“Ahora que estoy más a gusto en el estudio que de fiesta, tengo muchas más canciones alegres”
Entrevistas / Ben Yart

“Ahora que estoy más a gusto en el estudio que de fiesta, tengo muchas más canciones alegres”

Reuben Weedianaut — 28-06-2023

Lo conocimos como “padre espiritual” de la Chill Mafia y con “Pitxu En Casa” (Oso Polita, 2021) se dio a conocer como artista, un músico peculiar como pocos que ha hecho de las drogas, la noche y el barrio sus señas de identidad, todo ello bañado con esa particular poesía y ese quejío filtrado por Auto-Tune tan personales.

Un reguero de singles y conciertos después, también hemos podido descubrir a Benito, un chaval tan alocado como sensible, que pasa los días en chándal dándole a la guitarra en la plaza y camina por la vida en Crocs, sin pausa pero sin prisa, tratando de sobrevivir en este mundo mientras hace su música. Su receta puede gustar más o menos, pero seguro que no deja a nadie indiferente.

Tras la repercusión suscitada por su inesperada actuación para el escaparate de las Gallery Sessions, con ese look y esa letra sin complejo ninguno, y la consiguiente visita al afamado plató de La Resistencia, han surgido titulares en medios como Marca o El Mundo, preguntándose: “¿Quién es Ben Yart?” Con excusa de la publicación de su primer LP, “Ceros” (Oso Polita, 2023), charlamos de tú a tú con el de Mendillorri para que dé respuesta a ésta y otras preguntas.

A modo de presentación y para quien no te conozca: ¿Quién es Ben Yart? ¿De dónde viene?
Ufff… Hostia puta… (pausa) Éstas son las más difíciles… (pausa) A ver, para quien no me conozca… (duda) No sé, no sé… Ben Yart es… La verdad es que no tengo ni puta idea de quién es. No sé cómo venderlo… Esto te lo mando por escrito, ¿vale? Que me lo tengo que pensar bien.

(terminada la entrevista, llama un cuarto de hora después con la respuesta que le ha inspirado la ducha)

No sabía que decir, la verdad, me he quedado en blanco. Me parece importante que a la gente que no me conozca, le llame la atención mi respuesta y empiece a escucharme. Después de pensarlo bien, considero que hago música reality show. O sea, que me estoy dejando ser yo mismo en las canciones, pero a la vez soy como el director del reality, y lo que sé que no va a quedar bien, lo estoy quitando. Soy un personaje viviendo sin cortarse en un reality show, y a la vez soy el director decidiendo: “esto sí, esto no”, sin perder la honestidad en el proceso.

Han pasado dos años desde el EP “Pitxu En Casa” y por el camino has publicado un buen puñado de singles. ¿Por qué un LP ahora?
La verdad es que, cuando fue lo del Gallery, tuvo un montón de repercusión, y entonces, como ya tenía preparados bastantes temas que todos encajaban en una idea, decidimos darnos prisa y sacar un álbum rápido; porque, entre que los que ya me estaban escuchando, lo estaban esperando, y que era un buen momento, al haber mucha gente mirando a raíz de la sesión, pues eso. Decidí darme un poco de vida, y meter un poco de prisa a mi productor, que en verdad ha sido el que ha apañado todo para que tenga más sentido, para intentar sacarlo rápido y aprovechar el boom del Gallery.

Las mixtapes son lo más habitual en el género, coger diez temas acumulados y editarlos conjuntamente, pero “Ceros” es prácticamente un disco conceptual.
El disco ha salido también porque a mí, cuando me da por algo, no puedo parar de ver eso en todos lados. Bueno, creo que es algo que le pasa a todo el mundo, pero yo lo traslado a mi música mucho, y esta es la música que he hecho bajo un mismo… llamémosle brote, justo en un momento de mi vida en que veía la economía en todo. Veía la influencia de la economía en todo, en todas mis decisiones, en todo lo que pasaba por la calle… Veía una discusión en la calle entre dos personas y decía: “mira, en el fondo eso ha sido por la economía”. Me había dado un brote muy fuerte y entonces salieron muchas canciones que iban por ahí, y una de ellas es la del Gallery, la de “Ceros”. Entonces, cuando hubo esta oportunidad que había mucha gente mirando, lo recopilamos todo Asier y yo (Asier es el Erebo), y procuramos sacar un disco lo antes posible.

