Aquí y ahora

Suede publicarán su nuevo álbum “Antidepressants” (BMG, 25) –décimo de estudio y quinto ya tras una resurrección que, hasta la fecha, se antoja poco menos que gloriosa–, el próximo cinco de septiembre. Un lanzamiento al que seguirá, desde finales de enero del año que viene, su consecuente gira promocional por Reino Unido. Antes, el quinteto estará protagonizando una especie de residencia en el Southbank Center londinense, con conciertos especiales (casi temáticos) distribuidos en varias fechas del mes de septiembre y a lo largo y ancho de otras tantas salas y auditorios del edificio. Sin embargo, y como previa, Suede anunciaron una velada adicional en la imponente construcción sita a orillas del Támesis denominada ‘Suede: Antidepressants & Other Post-Punk Pick-Me-Ups’.

Un concierto en el que la banda ejecutaría, al completo y antes de su publicación oficial, el mencionado “Antidepressants”, disparando de paso las elucubraciones en torno a qué tipo de contenido completaría la velada. Con casi quince minutos de antelación sobre la hora prevista, el grupo tomaba el escenario de la sala The Clore Ballroom ante quinientos afortunados que pudieron comprobar que la nueva obra de Suede luce como lógica continuación de “Autofiction” (BMG, 22), con la esencia del grupo supurando justo antes de entremezclarse, en plena verticalidad, con esa querencia punk y post-punk en la que parece haber derivado la madurez creativa de la banda. “Antidepressants” es también la segunda parte de la trilogía en blanco y negro de Suede, tal y como afirmó un exultante Brett Anderson. Unas cualidades de por sí ideales para el directo y que, sobre el escenario, quedan potenciadas en términos de músculo, intensidad y agresividad.

La banda, tan engrasada como de costumbre, cedía el foco principal a un Anderson que lució (aún más que de costumbre) como magnífico vocalista y frontman de descomunal carisma, al amparo de esa distancia corta que permitió multiplicar exponencialmente sensaciones. La ausencia de foso resultó clave en la conexión entreverada de la formación con su público, hasta permitir a Anderson bajar al piso de la sala para sentir física y literalmente el calor devocional de su audiencia. Sonaron, en efecto y respetando el orden en el que han sido prensadas, las once nuevas canciones del LP. Desde singles tan sentidos como “Disintegrate”, “Trance State” o ese clásico instantáneo que es “Dancing With The Europeans” a piezas relanzadas en su contacto con las tablas del tipo de “Broken Music”, “Sweet Kid”, la propia “Antidepressants” o “Criminal Ways”. También hubo espacio para “Somewhere Between An Atom And A Star” y “June Rain”, eslabones introspectivos del disco que, flotando en el ambiente inequívoco del directo, resonaron preciosas y evocadoras, además de esa composición con ecos a The Cure que es “Life Is Endless, Life Is A Moment” brillando como cierre emocionante.

Con “Antidepressants” finiquitado y tras una pequeña pausa llegaba el turno de esa ‘sección sorpresa’ que quedó materializada, en exclusiva, en torno a un picoteo de la segunda (y actual) época del combo. Toda una declaración de intenciones lanzada por Anderson a modo de proclama: “Somos Suede y somos una banda anti nostalgia”. Un set reivindicativo para con lo que ha venido significando, desde que hace doce años viera la luz “Bloodsports” (BMG, 13), la más reciente cristalización del grupo, con excelentes discos nada acomodados y ataviado cada uno de ellos con su personalidad y significado propio. Un segundo tramo en la que esa energía palpable y creciente desde el inicio siguió ensanchando mientras caían piezas como “Snowblind”, la ya imprescindible “She Still Leads Me On”, “Shadow Self”, “No Tomorrow”, “Tides”, “The Only Way I Can Love You” o “It Starts and Ends With You” (con Anderson bailando en medio de la sala rodeado de fans), a las que añadir una despedida grandiosa a modo de “Outsiders”.

El concierto de Suede en la sala The Clore Ballroom del Southbank Center no fue sino un regalo para fanáticos del grupo, carente de cualquier éxito noventero e impagable por su exclusividad específica y lo inhabitual de muchas de las elegidas en cualquier concierto de los londinenses. Pero, ante todo, fue una indisimulada y casi rabiosa reivindicación por parte de Brett Anderson y compañía: ‘hicimos historia en los noventa, pero aquí seguimos, inquietos y mirando al futuro desde un presente que solo entendemos como oportunidad para seguir vigentes’. Un presente que, en efecto, están sabiendo leer e interpretar (no en vano, “Antidepressants” es definido como música rota para gente rota). En estudio y también trasladado a directos tan ardorosos, emotivos y cercanos como el que ofrecieron en su ciudad, capaz de transformar un martes cualquiera en atípica noche para el recuerdo.