o algo del punk, pero gente como Rostam o como Alex están por encima de eso. Es una mezcla de gente a la que acababa de conocer y otros que eran colaboradores de hace mucho más tiempo, como Nick Zinner, que es otro gran amigo y uno de mis guitarristas favoritos. Es muy versátil, le gusta la música africana y el punk rock… amo a la gente que transita de un género a otro de ese modo.

 

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