Mencionas a Erebo, que es productor de La Joyería, en cuya música sigues confiando desde tus inicios. ¿Qué puedes contarnos sobre La Joyería y tu relación con ellos?
Lo de La Joyería es una historia muy bonita, cómo los encontré. Porque yo acababa de empezar a hacer música, y ellos tenían una canción que a mí, para ser del Norte y en esa época, 2014 o 2013, me había parecido que tenía un sonido muy bueno y muy especial. Para ser del Norte, para ser de Bilbo. No había casi nadie haciendo un sonido así. Te hablo tanto de calidad de sonido, como de un género… Era muy trap, muy oscuro.

Entonces, no me acuerdo muy bien cómo fue, pero hice algo para llamar su atención. Rollo, les puse un comentario súper raro, que les dirigía a un minuto de una canción mía, y en ese minuto de esa canción, les había puesto un mensaje. Algo así era. Les hice una especie de yincana para que se quedaran conmigo, porque en Internet es muy difícil conseguir la atención de alguien, y me lo curré. Como cuando ligas, ¿no? Como una forma creativa de ligármelos. Y empezamos a hablar y me tomaron un poco por un loco, por la manera que había usado de entrarles, pero también vieron algo en mí.

Así que me pidieron que fuera, y un día cogí un bus, fui a Bilbao, y estuve tres o cuatro días durmiendo en lo que entonces no era ni un estudio. Era una lonja, que le llaman ahí. Una bajera en Pamplona, lonja que le llaman en Bilbo. O sea, un local. Y estuve durmiendo en ese sofá. El tío confió bastante en mí, el Asier, la verdad. Y ahí los conocí, salieron varias canciones, y así empezó la relación.

Siempre te has relacionado con colectivos como la Chill Mafia o la propia Joyería, y en tus canciones siempre han intervenido artistas afines, por eso me ha llamado la atención que solamente haya una colaboración a lo largo del álbum.
Sí, es que… (duda un momento) … la verdad es que es una temática que ni siquiera yo ahora mismo… Hoy yo no podría hacer algo para ese disco. Porque en ese momento todo lo estaba relacionando con la economía, todo giraba… Yo qué se… mi colega se tenía que ir currar y decía: “¡Joder, cómo nos condiciona la economía!”. Estaba tan enmimismado en que todo era dinero, todo tenía que ver con el dinero… Tanto que, no podía coger a un colega y decirle “métete en esto”, porque él no iba a estar en ese momento de tanta obsesión como yo con el tema.

Y han entrado colegas en la de “Perepapa” (Iuve Botticelli y Erebo, NdR) porque esa canción nos salió a la vez, juntos los tres, y sí que encaja con un bajón que me da en el disco. Como que tenía cabida en un momento en que me da una bajona después de haber intentado hacerme rico. No sé, más o menos es cómo yo veo el disco hoy en día. Que cuenta cómo me intento hacer rico y me voy enfadando con mis amigos que no mueven el culo, y al final digo: “¿Qué tontería es ésta?” Entonces coincide que, en ese estado de tontería, salió esa canción. Que si ya no me fío de los demás, que si no me fío de nadie... También es muy paradójico que justo en la que digo que no puedo confiar en nadie, resulta ser una colabo con otros dos, y la única colabo del disco, pero… Las cosas de la música.

“No es que el disco sea conceptual porque yo me haya sentado a desarrollar ese concepto, sino que en ese momento concreto, todo lo veía a través de ese filtro. El del dinero”

En la entrevista con la Chillma, Kiliki y Flako hablaban sobre el paradigma de clases. ¿Es posible que “Ceros” y su narrativa alrededor del dinero puedan enmarcarse también en el contexto de la cuestión de clase?
Es que hay una cosa que no está cogiendo la gente, porque cuando hago esa escisión entre cero a la derecha, que sería una persona con pasta, y cero a la izquierda, que sería una persona pobre, yo no estoy siempre a la izquierda. Porque por ejemplo, cuando estás marroneando, en ese momento eres un cero a la derecha. Y tus colegas, ceros a la izquierda que te ven, aunque suena muy turbio, como el que tiene el poder en esa situación, el que tiene el dinero. Y les estás cogiendo la rabia que le coge un pijo a un pobre. Estoy hablando de eso también.

