Con solo 32 años Alex G ya es todo un veterano, alguien que lleva grabando desde los 17 y cuyo nuevo disco, "Headlights", es el décimo de su carrera, aunque también es el primero para una multinacional. El rey del indie lo-fi comenzó sacando sus canciones por Bandcamp, se convirtió en viral para la generación TikTok, lo que hace que tenga más de 9 millones de oyentes mensuales en Spotify, e incluso llegó a colaborar en ese clásico moderno que es el "Blonde" de Frank Ocean, donde tocaba la guitarra en algún tema.
Así que había muchas expectativas, y también recelos, sobre su debut para una multinacional. Puede que la clave de este disco la diera el propio Alex Giannascoli en una entrevista para Pitchfork promocionando "Headlights", allí decía que "me he dado cuenta de que últimamente con cada disco [nuevo] siempre termino diciendo voy a hacer una toma más para que salga bien», dice. A diferencia de cuando era más joven, cuando hacía una toma, o media, copiaba y pegaba, y pensaba: "Es perfecto. Todo lo que hago es perfecto. Es lo mejor. Ahora estoy como, Oh mierda, esto no es lo suficientemente bueno. Tengo que hacerlo una y otra vez".
Bien, pues "Headlights" suena así, a Alex G esforzándose por hacer un disco de Alex G, uno en el que se vea que sigue siendo el mismo, que no se ha vendido, y, al final, lo consigue, aunque se nota el esfuerzo. El disco es una carta de amor a su propio sonido, aunque más pulido, más adulto. Se podría decir que este disco es como reencontrarte con un amigo después de varios años y que lleve las mismas pintas pero ya no le queden tan bien, con un kilito de más, menos pelo y un niño pequeño en brazos. Eso sí, tras hablar con él y tomaros algo, os empezáis a reír y pasáis un buen rato.
Esto se nota en el inicio con "June Guitar", ese inicio es cercano al sonido de siempre pero también suena más maduro, más limpio, luego esas partes vocales tratadas nos vuelven a recordar al Alex G de siempre, pero también hay una especie de acordeón y un piano, esto es indie a un paso de ser ese rock de papás, ese dad rock del que hablan los anglosajones. Eso sí, también encontramos canciones incontestables como "Afterlife", construida sobre una mandolina, la canción titular o "Beam Me Up", con una gran segunda voz femenina y una letra que da la clave lírica del disco "Some things I do for love/Some things I do for money/It ain’t like I don’t want it/It ain’t like I’m above it".
Y es que este disco va, como no podía ser de otra forma, sobre Alex G grabando un disco para una multinacional, y ese amigo de siempre se muestra totalmente sincero, no solo nos reconoce que algunas cosas las hace por amor y otras por dinero, también que nunca pensó que fuera el tipo más auténtico del mundo y que ahora que se ha hecho mínimamente famoso "espero poder llegar a abril con lo que quede de todo este dinero del sello discográfico".
Al final también nos dice que "no te defraudaré" y le creemos, puede que la camiseta ya no le quede tan bien y el pantalón esté más ceñido, pero sigue siendo nuestro mismo amigo de siempre, la próxima vez que le necesitemos estará ahí, cero dudas sobre eso.
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