“Ser abuelo me ha hecho enamorarme de la vida de nuevo”
EntrevistasJoaquín Pascual

“Ser abuelo me ha hecho enamorarme de la vida de nuevo”

Carlos Pérez de Ziriza — 01-12-2025
Fotografía — Alejandro Santoyo

Es paradójico, pero un titular tan escasamente rockero como el que he seleccionado para encabezar esta entrevista es, a su vez, correlato del disco más rockero que Joaquín Pascual (Ayora, València, 1964) ha publicado en muchos años.

No presume de influencias quien quiere, sino quien puede, y el ex Surfin’ Bichos y Mercromina puede transparentar sin el menor complejo la influencia de The Velvet Underground, T Rex o Roy Orbison en sus nuevas canciones. Porque recién jubilado del oficio que le sustenta (profesor de música) y con un currículum ejemplar, que se explica por sí solo, se lo puede permitir. Más que de sobra.

Hablo con él a través de la pantalla del PC, con la excusa de su noveno álbum en solitario. Se llama "No hay nada que hacer por el romanticismo" (Sonicdad, 2025) y lo ha grabado en su estudio casero de Ayora, con su hermano Miguel Pascual a la guitarra y el diseño de la portada, Borja Iglesias a la otra guitarra, José Manuel Mora al bajo, Pedro Gavidia a la batería e Isabel León poniendo coros en una canción. Huelga decir que es un trabajo soberbio. Como todos los que llevan su firma. En este caso, lo más vibrante, crudo, directo y eléctrico que ha hecho en años.

Me da la impresión de que este disco profundiza en la senda emprendida en "Baladas para un atraco" (2023): te has olvidado ya del piano como hilo conductor, y vuelven a primar las guitarras. El título, por cierto, iba a ser Medio Desnudo, pero cambiaste a No hay nada que hacer por el romanticismo.
Una de las primeras cosas que tengo claras cuando empiezo a montar un álbum es el título. O al menos un boceto. Saber por dónde va a ir. La idea con este disco es que girara en torno a un supuesto personaje que había perdido un poco el norte, y que trataba de recuperar su instinto, su corazón, la libertad que había tenido antes, y que ya no encontraba. Un personaje que iba medio desnudo, como si no le quedara nada. Lo que pasa es que intentamos hacer una portada para esa idea, en la que salía yo, pero no me terminaba de gustar la foto, con lo que acabé cogiéndole un poco de manía al título, aparte de que algunas canciones se habían ido ya por otros derroteros. El título No hay nada que hacer por el romanticismo también me gustaba como mensaje, y entre unas cosas y otras, decidí cambiarlo. Fue una decisión de última hora.

"Me apetecía que este disco fuera más empático que los anteriores, que tuviera más aire"

No has grabado esta vez con Paco Loco.
No, lo he grabado yo solo, en casa. Me apetecía. Conseguí montarme un pequeño estudio, con una mesa analógica, empecé a maquetar, me empezaron a gustar las cosas que maquetaba, y también me gustaba la sensación de tener más tiempo, más control. La idea romántica de que es un disco que va a salir todo de esa habitación, desde el primer acorde hasta la última mezcla. Me encapriché de esa idea. Lo hablé con Paco, no es una decisión tomada porque no hubiera conexión con él, ni mucho menos: he hecho discos con él de los que estoy súper orgulloso, y que me encantan. Pero me apetecía demostrarme a mí mismo que podía hacerlo así.

El riff de guitarra de “El caos” me recuerda instantáneamente al de “Get It On”, de T Rex. Luego me he dado cuenta de que precisamente es una versión tuya de esa canción, a la que llamas “Todo bien en el caos”, la que acompañó la salida de “Con toda la fuerza”, uno de los adelantos.
Me apetecía que este disco fuera más empático que los anteriores, que tuviera más aire, y que reflejara, por qué no, ciertas influencias de una manera clara. Que tuviera guiños a canciones que siempre me han gustado y que, de alguna manera, me hubiera gustado hacer a mí. Por compensar todo lo que me han dado esas canciones a lo largo de mi vida. Por eso hay una versión de T Rex acompañando una de las canciones de adelanto, u otra de Roy Orbison, de Simon & Garfunkel o de The Velvet Underground. Todos me han gustado siempre. Quería sacar también un EP de versiones, que seguramente haga, con algunas de George Harrison, Buddy Holly o Leonard Cohen. Son influencias claras y conscientes. Una forma de rendir homenaje a músicos que siempre me han influenciado.

