Supernatural Thing
Discos / M. Ward

Supernatural Thing

8 / 10
Raúl Julián — 17-07-2023
Empresa — Anti
Género — Indie folk

M. Ward aprovecha extraordinariamente los treintaicinco minutos que dan forma al que es su nuevo elepé, presentando un total de diez canciones entre las que se incluyen diferentes variaciones de su perfil creativo. El norteamericano prueba así su multifuncionalidad artística, ofertando unas maneras que, por enésima vez, quedan concretadas en torno a un disco que vuelve a venir con generosa capa de elegancia y buen gusto de serie.

“Supernatural Thing” se abre con la nostalgia folk de “Lifeline”, que encuentra lógica continuación en la preciosa “Too Young To Die”, asomando otra de las especificidades de la obra en cuestión: las colaboraciones. En este caso, son First Aid Kit quienes cantan junto al propio Ward hasta completar un sedoso dúo de aires clásicos y aspecto impecable. Es una de las joyas de la referencia, que da paso a la versión más pop del autor en la pieza que da título al lanzamiento y, además, luce un magnífico punteo de guitarra, enlazando con otro corte claramente pegadizo como es “New Kerrang”, en este caso firmado junto a Scott Mcmicken.

Por su parte, “Dedication Hour” y (la casi instrumental) “I Can't Give Everything Away” apuntan a un clasicismo extremo, con la colaboración de Neko Case y Gabriel Kahane en la primera y de Jim James (de My Morning Jacket) y Kelly Pratt en la segunda, mientras que First Aid Kit repiten aparición en otra pequeña gema, en este caso de cierta animosidad, como es “Engine 5”. Ya en el tramo final aparece la juguetona “Mr. Dixon” perpetrada junto a Shovels And Rope, antes de que la delicadeza de “For Good” y “Story Of An Artist” rematen la jugada y certifiquen otro álbum notable en la trayectoria de Matthew Stephen Ward.

“Supernatural Thing” es, en efecto, una obra que con sus cambios de ritmo cunde bastante más de lo que marca su minutaje, degustándose con facilidad y evitando al mismo tiempo perder pegada en escuchas sucesivas. Y, de paso, es también el título que vuelve a reconfirmar a M. Ward como uno de los autores más fiables y exquisitos de su generación, clamando para que el de Oregón sea reconocido, de una vez por todas, como uno de los grandes dentro de esa parcela estilística sita entre pop y folk.

 

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