“No voy a volver a estarme quieta nunca más”
EntrevistasLinda Mirada

“No voy a volver a estarme quieta nunca más”

Fran González — 14-09-2025

Trece veranos han pasado desde que Linda Mirada nos trajo su hedonismo estival por última vez. Parecía poco probable que volviéramos a tener en nuestras manos un disco del alter ego de Ana Naranjo, pero tal y como ella se encarga de remarcar al inicio de nuestra charla, por encima del resto de sus obligaciones personales, volver a la música se había convertido en una necesidad vital. Y aquí está “Qué largo es el verano” (Lovemonk, 25), su tercer disco.

Encontramos en la canícula de agosto y en un chiringuito del Puerto de Santa María el marco idóneo para hablar con ella de “Qué largo es el verano”, tercer disco que esta multifacética trabajadora de la industria firma para deleite de quienes aguardamos durante más de una década el regreso de su métrica evocadora y cristalina. “No soy nada conformista con lo que hago, y sabía que, de regresar, tenía que ser con algo que realmente cubriese mis expectativas”, apunta. “Llevaba un par de años acumulando maquetas que hacía sacando tiempo de donde podía, pero no fue hasta el verano pasado que, a través de Borja de Lovemonk, contacté con Daniel Collás, de The Phenomenal Handclap Band. Él fue clave para sacar adelante esas ideas incompletas. Personalmente, me había autoconvencido de que no tenía necesidad alguna de volver a meterme en estos líos, pero tan pronto como volví a estar en contacto con el proceso creativo, me fue imposible negar que me gusta mucho hacer música”.

"Mi música ahora puede estar mejor o peor, pero desde luego está hecha con mucho más conocimiento”

En los créditos no solo encontramos al mencionado Daniel, sino también una larga lista de involucrados y amigos de la artista, desde el omnipresente y atareado Paco Loco hasta Eugene Tambourine (con quien terminó fraguando una cercana amistad entre conversaciones eternas y recomendaciones pop), pasando por Bart Davenport, William Faler o Darshan Jesrani, que pusieron la puntilla desde el otro lado del charco. Incluso nos encontramos con una maravillosa portada firmada por el recién galardonado con un Eisner, Javier Rodríguez –y que Ana considera como “lo mejor del disco”, aludiendo al talento del susodicho. Responsables todos ellos, bajo la directriz de una frontwoman ahora más participativa que nunca, de declamar esa estética tan suya que remite a pisco sour en la orilla, atardeceres tórridos y amor costero.

Y es que, a pesar de que a razón de su trabajo personal Ana esté bastante al día de las direcciones y volantazos continuos que toma la industria, si algo nos revela este disco es que perfectamente podría haber encajado en la primera etapa de Linda Mirada, conservando esa inclinación por un tiempo y un sonido que ya pasaron. “Al no dedicarme principalmente a esto ni tener ningún compromiso con el sello, que son unos benditos, no me siento obligada a mantener necesariamente un estilo propio. Más bien es cada tema el que termina llevándome a un lugar distinto”.“Hablar de oficio, siendo yo una artista no-profesional, sería atrevido”, continúa. “Pero además de mi madurez personal, también llevo unos años estudiando música y creo que, por unas o por otras, todo eso se nota en el disco. Cuando saqué ‘China es otra cultura’ apenas había cogido un instrumento o manejado un programa de edición. Hacía las cosas casi por intuición. Mi música ahora puede estar mejor o peor, pero desde luego está hecha con mucho más conocimiento”.

Pese al título del disco, inspirado en el estrés que siempre implica compaginar maternidad, trabajo y verano, Ana no se esconde y reconoce ser fan acérrima de esta estación, siendo esta una excusa anual para reconectar consigo misma. “Diría que todos mis discos están vinculados a este lugar”, indica, refiriéndose al Puerto de Santa María. “Vengo a veranear aquí desde que era niña y recuerdo el italodisco sonando de fondo, mientras patinaba. Supongo que, inconscientemente, eso se te queda dentro, y tal vez por ello mi música sea tan veraniega y melancólica”.

Aunque Ana celebre “Qué largo es el verano” con el mismo entusiasmo con el que tiempo atrás comenzaba el proyecto, también se mantiene prudente en lo que respecta a pensar en el futuro. “No quiero cerrarme en banda, pero lo veo complicado”, responde cuando le preguntamos si volveremos a verla de nuevo sobre los escenarios. “Para algo así hay que tener un grupo y una dirección artística mínima, y en este momento no me veo capacitada para organizar todo eso. También debo decir que el directo, a pesar de haber vivido algunas experiencias muy chulas en salas, rodeada de amigos, no es la parte que más me sacie de esta profesión. Disfruto mucho más, por ejemplo, componiendo o escribiendo canciones en casa. Y desde luego, me siento muy alejada del circuito festivalero, pues no creo que encaje en absoluto dentro de ese tipo de dinámicas”.

La respuesta a si tendremos que esperar otros trece años para volver a ver a Linda Mirada en activo queda, por tanto, en el aire. “Este disco ha surgido así, sin un plan previo demasiado elaborado, y ni yo misma sé qué pasos daré a partir de ahora”, concluye. “Lo que sí tengo claro es que he descubierto que mantenerme activa me resulta vital, y ya bien sea haciendo música o en otros fregaos, pero sé que no voy a volver a estarme quieta nunca más”.

 

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