El manchego de nacimiento, pero de alma alicantina, Ignacio José Fornés Olmo, sigue haciendo gala de su arma principal: una depurada técnica con la palabra como arteria principal, que combina con un expresionismo sincero, honesto y con pocas capas de piel. Me conecto a la llamada y, con apabullante serenidad, hablamos mientras está en un taxi de camino a un evento promocional del disco en Madrid. “Con el COVID dejé de sentirme un poco artista y cuando la música empezó a cambiar no sabía cuál era mi lugar. Además, fallecieron mi padre y mi tío y estaba teniendo unos diálogos conmigo que no eran los más sanos y me los tuve que quitar de encima para sentirme libre y poder hacer algo que disfrutara al cien por cien. Empecé a cuidarme más a mí mismo y no es que me hayan dormido los laureles, pero quería sacar un disco del que estuviera orgulloso”. La relación de Nach con Latinoamérica es estrecha, además de haber girado varias veces por allí, el disco cuenta con colaboraciones de artistas de la talla de Trueno, Eladio Carrión, Akapellah, Nanpa Básico y Micro TDH. “Quería meterlos en mi universo para ver qué pasaba con todo este crisol de artistas en mi planeta”. Le pregunto, precisamente, por cómo mantiene uno el hambre por rapear tras tres décadas haciéndolo. “Lo que más me gusta es levantarme por la mañana, pensar una idea intangible y convertirla en tangible, en canción. Esa hambre puede venir por el miedo al vacío de dejar de hacer lo que hago”. En “Ruido” o “Ten Cuidado” hay varias críticas al mercado del arte. “Comparado a cuando yo empecé ahora hay más posibilidades de ganar dinero, pero estamos en una cultura capitalista más salvaje que la de antes, eso se refleja en los discursos de muchos artistas que solo quieren hacer dinero. Los hay incluso que crean su música dependiendo de lo que le apetezca a su público en vez de crear ideas que partan de ellos mismos y su expresión. La felicidad viene de dentro y no de lo material, todo eso luego se desvanece”. Sobre el ego hace una interesante reflexión: “Un punto de ego es importante para tener confianza en uno mismo aunque vivimos en una época en la que los más ególatras, narcisistas e ignorantes son los que más se dejan ver en redes sociales llamando la atención. El algoritmo está hecho para ellos. Pero los que no tienen ese egocentrismo son los que más duran en el tiempo porque están al servicio de su arte y su ego no se siente amenazado constantemente”.
“La palabra es la herramienta más poderosa que tiene el ser humano”
Nach es un artesano de la palabra. Retorciéndola hasta el extremo y buscando combinaciones imposibles ha logrado ser uno de los popes en los primeros años de desarrollo del rap español. “La palabra es la herramienta más poderosa que tiene el ser humano, es una manera de poder contagiar cosas increíbles al resto. La gente debería escribir más por mera terapia de organizar sus propios pensamientos”. Hace una década la rebeldía del trap irrumpió fuertemente y con ella, una desvinculación total y explícita con la antigua escena de rap canónico y “purista” que no les representaba, entre los que estaba Nach. “Lo entendía desde el prisma de ser radical y para hacerlo hay una forma que es decir ‘Nosotros estamos aquí y los demás no valen nada’. Tuvieron esa manera de rebelarse, pero al mismo tiempo nada de lo que dijeran ha afectado o va a afectar a que yo deje de hacer música de alguna manera o a que la gente que me escucha y me entiende deje de escucharme”. Sobre si la edad juega en contra de los raperos, se muestra claro: “También sucede con la gente más mayor en los puestos de trabajo, ya no se valora la experiencia sino la gente joven que se pueda moldear. Está muy bien que la gente joven traiga una visión muy fresca y distinta, pero también creo que hay un discurso de la gente veterana que es muy enriquecedor, como hablar con la gente mayor”.
El amor pulsa toda la carrera de Nach, que ha estado apegado a ese rap de cariz sentimental y sensible por el que luego muchos han transitado. Le pregunto, para finalizar la entrevista, cuál es la lección más valiosa que ha aprendido sobre este sentimiento. “La sensación de plenitud vital solo puede venir a través del amor. Los primeros filósofos ya coincidían en esto. Si todo nace desde ese amor, al final tienes una vida mucho más plena. Pero vivimos en una época tan materialista e inmediata en la que tenemos tantas opciones que el amor se desvanece por un lado y lo queremos llevar de una manera idealista a otro rápidamente. Sobre todo porque el capitalismo nos está vendiendo continuamente un montón de cosas. De hecho, estoy aquí en Callao y todo lo que veo alrededor son cosas que me están intentando vender”.

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