Futuras esposas
Discos / Las Odio

Futuras esposas

7 / 10
Beatriz H. Viloria — 17-03-2017
Empresa — Autoeditado
Género — Rock

Las embajadoras del “infraunderground” (término acuñado y defendido por ellas mismas) madrileño han subido un par de escalones para dar un toque de atención al panorama independiente y sus clichés. Y lo han hecho con un primer largo de sonido directo y discurso claro que tiene como objetivo poner tus neuronas en funcionamiento mientras bailas. Y no precisamente para averiguar qué demonios se oculta tras unas crípticas y poéticas metáforas, que pueden ser muy disfrutables, pero aquí no vienen al caso. En Futuras esposas, el contenido se impone al continente.

Con el costumbrismo como género preferido y una ironía tan afilada como las uñas de la portada del álbum, Las Odio ponen el foco sobre los listillos que no superan los estrenos discográficos de las bandas en Yo lo vi primero y animan a los adictos a las modas y al postureo a tener criterio propio, tanto en sus gustos musicales y culturales (A tu ritmo) como en sus opciones de ocio (Puede ser divertido). Con esas armas y siempre apostando por el lo-fi, han creado 10 temas que beben del post-punk, el garage, el pop sesentero y el yé-yé, recordando en su ejecución a Alaska y los Pegamoides, Vivian Girls o Undershakers. Riffs de guitarra, líneas de bajo, teclados y baterías se reparten el protagonismo –al igual que las voces– en la factura de melodías pegadizas que también sirven como vehículo de vivencias personales a la par que universales. Blackout habla de esas salidas nocturnas que se nos van de las manos y Un cuarto propio recoge el anuncio soñado de Idealista que no te puedes permitir porque sigues compartiendo piso a los 40, con referencia a Virginia Woolf incluida.

La escritora británica y la versión en castellano de la ochentera Lamette de la italiana Donatella Rettore no se cuelan por casualidad, pues la principal fuente de inspiración de Las Odio se encuentra en el movimiento riot grrrl. El activismo y los principios feministas y autogestionados que reunieron al cuarteto en el colectivo Sisterhood definen la dinámica del cuarteto (y no por ello han huido de los hombres en el proceso, eh, trabajando con Carlangas de Novedades Carminha, Luca Petricca, Brais Ruibal y Arturo Vaquero) y protagonizan su narrativa. Los dos ejemplos más claros son las Vitaminas –composición de sus inicios maqueteros- que se les vende a las superheroínas para ocultar el cansancio y el gran broche final, Indiespañol. Con unos punteos de aires aflamencados que nos recuerdan dónde estamos y un texto real como la vida misma, dibujan un fiel retrato del machismo imperante en festivales, salas y la industria de la música en general.

Ágata, Alicia, Paula y Sonsoles nos invitan a pensar y a reflexionar mientras bailamos, no con el puño en alto, sino empuñando sus instrumentos y con la pulsera de “artista” bien a la vista.

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