Firepower
Discos / Judas Priest

Firepower

8 / 10
David Sabaté — 26-03-2018
Empresa — Sony BMG
Género — Heavy Metal

Resulta curioso el significativo número de bandas heavies, de Twisted Sister a Scorpions, que tras anunciar su disolución nunca terminan de irse. El caso de Judas Priest parece distinto, y no solamente por la calidad de sus últimos trabajos. Poco después de comunicar su gira de despedida en 2011, el propio Rob Halford aclaró que dejaban los grandes tours temporalmente, algo comprensible por la salida de K.K. Downing y los problemas de salud que, ahora lo sabemos, ya arrastraba Glenn Tipton. Todo ello importa un poco menos tras darle al play a este pedazo de acero reluciente llamado “Firepower”, uno de sus discos recientes más inspirados y, probablemente, el más rotundo desde “Painkiller”. Con un sonido aplastante, con mucho más cuerpo y profundidad que el de su anterior “Redeemer Of Souls” (14), mérito, en buena parte, del binomio Tom Allom-Andy Sneap, las nuevas canciones sí recogen de aquel el elevado nivel compositivo y su marcado sentido melódico. No encontramos aquí piezas tan accesibles como “March Of The Damned”, pero sí tan pegadizas y épicas como “Down In Flames”.

“Firepower” remite tanto a “Defenders Of The Faith” y a “Turbo” como, en especial, al mencionado “Painkiller”, sobre todo en su tramo inicial, con las arrolladoras “Firepower” y “Lightning Strike”, en la senda de “Snow Patrol”. Los riffs sacan aún más músculo en “Evil Never Dies” y el tempo se ralentiza en “Never The Heroes”, con un estribillo con sabor a himno. El disco decae ligeramente en el tramo central de sus excesivos catorce temas, entre los que hallamos incluso un interludio de piano (“Guardians”), aunque “Rising From Ruins” pida a gritos un lugar destacado en futuros Best of. La recta final remonta sin esfuerzos con “Traitors Gate”, el groove de “No Surrender”, los riffs sabbathianos de “Lone Wolf” y la sentida balada clásica “Sea Of Red”.

Un trabajo demasiado largo pero con un montón de riffs y estribillos perdurables. Todo ello ribeteado por un Halford espectacular a sus sesenta y seis años y uno de los mejores debuts en Billboard (#5) en toda la historia de la banda. Con discos como este, Judas Priest pueden postergar su último adiós todo lo que quieran.

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