La cantera
Discos / Guitarricadelafuente

La cantera

8 / 10
Yeray S. Iborra — 06-05-2022
Empresa — Sony Music
Género — Canción

La fórmula guitarra y voz lleva encandilando al público desde que Julio Iglesias paraba cañonazos en el Real Madrid. Es seguramente la versión más longeva, rentable y eficaz del pop. Es solemne pero asumible, desnuda y bella. Álvaro Lafuente ha hecho fortuna en los últimos cuatro años, desde aquel inesperado “Guantanamera”, gracias al candor de su cantar junto a unos pocos arañazos a las cuerdas.

Estaba por ver si esa comunión entre instrumento y pecho aguantaría un disco entero. En realidad, nunca se sabrá. Lafuente ha hecho trampas. A su habitual gravedad, ese peso específico que se desprende de las letras y de los dejes de su cante, recuperado de lo mamado en la localidad Las Cuevas de Cañart (Teruel), el músico afincado en la última temporada en Barcelona, ha sumado nuevas músicas de raíz a su obra.

Acompañado por Raúl Refree a la producción, Guitarricadelafuente ya no es solo guitarra y voz y la sorpresa de su imagen, esa cabellera rubia jovencísima, de solo veinticuatro años, en contraste con su escritura realista y de palabras vetustas y rurales.

En el debut de largo del músico, “La cantera” –título con un punto nostálgico, terreno donde él es ducho; “ahí viene la cantera”, les gritaban los mayores en el pueblo–, se funden la chicharra mediterránea de su Benicàssim natal, las raíces aragonesas y muchas otras cosas. De aquí y del otro lado del Atlántico. La casi rumba “Caballito”, el single vestido del clásico “Lágrimas negras”, “Quién encendió la luz”, o el fascinante experimento, de tono confesional y vientos sostenidos del gusto de Residente, “A carta cabal”, que cierra el disco. Y no sólo. “Mil y una noches” o “Redondico (como los albaricoques)” huelen a la colonia de Bon Iver en una noche animada. En “Amanita” su voz se hunde en los bafles y pasan a primer plano los arreglos mínimos que estallan en Arcade Fire. Primer tema donde los teclados ganan peso; los teclados cosen parte del álbum.

Lafuente ha hecho trampas. Está por ver si su comunión entre instrumento y pecho aguanta un disco. Tal vez nunca se sepa. Porque un Guitarricadelafuente bastardo aguanta, y con nota, un álbum –como diría el benicense y castellotano– enterico.

 

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