“Claro que es un puñetero disco de ruptura”
Entrevistas / Bill Ryder-Jones

“Claro que es un puñetero disco de ruptura”

JC Peña — 03-02-2024
Fotografía — Archivo

Terminará este año recién empezado y difícilmente tendremos un álbum con canciones más majestuosamente bonitas que “lechyd Da (Domino/Music As Usual, 24), con el que Bill Ryder-Jones refina su magisterio en el noble oficio de hacer canciones tristes.

En la época de la tiranía del Zoom y otros medios digitales, siempre es un lujo quedar en persona. La cita es en el hotel céntrico de iconografía rockera que da pie a comentarios graciosos del británico. Se excusa por sus constantes bostezos -“es que he dormido del tirón, cuando normalmente no pego ni ojo”- y maneja nervioso un cigarrillo a la espera de poder salir a fumar.

Bill se muestra tan cariñoso como dueño de un sarcasmo amargo, y evita cualquier asomo de autobombo. Tímido y travieso, el ex guitarrista de The Coral se explaya con su acento del norte cuando habla del proceso artesanal que le lleva a sus discos. Es esa sensibilidad a flor de piel y su tendencia natural a la melancolía el combustible de estas nuevas canciones cuya delicadeza y sinceridad descarnada llegan al alma. Maravillas como “If Tomorrow Starts Without Me” o la gloriosa “Thankfully For Anthony” se explican por sí solas.

Han pasado más de cinco años desde que hablé contigo en relación a tu anterior LP. Pandemia de por medio, por supuesto. ¿Cómo ha sido todo este tiempo?
Difícil. Es que apenas me siento totalmente recuperado de todo aquello. En Inglaterra no se habla del tema, como si no hubiera pasado. En Francia todo el mundo comentaba lo horrible que fue. Sólo de recordarlo se me ponen los pelos de punta. Perdona, voy a estar bostezando todo el rato, qué maleducado soy. Necesito un café. En realidad no tomo café, así que…

No pasa nada. Cuando vi el disco, sin escucharlo, me dije: qué cuadro tan precioso para una portada. ¿Es tu pueblo o algo así?
No, es un lugar en la costa este de Escocia que se llama Crail. Es donde vive (el compositor) King Creosote. Lo encontré un día en Instagram. Como no soy una persona muy visual, el arte de los discos se me hace extraño. Es súper importante, pero cuando llega el momento nunca tengo ni idea de qué hacer. Un día estaba pasando fotos en Instagram sin ton ni son y por alguna razón vi que tenía sentido. Es la casa en la que vive el disco. El pintor se llama Dale Bissland y es actual, de hecho es más joven que yo. Pinta al óleo con esos tonos apagados. Tiene mucho talento.

“Ha sido una experiencia muy gratificante, echo de menos trabajar en este disco”

Y es perfecto para un LP de canciones hechas desde el corazón. Me ha sorprendido la cantidad de arreglos orquestales que tiene.
Mucha de la música que escucho tiene un montón de arreglos, de instrumentación, más allá de los típicos grupos de guitarras. Cuando escucho a Burt Bacharach, lo hago más bien oyendo a Kenny Bruce y su orquesta tocando sus canciones. Y tienen arreglos preciosos. Me encanta oír esas cosas. Creo que en su momento estaba produciendo un disco que tenía cuerdas, Michael Head.

Además, en Liverpool hay una larga tradición de pop orquestado…
Sí, sí. Desde luego pretendía hacer algo en la línea de los últimos discos de The Beatles, donde hay tantas ideas. Quería que hubiera mucha información. Tanta como fuera posible, sin que llegara a ser un desastre.

No cabe duda de que el gran tema es cómo superar una ruptura, un asunto inagotable. Que te rompan el corazón sigue siendo universal. ¿Tenías planeado explorarlo?
No tenía ninguna intención (risas amargas). Compuse las tres o cuatro primeras canciones del disco con la persona de la que estaba enamorado a mi lado, durante el primer confinamiento. Trataba de impresionarla, de hacer música que le flipara. Cuando nos separamos, no pude ni acercarme a ellas durante mucho tiempo, pero al final fui capaz de retomarlas y hacer una especie de viaje completo. En gran medida la primera mitad del disco trata de estar con ella, y el resto plantea cómo superar no estarlo (risas). Pero tienes razón, es una experiencia muy humana. Cuando me preguntan, suelen decirme que no es sólo un disco de ruptura. Y yo les digo que claro que es un puñetero disco de ruptura (risas). No me siento culpable de que lo sea.