O sea, en el disco no estoy diciendo que “yo soy pobre y fuck ricos”. También digo eso, por supuesto, pero estoy contando también esas veces en que soy yo quien tiene el botere económico, estoy siendo también a quien le dan coraje sus amigos que están ahí… ¿Me entiendes? Me he visto en esa tesitura de ser… Se explica muy bien en “Ceros a la derecha”: primero a mi colega lo mando a tomar por culo veinte veces, porque para él soy el cero a la derecha, pero cuando viene el guiri, el millonario, me pongo a sus pies mientras a mi colega le hablo todo mal. Porque con el guiri, soy yo quien intenta sacar provecho, pero con el colega, soy quien está intentando que no se aprovechen de mí, que no me saquen ni mi dinero, ni mi paz mental.

¿Qué relevancia tienen las drogas para Ben Yart, como músico y como persona?
Pues es un poco también según. Si justo en una época en la que tienen mucha importancia, pues en la música se va a reflejar. Y si es una época en la que no tengan tanta importancia, pues a lo mejor puede haber incluso alguna alusión a “qué guay, esta semana no he pensado en ningún momento en cogerme un pedo”, por ejemplo. Tengo una que dice justo: “Hoy he estado con Cheto y estaba que flipas, en vez de drogarnos, he comido pipas”. Pero sí que tienen relevancia, porque fíjate tú, que hasta cuando no estoy consumiendo, tengo que decir que no estoy consumiendo. Pero bueno, también tengo muchas canciones donde no hablo de consumo, hablo de un gatito y a tomar por el culo.

¿Qué ha cambiado para ti desde aquel chaval que hacía rimas en el barrio hasta el Ben Yart de hoy en día?
Pues nada, la verdad. No sólo hacía rimas, también tocaba la guitarra, también cantaba. De hecho, lo de las rimas sólo lo hacía grabando. A ver si me explico. Yo lo de rapear y eso… En mi plaza nunca he rapeado. Yo en mi plaza tocaba la guitarra y algunas pocas veces me he atrevido a cantar. Cantar se lo dejaba más a los demás. Lo del rap era en el estudio, y en la plaza era más rollo… Ya sabes. ¿Y qué ha cambiado? Nada. Nada, la verdad. En ese sentido nada. Pues que sé más, y tengo más recursos y más gente ayudándome. Entonces sale más guapo lo que hago. Eso ha cambiado.

Háblame de la plaza y la guitarra, y ese rollo que comentas, que es muy gitano. Porque tú eres merchero, ¿no?
No, no, lo que pasa es que en mi plaza… No es que me haya criado con gitanos, pero… De hecho, yo he criado a gitanos. En mi plaza eran todo pisos de estos como las casas baratas en The Wire, y solíamos estar en la calle con la guitarra y eso, y yo mamaba de ellos todo lo que podía, porque veía que tenían… Me juntaba con mucha gente que hacía música en Mendillorri, pero los que más sentía que la vivían, eran ellos.

Me sorprende eso que dices de que sólo rapeabas o sólo cantabas en el estudio, porque tu lírica me gusta mucho y tiene mucho de gitaneo, de versionar a Parrita…
Esa canción de Parrita (“No Me Lo Tengas en Cuenta”, NdR) la cantábamos día sí y día también.

Es que tu lírica me recuerda mucho a Los Delinqüentes.
Sí, sí. Garrapatera. Sí, sí, también la considero así, sí. Yo también lo veo.

¿Porque tú qué música escuchas o qué artistas son tus referentes?
Pues uno podría ser Migue Benítez. No sé, es que me quedo con canciones en vez de quedarme con artistas. Mucho. Con artistas he estado, pues… con Yung Beef, Capullo de Jerez, Parrita, Dellafuente, Cecilio G… Pero ya te digo, no es tanto quedarme con ellos, sino con alguna canción suya o con alguna parte de su personalidad que se me quede en el cerebro. Pero yo no he sido nunca muy de obsesionarme con un artista. Nunca he tenido como esa época en la que se nota mogollón en quién te inspiras, ¿sabes? Para bien o para mal. Ha sido siempre todo un batiburrillo de cosas que no sabía ni yo de dónde lo estaba sacando. Por la mañana, a lo mejor estaba con estos, con los gitanos, con la guitarra, con no sé qué. Luego, por la tarde, en el colegio estaban poniendo rap. A la noche, me iba a un festival de techno. Y todo eso lo he estado mamando, en ningún momento dije “yo quiero ser éste”, como pasa a veces.

