“No entendemos el negocio de la música actual”
Entrevistas / Crudo Pimento

“No entendemos el negocio de la música actual”

Kepa Arbizu — 28-07-2023
Fotografía — Pilar Morales

Inclasificables pero al mismo tiempo genuinos, el dúo murciano conformado por Raúl Frutos e Inma Gómez vuelve a revolver su ya de por sí inabarcable suelo estilístico para ofrecer al oyente una experiencia sonora donde nada está vetado y todo está permitido.

Hablar de Crudo Pimento como una revolucionaria y rara avis dentro de la escena musical de nuestras fronteras además de un tópico resulta una media verdad, ya que, en realidad, ellos mismos son su propio estilo y universo, alimentado, eso sí, de tantas influencias o referencias como sus inclinaciones creativas marcan. Capaces de maridar el grindcore con los ritmos jamaicanos sin atisbo de prejuicios, su nuevo disco “El Carmen 13:7” (El Carmen / Industrias Bala, 2023) aposenta en su turbulento escenario a sonoridades derivadas del folklore local como procedente de lejanas dunas. Un fascinante y arrollador nuevo capitulo que merece, más allá por supuesto de su escucha atenta, entablar una conversación con sus creadores.

Este disco llega casi cuatro años después de “Pantame”, un trabajo más asequible, apoyado por un sello importante como Everlasting y contando con un productor externo, pero que también supuso vuestra propia renuncia a un proyecto que os podía haber llevado a hacer “las Américas”. ¿Ha supuesto este disco actual una necesidad por recuperar vuestra esencia y condición natural como delata parte de su título?
Así es, con “Pantame” vivimos algo parecido al “sueño americano”; iba a tener una continuidad con una segunda parte, volvimos a Nueva York para empezar a registrarla y entonces llegó la pandemia. Nos hizo abrir los ojos en cierto modo, el trabajo que se empezó a gestar allí no nos convencía, teníamos ya todo el material compuesto y grabado en casa, y la visión que sobre esas canciones ya hechas proyectaba el productor nos alejaba de nosotros mismos, no era sincera ni honesta con nuestra forma de funcionar en este rincón del desierto. Decidimos terminarlo en casa con nuestros propios medios, como siempre hemos hecho.
No entendemos el “negocio de la música” actual, su marketing frenético, el hacer las cosas para que funcionen fugazmente en este mundo de locos que son las redes sociales. El arte va por otro camino, el camino de la ruina, seguro, pero por otro camino al fin y al cabo. Comentado esto, por otra parte, hemos de decir que sentimos gran cariño, respeto y gratitud por un sello que nos ha tratado de una forma increíble en todo el periplo que hemos recorrido juntos.

Uno de los pilares sobre el que sustenta buena parte de este trabajo son unas líneas melódicas de ascendencia arabesca, ¿fue buscado ese común denominador?
Surgió de forma natural, tiene que ver con el barrio en el que vivimos y también con la música que solemos escuchar a diario, al menos en estos cuatro últimos años. Algunos de los instrumentos que hemos fabricado nos acercan en su ejecución, de algún modo, a esa sonoridad. El resultado involuntario es una suma de todos estos factores.

Es interesante contemplar y analizar el instinto de supervivencia humana en su más cruda esencia”

Otra de los hilos conductores es vuestra adaptación del folklore local, ¿sentís que el rock hecho en nuestras fronteras vive demasiado eclipsado por el influjo anglosajón y está negando la atención a un tesoro cercano?
No sentimos ni mostramos ningún tipo de posicionamiento a la hora de reivindicar nada. He crecido en una zona de la huerta en la que por las tardes, desde la adolescencia, tocaba en cuadrillas de música tradicional y por las noches en bandas de grindcore, metal y hardcore en garajes entre limoneros y vinagrillo. Ha sido este hecho una escuela y coctelera natural. La reivindicación de las raíces por parte del negocio actual para vender productos es algo que hace tiempo está saturado y se hace bola. Nunca ha sido nuestra intención subirnos a ese carro mediático que de algún modo se ha convertido en una burbuja.

Como siempre, vuestro estilo es una suma de un montón de influencias variopintas y de procedencia dispar, ¿hasta qué punto necesitáis sentir cercanía y afinidad por un tipo de sonido para que este acabe reflejado en vuestra manera de hacer música?
Casi siempre es una obsesión. Siempre nos ha sucedido esto, por ejemplo, con la música y cultura jamaicana. Formamos hace muchos años una banda de Mento en Murcia, The Ben Gunn Mento Band, para ello revisitamos y construimos nosotros mismos los instrumentos tradicionales con los que esta forma de folklore antillano se ejecuta. Necesitábamos tener exactamente ese timbre y vivir muy de cerca esa forma de hacer, sin necesidad de viajar a Port Antonio.
Bucear en mágicas grabaciones de campo registradas con los medios mínimos y leer sobre la tradición musical de distintos y remotos lugares del globo es algo importante para nosotros. Estaremos eternamente agradecidos a Henrietta Yurchenko y a Alan Lomax por habernos hecho viajar y sentir de una forma muy cercana los lugares y momentos a los que nunca podremos viajar.

A pesar de esa amalgama de influencias que manejáis vuestra querencia os lleva a manifestaciones musicales puras, allí donde no hay artificios...
Es una suerte de conexión con los espíritus, con los demonios y presencias que a veces llegan gritando de forma pura y te hacen encerrarte en una estancia por meses en la que llegas a cierta impermeabilización y puedes sudar y destilar algo parecido a un ectoplasma de forma inconsciente e involuntaria.

