Una nada lujosa habitación de un modesto hotel. Una gran cama de madera rodeada por paredes desnudas recubiertas de un horroroso papel pintado. Sentado sobre la cama, Matthew y su guitarra buscan ese momento de inspiración introspectiva que los lleve lejos, muy lejos, de esa insoportable soledad, de esa hiriente sensación de no acabar de lograrlo nunca. Ya no soy ni mucho menos un novato, se plantea Matthew, pero mi nombre no acaba de sonar entre el ciudadano de a pié y necesito un disco que llegue a ese ciudadano, por eso será un disco de grandes («Split Personality») y bonitas («If Time Permits») melodías. Será un álbum de elaborada producción («I Should Never Have Let You Known»), en el que invitaré a muchos músicos a inflamar mi sonido al máximo. Quiero que la gente silbe mis canciones («Future Shock»), se emocione con mi álbum («Trade Places») y, lo que es más importante, lo compre. Bueno, no sabemos si esto último lo pensó de veras, pero me jugaría los huevos, porque esta pequeña perla del rock americano puede funcionar de veras en el mercado más mainstream de su país y, qué queréis que os diga, me alegraría por Matthew.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.