Atlas de sonidos remotos

Viajar desde las páginas de un libro. La idea, aunque siempre atractiva, no resuena a priori nada novedosa, desde luego. Pero, si el viaje en cuestión se plantea en base a la búsqueda de sonidos recónditos desparramados por variopintos, aislados y lejanos rincones del mundo, la cosa cambia. Y mucho. Cambia tanto, de hecho, que el presente Atlas –efectivamente, el tomo en cuestión no puede ni debe definirse de ninguna otra manera– resulta impagable tras desprender un valor intrínseco (y al mismo tiempo emocional) extraordinario.

“Atlas de sonidos remotos” luce sobremanera como un producto tan original como detallado y bien fundamentado por su autor, Víctor Terrazas, quien evidencia haberse documentado a conciencia con la intención de completar la nada sencilla aventura en la que decidió enfrascarse. La misma que ahora comparte con cualquier lector que tome la acertada de decisión de perderse entre las páginas y destinos (un total de veintiséis) que alberga este volumen maravillosamente encuadernado y presentado por Ediciones Menguantes.

Desde un Iceberg a una Isla Volcánica. Desde la Estepa de Mongolia a la Patagonia. Desde Papúa Nueva Guinea al desierto del Sáhara. Desde el Tíbet al Espacio Exterior. Una tesis de cierto perfil científico y, sobre todo, humano, que aboga por el poder de los sonidos y la música como modo de expresión, transmisión y confluencia social. A los impecables textos de Terrazas se unen los igualmente impagables mapas e ilustraciones de González Macías, en una sinergia artística que resulta imbatible en atractivo y poso.

Un libro plagado de exotismo, conexiones impensables y curiosidades capaces de desarmar al lector, que además de viajar en el espacio, también lo hace en el tiempo hasta concretar ese instante en el que algún tipo de manifestación sonora desató un acontecimiento o tradición digna de mención. “Atlas de sonidos remotos” es, ante todo, un ejemplar precioso, de esos que resulta imposible no atesorar cada vez que entra en contacto con las manos. El resultado de aquella maravillosa locura en la que se vio envuelto Víctor Terrazas y de la que no solo ha salido indemne, sino también triunfante.