Desde sus primeros proyectos cuando era apenas un post-adolescente, Will Toledo ha derrochado esa ambición que caracteriza a los geniecillos precoces. La pandemia golpeó de lleno a su grupo cuando parecía que era el momento de despegar, pero lejos de caer en el desánimo ante tanta desgracia –el músico estuvo seis meses postrado en la cama, muy enfermo por las consecuencias del Covid persistente–, Toledo redobla la apuesta en un disco abrumador en sentido literal, a contrapelo de esta era en la que una canción de cuatro minutos excede la capacidad de concentración (y el tiempo disponible) de mucha gente.
Y hay que confiar mucho en lo que haces (y en tus fans) para lanzar en estos tiempos de dispersión y picoteo digital una especie de ópera (indie) rock de casi setenta minutos (doble vinilo, obviamente) inspirada a su manera en gente como Mozart o The Who, sin apenas singles y con la idea romántica de que se escuche de arriba a abajo.
Car Seat Headrest se muestran más cohesionados que nunca, según palabras del propio líder, se han zambullido en el local y estudio de Seattle para exprimir su potencial, usando todos los recursos instrumentales a su disposición –acústicas, bongos, orquestación, armonías vocales complejas…–, y olvidándose de géneros, no digamos de la precariedad lo-fi. El resultado deslumbra tanto como desconcierta. Es el precio que hay que pagar cuando uno apuesta sin complejos, y sin pedir perdón, por el exceso. No se me ocurre otra palabra para definir canciones que se van a los doce (“Reality”) o incluso a los dieciocho minutos a los que llega la épica “Planet Desperation”. Ni Townshend era tan audaz. Pero Will está hecho de otra pasta. Y reconforta que quede gente así.
De entrada, “The Scholars”, con su narrativa (no demasiado rígida, cierto) y sus personajes ficticios –cada uno de los cuales protagoniza un corte– puede intimidar, especialmente a quienes no estén familiarizados con la incontinencia creativa de Toledo y sus acólitos. Sin embargo, hay en este doble álbum momentos de una potencia innegable, que además se benefician del efecto acumulativo.
El single “Gethsemane”, con su tensión creciente y el arrollador clímax rítmico condensa la pulsión creativa de Toledo y su grupo, que culminan el viaje con el epílogo pop de “True/False Lover”: he aquí a unos músicos en plenitud de facultades y química, rebelándose contra la tiranía de la inmediatez y reivindicando el rock como lenguaje artístico total abierto a infinidad de posibilidades.
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