Sabemos que sois especialmente prolíficos, ¿Os ha acostado elegir las dieciséis canciones del disco?
En principio, "El Carmen" iban a ser cuatro discos dobles, pero decidimos a última hora guardar el resto de material, que podrá ver la luz algún día o quedará guardado en un cajón para siempre. Ahora estamos grabando otro nuevo en una onda completamente diferente, trabajamos a su vez en un disco de pasodobles y otro basado en la tradición percusiva militar. De entre todas estas grabaciones que se van generando al final surgen puntos de encuentro entre sus sonoridades, es así como compilamos los discos.

En el repertorio del disco hay canciones donde se mezclan muchas influencias (“Ojo de gallina” o “Tomorrow Is a Monster”) mientras que otras son más desnudas y orgánicas (“Carbón será la noche” o “Hueso ardiendo”), ¿a la hora de componer soléis tener decidida cuál será la naturaleza de una canción o ésta va mutando?
Todas las canciones parten de improvisaciones que quedan registradas al instante. Siempre lo hemos hecho así. Después volvemos sobre ellas o directamente quedan en la forma primeriza en la que han llegado y se han grabado. No hay una concepción o punto de partida estilístico o formal previo.

En esa mezcla radical y por momentos violenta, musicalmente hablando, que se produce en el disco hay mucho espacio también para un tipo de canto religioso, místico, ¿vuestra música persigue a su manera alcanzar un ámbito espiritual?
En cierto modo sí, consideramos que las formas musicales más puras y sinceras se encuentran ligadas al ámbito religioso y ceremonial, desde hace milenios. Nuestro respeto y querencia por este tipo de expresión humana es algo que nos alimenta día a día. De las Salves de una campana de Auroros de la huerta profunda murciana, pasando por la obra de Arvo Pärt o tambores Nyabinghi jamaicanos al canto del Corán; todo esto suena continuamente en casa.

En el título del álbum ademas hay una evidente referencia a la grafía bíblica, una numeración de versículos que nos puede llevar, por ejemplo, a los que dicen: “Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después”. Teniendo un estilo tan particular y un disco con 16 canciones que rechazan el formato clásico de estrofa-estribillo, ¿de qué manera contempláis vuestra relación con un oyente que, por lo general, persigue la inmediatez y una estructura clara directa?
Volvemos a citar a alguien a quien tenemos gran respeto y cariño y que nos dijo: “no entendéis el negocio de la música”... Toda la razón tenía.

Otro de esos versículos bajo dicha numeración reza: “Cuando ustedes oigan de guerras y de rumores de guerras, no se alarmen; es necesario que todo esto suceda, pero todavía no es el fin”. Teniendo en cuenta que vuestras letras son cripticas, oscuras, apocalípticas y con la muerte muy presente, ¿estos años de pandemia han supuesto un incremento en ese sentimiento de gran debacle humana?
Sin duda, somos espectadores de un espectáculo fabuloso y caníbal; circo, leones y el último single de la última sensación que no te puedes perder hasta que haya otra dentro de cinco minutos. Es interesante contemplar y analizar el instinto de supervivencia humana en su más cruda esencia. Más carbón a la caldera, la traca final del castillo pirotécnico será maravillosa y divertidísima.

Como es habitual vuestra portada es impactante y pertenece a un dibujo hecho por Cascales, ¿de qué manera trabajáis ese aspecto: le dejáis total libertad, le dais alguna pauta previa, le enseñáis antes las canciones…?
Llevamos trabajando con este artista moratallero desde el inicio de nuestra andadura, no entendemos nuestra obra si no está ligada a la suya. Es ya parte de nuestra familia más cercana. Nunca sabemos qué va a pintar hasta el último momento, justo antes de mandarlo a fábrica. De una forma mágica esa imagen que nace de su cráneo privilegiado, su espíritu punk y sus manos siempre representa a la perfección lo que contiene el disco. Hay siempre un ritual de presentación de la obra, en el cual nos deja sin palabras a la hora de descubrir el lienzo. El último representa un hueso ardiendo, eso significa mucho, eso significa todo y la nada a la vez.

Vuestras letras son igualmente impactantes, muchas veces las tiendo a ver relacionadas con imaginarios surrealistas, ¿cómo se realizan las letras, surgen de manera libre e inspiradora a raíz de tener la parte musical de una canción o nacen de manera independiente y luego se coordinan?
Para este disco el proceso ha sido a la inversa, Raúl ha escrito una colección de poemas en los últimos cuatro años. Se han ido vistiendo con música inmediata en nuestro humilde e itinerante estudio en sesiones de noche y madrugada.

Estamos acostumbrados a escuchar que hoy en día cualquiera con unos manejos mínimos de la informática puede realizar una producción profesional. Vosotros sin embargo usáis micrófonos rotos y elementos muy caseros, ¿creéis que esa accesibilidad tecnológica lo que ha hecho es traer una mayor homogeneización en el sonido?
Con lo que tengas a mano haz lo que puedas, sientas y quieras. Los medios técnicos son un trampantojo, la imaginación encontrará el camino aunque tu obra sea registrada con un walkman en una cinta o una nota de audio de un teléfono móvil.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.