Bueno, hay álbumes sublimes al respecto. Se me ocurre “Berlin”, de Lou Reed.
Un disco maravilloso.

¿Tenías alguna referencia específica en tu cabeza?
No. No había ningún disco o artista que quisiera imitar. Confío en lo que soy. Estoy encantado de reconocer cuando robo alguna idea, pero en este caso quería hacer un disco más honesto y sincero respecto a todos los que tengo. Los otros creo que son yo en un momento concreto, mientras que con éste creo que se resuelve algo malo que me afectaba al corazón.

Suena muy atemporal, clásico en el buen sentido. La canciones tienen esa cualidad onírica, como si te metieran en un sueño.
Siempre trato de llegar ahí, pero no sé cómo conseguirlo. Está muy bien que lo sientas así, pero no sé cómo hacerlo. Trabajaba cada canción individualmente buscando el modo. Y una vez estaba contento con ella, pasaba a otra. Después se traté de juntarlas para crear un álbum. Ha sido una experiencia increíblemente gratificante. Echo de menos no estar trabajando en este disco.

“Estoy encantado de reconocer cuando robo algo, pero en este caso quería hacer un disco sincero”

Supongo que te gusta la parte técnica de la grabación. Has vuelto a ser tu propio ingeniero y productor.
Sí. Si tuviera un ingeniero, haríamos las partes de piano en un solo día y cosas así. Me ahorro estar todo el día subiendo y bajando escaleras. Y me gusta estar solo cuando grabo. Le dedico mucho tiempo al sonido. Me encantan los primeros discos de Neil Young, con aquel estéreo antiguo. Oyes un poco de guitarra por aquí y la batería por allá, pero se cuela un poco de batería con la guitarra. Y le dedico mucho tiempo porque como grabo yo casi todo, obviamente no hay grupo tocando todos juntos. Y cuando grabas cosas por separado, todo puede sonar muy plano. Estoy muy orgulloso, por ejemplo, de la primera canción: cuando entra el bajo se puede oír la vibración de la batería, como si estuvieran en la misma sala, pero se grabaron en días diferentes.

Es una locura. ¿Qué grabas primero, las baterías?
Normalmente parto de un piano y una guitarra en la parte de arriba. Mi estudio es una habitación pequeña del tamaño del ascensor a la pared (señala una parte del lobby del hotel). Y arriba tengo una habitación del tamaño de esta alfombra. Habitualmente empiezo arriba. Y después, mucho antes de terminar las letras, empiezo a grabar ideas, un montón de muestras de batería, que me subo arriba para que las cosas no suenen tan distintas a la canción final. Salto de una cosa a otra según me van saliendo ideas. Porque suelo ir al estudio por la mañana, trabajo en algo, hago una mezcla rápida y me voy al pub a escucharlo mientras me tomo algo y escribo un montón de notas. Después me voy a casa, me hago un par de canutos y trabajo algo más.

Parece un trabajo muy artesanal, ¿no?
Hay mucho trabajo de edición. Y, de nuevo, una de las cosas que menos se dicen de este oficio es que el objetivo es que parezca que la canción te haya salido de chiripa. Hay veces que a la canción le gustas y sale muy rápidamente, como pasó con ésta, y otras que se regrabaron y reescribieron, pero se hacen sonar como si hubieran salido fácilmente.

Háblame del título. Es galés, si no me equivoco, y significa “Buena salud”. ¿Es verdad que se lo comentaste a Gruff Rhys (Super Furry Animals) para que te diera el visto bueno?
Sí, es amigo. La cuestión es que los galeses odian tanto a los ingleses como los escoceses. Les odian tanto que tienen su propio idioma. Eran los pobladores originales de la isla, y con las sucesivas invasiones les fueron expulsando. Su lengua era el idioma original de la isla. Así que hay una larga historia de odio ahí, y hay que tener cuidado. No hay que molestar a nadie. A Gruff le quieren en todo Gales, de modo que nadie se va a quejar si a él le parece bien.