De hecho, hay alguna canción, como “La felicidad”, que me recuerda mucho a Lou Reed, pero de la misma forma en que me recordaba Peter Perrett en su disco "How The West Was Won" (2017). Ese modo de evocarlo.
Claro, no es un ejercicio de estilo. También las canciones del disco me llevaban a eso. Todas intentan conseguir un disco que suene como “Lo bueno”, una de las canciones de mi álbum anterior, con ese punto, que al final produjo Paco (Loco), pero yo en un principio quería que sonara de otra manera. Que fuera más directa, más sencilla, con más aire, como rememorando ciertas estructuras musicales de hace mucho tiempo, que tenía en mente. Todo surge de ahí. “Lejos de este mundo”, por ejemplo, también tiene un punto a The Velvet Underground. “La ventana”, por su riff, a mí me recuerda a cosas de George Harrison, “Medio desnudo” tiene unos primeros segundos que son como un homenaje a Roy Orbison y aquellos inicios de sus canciones con timbales, lo que dices tú de “El caos” y T Rex… es una manera de poner el foco ahí.

Ya que mencionabas lo de la empatía: las letras transmiten un mensaje optimista, aún asumiendo que tenemos el mundo hecho unos zorros, por no decir otra cosa…
¿Sabes de dónde viene eso? Del hecho de ser abuelo, ya te lo digo yo. Totalmente. El disco está dedicado a mis dos nietos. A Joan y a Ona. Es eso. No hay doble rasero ni doble lectura. Llega un momento en que te haces mayor, lo ves a ellos pequeños, y es como que vuelves a enamorarte de la vida, sin saber muy bien por qué. Y ya intentas apartar todo ese mundo extraño de destrucción y tal… lo utilizas como poder. Y no dejas que afecte en nada a todo esto que tengo ahora mismo. Que es lo realmente importante y lo que tiene luz. Son canciones que en el fondo están hablando de eso, todo el rato. Tiene una explicación muy lógica.

Y también has sobrepasado los sesenta. ¿Cambia algo?
No te sabría decir. No tengo muy clara la perspectiva. Lo que sí te puedo decir con claridad es lo que ha sucedido: el hecho de volverte a enamorar de la vida, entre comillas, gracias a tus nietos. ¿El haberme hecho mayor? Puede ser que haya cierta nostalgia de cosas del pasado, o una perspectiva de la vida un poco más punki de repente, más alejada de la realidad, pero no soy demasiado consciente de ello.

Estaba leyendo una entrevista de hacer un par de años que te hizo Henrique Mariño, en la que decías que pensabas mucho en el pasado y en el futuro, incluida la muerte. Creo que es algo que llevas haciendo ya desde hace unos cuantos discos.
En este disco hay más vida que muerte. Y no lo había pensado. El disco "EX" (2018) surge de la muerte, directamente. Y a partir de ahí, de la vida. Fue cuando falleció mi padre. Esa temática está muy presente, también en "(Valencia 2019)" (2021). En "Baladas para un atraco" (2023) también, pero de otro modo, con sentido del humor, desde la perspectiva de unos adultos a quienes ya les da igual todo. Pero aquí no está tan presente. Es un disco más vital.

En “Todo es posible”, dices “no hay nada más que añadir, dicen que si te lo propones lo puedes conseguir”. ¿Tiene algo que ver con esta cultura de la superación tan tópica que transmiten algunos reality shows y toda esa filosofía de sobre de azúcar?
No tiene ese punto irónico, pero sí que tiene un punto descontextualizado. Alguien está en casa, haciendo la comida, y está pensando que el día siguiente tiene un viaje, y está lloviendo a mares, y no sabe a qué hora salir, el perro del vecino está ladrando y de repente tiene ese pensamiento. Como algo absurdo, fuera de lugar. Está fuera de lo cotidiano. Es un pensamiento que no va a ningún sitio. La canción intenta decir que lo que sí que es posible es lo que está realmente sucediendo. Es como una idea un poco absurda, eso de que si lo intentas todo es posible. Es una canción de poesía cotidiana que incluye esa frase como un latigazo, fuera de contexto. Y es la única parte reflexiva de la canción.

¿Has barajado alguna influencia literaria a la hora de escribir?
No te sabría decir. Leo muchísimos libros. En cuanto a lo musical, las influencias son claras y reconocidas, a diferencia de otros discos. Aquí no ha habido ningún tipo de vergüenza. Después de tantos años, creo que tengo un pelín de personalidad y puedo reconocer mis públicamente influencias. Estoy leyendo mucho a Ottessa Moshfegh, por recomendación de Anari, y libros un poco truculentos, y puede ser que en algún momento se haya colado algo de eso en los textos. Siempre se cuelan cosas. Pero en el caso particular de las letras, no es nada consciente.

 

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