Los discos a veces se fuerzan y otras surgen sin más. No siempre es obligatorio rebuscar dentro de una idea o concepto. Si bien, en cada uno de los discos previos de Carola Ortiz había una excusa para hacerlo, ya fuese por una investigación o un anhelo. Ahora también, pero es diferente. No podemos decir que “Enllà” sea fruto de una casualidad y sí de una casuística. En esta ocasión, Carola se encontró una parte del trabajo ya hecha. Así pues, una cosa menos en la que pensar.
Los poemas de Dario Olaortua y la conexión con Argentona fueron el germen para que este disco se hiciese realidad. Con lo cual, es un disco en el que Carola ha tenido menos presión y que se ha tomado como un regalo de la vida. Es un juego en el que, como no, explora a través de sus poemas. De hecho, ella ya tiene esa vis, le gusta ver que hay tras cada aventura. Y en “Enllà” está ese amplio abanico de estilos que Carola ha abrazado durante su carrera: jazz, tango, swing, habanera o fado. Todo ello vestido con los arreglos y el clarinete de la propia Carola, y dos músicos que la acompañan en cada uno de sus viajes, la guitarra maestra de Bartolome Beranghi y el violonchelo hermosísimo de Sandrine Robilliard.
Dado el contexto, este es un disco en el que hay reflexión y un tono crítico, y sin embargo, en gran parte de las ocho canciones que lo compone, el enfoque va hacia la celebración, incluso una fiesta. “A poc a poc”, “Foc” o “Seguirem rodant” son canciones que nos reúnen para cantar, bailar y, sobre todo, sonreír.
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