“Una manera grandiosa de decir algo es poner a seis niños gritando”

Con letras tan crudas como las que hay en este disco, me pregunto si hay veces que te dejas algo en el tintero.
Sí, guardo muchos secretos. Hay muchísimas canciones sobre cosas malas que no he escrito, porque no quiero que el mundo sepa de ellas. Cualquier cosa que pase el corte está bien. La única que me costó fue “If tomorrow Starts Without Me”, porque no quieres afectar a nadie. En líneas generales, cuando escribo una canción no pienso en nadie en concreto, pero a posteriori, cuando la escuchas, puedes pensar que es demasiado explícita para lo que quieres decir. Hay bastantes cosas que reescribí para que fuera más…

Atemporal.
Sí. Esa canción, de hecho, es la única que no habla de algo que me pasara en esos tres años. En el resto, en realidad no miento. “Thankfully For Anthony” pasó…Te mata no decirle a la gente cómo te sientes, y por alguna razón, durante la mayor parte de mi vida no me han escuchado mucho. Empecé a hacer canciones y ahora vaya si me escuchan (risas).

¿Me puedes hablar más de “If Tomorrow Starts Without Me”?
Jugué con la noción de lo que pasará cuando me muera. Diría que soy un antiteísta: no es que no crea en Dios, es que estaría contra él en el caso de que existiera. Mucha gente maravillosa se obsesiona con la idea de lo que sucede tras morir. ¿A dónde van a ir? ¿Qué les pasará? Lo que hago es reformular la pregunta. ¿Qué pasa con los que viven si alguien se muere? Un planteamiento astuto y un poco tonto.

“No es que no crea en Dios, es que estaría en su contra si existiera”

En “…And The Sea…” se lee un fragmento de “Ulises”, de James Joyce. ¿Por alguna razón?
Fue porque se supone que Mick (Head) iba a escribir un poema o algo así y al final no lo hizo. El libro estaba en la estantería. El propósito de la canción era ilustrar lo poco que importan las palabras cuando oyes a alguien leer. Lo que quería era su interpretación vocal, que lo leyera a tiempo. Nunca he podido leer “Ulises”. Lo he empezado tres veces y me ha aburrido siempre.

Yo lo hice en español. Digamos que prefiero los cuentos…¿Y la referencia a “The Killing Moon” es tu homenaje particular a la canción de Echo and The Bunnymen?
Sí, pero simplemente porque estaba caminando mientras la escuchaba y me encajaba. Es una canción maravillosa. Pero se trata de la imaginería que despierta y cómo beneficia.

En cuanto a los niños del coro escolar que cantan en varias canciones, me da la impresión de que la idea de la infancia es importante para ti.
Lo es. Siempre lo ha sido. Envejecer se me hace cuesta arriba. Mi intención era meter algo de esperanza. Cada día que voy a currar al estudio paso al lado de un colegio, y está ese griterío demente de los críos. Es genial. Me encanta el sonido de los niños. Me anima siempre. Leonard Cohen lo usó en un par de canciones y Bill Callahan en algún disco de Smog…No tiene por qué ser un coro infantil. Una manera grandiosa de decir algo es grabar a seis niños gritando.

¿Cómo vas a llevar este disco al directo?
Bueno, nos apañaremos. Las canciones van a sonar un poco distintas, pero se puede hacer. El año pasado hicimos un par de conciertos pequeñitos para verlo. Y se puede hacer. Llevamos un cello y un pad para soltar un montón de sonidos de mellotrón. Seremos yo y otras cinco personas. Podemos hacer bastante ruido. Las únicas canciones que no haremos son las que tienen muchas cuerdas. No me importa lo de los pads, que el batería dispare sonidos y eso, pero no veo meter una orquesta o el coro de los niños grabados cuando tocas en una sala grande. Dicho esto, podemos tocar una buena parte del disco bastante bien. Y estamos buscando financiación para tocar un par de noches en un teatro con orquesta y coro. Sería una pena no hacer algo así.

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