Por ejemplo, yo tenía un colega que se inspiraba mucho en Kase O. Y quería ser como Kase O. Entonces, quería tener dos maquetas primero, un disco después, igual que había tenido él. Hasta ahí llegaba la obsesión. Le pasaba que, cuando él estaba haciendo una letra, intentando psicoanalizar por qué estaba tan bloqueado, llegué a la conclusión de que, cuando estaba escribiendo, si veía que “esto no es algo que haría Kase O”, iba por otro lado. Y claro, si tu intentas ser Kase O sin ser Kase O, es como si te obsesionas con la comida colombiana y en tu huerta no hay cilantro. Y tú en ningún momento te atreves a echarle otra cosa, porque eso no haría un colombiano. ¡Pero no tienes cilantro! Entonces a tu música le falta sabor. Porque no llegas a tener los sabores que tiene ese plato, pero no te atreves a meter otros distintos. Entonces yo, si me gustaba la cocina colombiana, pues cogía algo de ella, pero después, a la hora de la verdad, cocino con lo que tengo. Como se ha cocinado siempre en casa.

Tu música tiene un punto bajonero, no sólo en los beats, también esas letras que surgen de la bajona, de esas repeticiones del palique de mañaneo. Pero luego eres una persona muy positiva.
Es una cuestión de porcentaje en el estudio. En el estudio he tenido más momentos oscuros que alegres. Es una cuestión de costumbres eso. De no hacer música cuando estoy en plan… Cuando estoy muy contento, me apetece irme de fiesta en vez de quedarme en el estudio a hacer música. Los días que tengo ganas de encerrarme, estudio. Voy al estudio. Entonces sale música de persona que tiene ganas de encerrarse. Pero soy una persona que tiene también muchas ganas de vivir. Cuando las tiene. Pero no solía ir al estudio. Ahora sí. Ahora que estoy más a gusto en el estudio que de fiesta, tengo muchas más canciones alegres que antes. Creo que puede ser ese el motivo.

¿Qué aporta Ben Yart que no estuviera aportando HOFE?
Puff… Hostia, no sé… Es que además justo me preguntas por un colega. Pues a ver… No se me ocurre nada gracioso… Pon… Pon que… ¿Qué puedo aportar? Un mayor nivel de apropiación cultural.

Me gusta mucho todo lo que hace Adrián Visión, y la portada de “Ceros” no es una excepción. ¿Qué puedes contarnos sobre el artwork y su trabajo?
Le expliqué el concepto y salió poner un tíquet, que el tracklist fuera un tíquet. Me preguntó si íbamos a poner una hora y dirección especiales, y puse la hora y la dirección de una historia que tenía hecha hace mil años. Un vídeo que tenía hecho hace mil, en el Navarpan, el sitio en el que solía estar con mis colegas despachando.Y pusimos un tíquet con la fecha del vídeo y esa dirección, la del Navarpan. ¿Y qué más te puedo contar? ¡Ah, sí! Al principio él lo quería rojo, y le hice la faena de hacérmelo verde. Que le jodió bastante, la verdad. Él no lo veía para nada, pero se portó y al final me dijo: “me has contratado para hacer tu movida, y la vamos a hacer como quieres”. Y me la hizo verde. También me la paso roja por si cambiaba de opinión. (risas)

Para el disco de remixes, como VVV [Trippin'you].

Pues sí, algo así podíamos hacer. La verdad es que está todo guapo, lo tengo que aprovechar.

Para terminar, si quieres añadir algo o matizar lo dicho, éste es tu espacio.
Me gustaría que quedase constancia de que, para mí, no es que el disco sea conceptual porque yo me haya sentado a desarrollar ese concepto, sino que en ese momento concreto, todo lo veía a través de ese filtro. El del dinero.

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