¿Cómo ha sido el proceso hasta llegar a este álbum? ¿Ha habido momentos de indecisión? ¿Pensaste en un momento en que estas canciones fuesen de otro proyecto y no de El Palacio de Linares?
Raúl y Álex viven en Pamplona y yo en Madrid. Generalmente, yo les mandaba una letra por email y ellos respondían con una demo prácticamente terminada. A partir de ahí abríamos un documento colaborativo sobre el que íbamos opinando todos (ya incluido Yon Vidaur, el productor) sobre cómo creíamos que habría que abordar la canción en el estudio. Luego ya en la grabación, aunque todos pasamos por ella, el mayor peso recayó en Yon y en mí, con muchas partes improvisadas contrarreloj, incorporaciones de MIDIs y sonidos completos de las demos previas, recortes en las mezclas (casi todas las canciones duran al menos 30 segundos menos de lo previsto)... Una semana de mucho estrés y bastantes bocadillos de cangrejo procesado. Durante mucho tiempo ni me planteé si esto era El Palacio o no, pero en la etapa final estaba bastante claro que debía seguir siéndolo por fondo y forma.
Después de varios cambios de formación desde que en 2012 se publicara “Himalaya”, eres el único superviviente de la formación inicial, ¿o hay algún intangible que también se mantiene? ¿De quién son los coros femeninos que suenan en algunas canciones?
Sí, sólo quedo yo de aquella formación. Ángel ya salió del grupo nada más terminar de grabar “La espalda de un perro”. Mariví en cambio no participó en ese cruce de correspondencia entre los tres y quizá carecía de sentido el que viniera a las sesiones de grabación (aunque hubiese molado, la verdad). Hay coros de Asier Espagueti, Mireia y Elena. Lo de Asier tiene gracia porque nos lo encontramos casualmente en una cafetería tétrica del polígono industrial en el que estaba entonces el estudio y ya le liamos para la causa.
“Quería hacer un homenaje indisimulado y rozando lo patético a The Feelies, uno de mis grupos favoritos”
El hecho de que dos terceras partes del grupo estén en Pamplona, ¿hace que el directo sea más secundario?
Sí, es una faena esto, se hace muy complicado ensayar y preparar un directo medio decente. Aún estamos dándole vueltas a cómo resolver el tema, pero con un poco de suerte antes de final de año estaremos tocando por donde nos dejen.
En los comentarios que hacías al ir presentando algunas de estas nuevas canciones en distintas webs, decías, creo que al hablar de “Lava”, que en el disco había una especie de patrón: que siempre ocurriera algo al final de las canciones. ¿Lo habéis cumplido a rajatabla? Al final, ¿la clave está en esos arreglos inesperados, en esos pequeños detalles?
Sí, esto es algo de lo que nos fuimos dando cuenta al escuchar las demos. Raúl, supongo que inconscientemente, había ido sugiriendo esto en casi todas las canciones. Al llegar al estudio lo respetamos e incluso potenciamos, me parece un modelo de canción pop brutal. De hecho, el final de “Recto y quieto”, y por tanto del disco, para mí es de lo mejor que hemos hecho nunca.
“Senteemienties” es un nada disimulado homenaje a The Feelies, guiño incluido a “The High Road”. ¿Es uno de los grupos que más han marcado la manera de hacer las cosas en El Palacio de Linares?
Exacto, quería hacer un homenaje indisimulado y rozando lo patético a uno de mis grupos favoritos. Como bien has observado, los versos en inglés están sacados de “The High Road” (¡qué canción!) y en la letra se menciona ese truco maestro que hacen siempre los Feelies de empezar a golpear la caja de la batería a mitad de canción. Ya en canciones como “Rojo hígado”, del primer EP, había mucho de las guitarras Feelies…
“No creo que tenga mucha importancia el si forman parte de mi realidad las historias contadas en las letras”
¿Dirías que en estas canciones se refuerza aún más la base rítmica, lo que precisamente hace que las propias melodías tengan mayor presencia?
Puede ser, aunque quizá tenga más que ver con la producción. Tanto el bajo como la batería fueron improvisados uno el primer día de grabación y el otro el segundo. En mi caso, el de la batería, sí que intenté que fueran ritmos muy sencillos pero que el patrón de bombo cambiara, aunque fuera de manera mínima, en cada canción.
¿Cuánto de “basado en hechos reales” hay en las letras? Y no me refiero tanto a determinadas frases o momentos (“hemos quedado a follar y te he acabado contando que a veces no aguanto y pienso en la muerte”, por ejemplo) como al ‘atrezzo’ de las canciones: ¿Existe ese italiano de abajo que se menciona en “Hemos quedado”? ¿Clava de verdad los spaghetti carbonara?
No creo que tenga mucha importancia el si forman parte de mi realidad las historias contadas en las letras. Son casi siempre ideas sueltas que de repente, en minutos, se convierten en letras completas. Supongo que a veces tiene más que ver con algo concreto y real y otras menos. Por otro lado, los carbonara existen y están de puta madre.
En la trayectoria de El Palacio De Linares hasta ahora ha habido un cierto “malditismo”, cambiando de formación, separándose, disolviéndose… y finalmente volviendo. ¿Hay ahora vocación de continuidad?
Estamos haciendo canciones nuevas y suenan bastante majas. Veremos.
Hace unas semanas, escribían en el blog “Un marino en la orilla” algo con lo que estoy muy de acuerdo: que éste era un disco que llega donde solo el gran pop lo hace. Pero, ¿qué es para ti el pop?, ¿cómo lo definirías?
Para mí es una manera ligera de afrontar los grandes temas recurrentes en el arte. Escucho música de todo tipo, pero nada me estremece más que Pete Dale cantándole al amor a su manera, o que unas guitarras jangle que te mecen y te predisponen a entrar en la canción.
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