Fiel a sí mismo
ConciertosPablo Und Destruktion

Fiel a sí mismo

7 / 10
Daniel Pose — 15-10-2025
Empresa — Mardi Gras
Fecha — 10 octubre, 2025
Sala — Sala Mardi Gras, A Coruña
Fotografía — Óscar Caamaño

La velada que ofreció Pablo Und Destruktion en la Sala Mardi Gras de A Coruña fue de esas en las que sus seguidores acérrimos vivieron en un proceso similar al de una revelación. También de las que quizá sean más difíciles de digerir para quienes no conocen bien cómo es ese universo –y todo lo que envuelve– que el asturiano ha ido tejiendo desde sus comienzos. Bandito problema, en realidad: se agradece encontrarse con proyectos tan personales; tan conscientes de su rareza; tan fieles a sí mismos.

Su propuesta no necesita artificios ni producciones sobrecargadas. No disfraza lo que es. Un concierto de Pablo Und Destruktion es una experiencia que mezcla música, ironía, lucidez y cierto desconcierto. Y, los que no sepan de qué va la velada, pronto se darán cuenta de que se trata de un trovador que escapa de los estándares habituales. Un artista distinto que presenta, guitarra en mano, sobre el escenario. En la ciudad herculina se acompañó, concretamente, de Pablo Álvarez y Pablo González, dos músicos de largo recorrido con los que comparte una complicidad palpable.

El trío logró llenar el escenario luciendo como una banda más numerosa, sosteniendo una intensidad que fue creciendo con el paso de la noche, al tiempo de mantener el interés. Durante algo más de una hora, el repertorio osciló entre los temas de “Te quiere todo el mundo” (Raso Estudio, 25) y otros clásicos inevitables que los presentes esperaban casi como oraciones. Pero, más allá del setlist, aquello mutó en ritual compartido: una ceremonia de palabras y ruido en la que cada gesto parecía tener su lugar.

El público respondió con respeto, apostando por un silencio denso –casi completo– que solo se da cuando todos entienden que algo importante está sucediendo. Y cuando la contención por fin se rompió, los cuerpos empezaron a moverse como si las mismas canciones hubiesen logrado liberar algo. Pablo Unk Destruktion fue directo a los bises, pero el ambiente era ya tan luminoso que acabó regalando un último tema, no contemplado originalmente, en forma de, al mismo tiempo, despedida y regalo para los presentes.

Una búsqueda: la de un artista que sigue intentando comprender el ruido del mundo desde su propio universo interior. Pablo Und Destruktion convirtió la sala Mardi Gras en una especie de santuario laico; un espacio en donde las canciones no eran tanto melodías como preguntas lanzadas al aire. Y consiguió que, hasta los que no quizás no creían –los que no lo conocían o nunca lo habían visto en directo– terminaran por entender lo que estaba ocurriendo y decidieron, por esa noche al menos, entrar en ese universo concreto. Ahí reside el mayor logro del artista: en recordar que la música puede ser una forma de revelación.

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