Sangre

Si Shotta abría su primer largo diciendo “este es mi desastre personal, mamá perdóname por este disco”, alguna de las temáticas de su segundo trabajo no resultan más esperanzadoras. Cuatro años han pasado desde “La Selva” y ese tiempo de paréntesis es el que ha inspirado a Shotta para culminar uno de los discos más esperados del rap nacional. La que es una de las lenguas viperinas que más ampollas ha levantado en los últimos años parece haber reflexionado y aprendido de los excesos del pasado y pocos son los recaditos polémicos que ha dejado caer entre líneas. A falta del picante, el sevillano se ha centrado en plasmar sus dramas personales que tantos quebraderos de cabeza y momentos esquizoides le han incitado. Con especial presencia etílica en sus párrafos (de hecho uno de los mejores cortes lleva por nombre “Alcohol”) Shotta ha querido mostrar que, aun habiendo pasado por momentos delicados, ha sabido reponerse, y signo de esa superación y vitalidad ha nacido “Sangre”. Compuesto por quince canciones, el hispalense vuelve a firmar una escucha cargada de estilo, rabia, energía e ingenio. Del nutrido apartado de colaboraciones con las que cuenta el disco, demasiadas para mi gusto, decepciona algo la aportación de Kase-O, que no luce a la altura de sus posibilidades. El peso instrumental del álbum recae en Big Hozone, uno de los mejores del género, que conoce perfectamente al rapero y muestra de ello es la compenetración que enseguida captará el oyente.