Camino por recorrer

Antiguamente en Pamplona era recurrente escuchar cierta máxima que definía la vida cultural y ociosa de la ciudad: “Aquí nunca pasa nada”. Haber situado el adverbio temporal en pasado no significa que la capital navarra se haya convertido ahora en la Berlín foral pero es cierto que en los últimos años han ido calando algunas propuestas a priori heterogéneas, de nicho, y ciertamente transgresoras, en una ciudad recogida y a veces con ese puntito extra de conservadurismo. Sí, el NB Fest no es todavía uno de estos proyectos exitosos pero aspira a serlo. Bien es cierto que no se encuentra únicamente localizado en Iruña sino que ha situado sus tentáculos en otras localidades, pero estamos hablando de un evento pamplonés en esencia. También es verdad que hablamos de su segunda edición y que todavía es prematuro situar este encuentro musical como un fijo ya de la programación cultural anual. Y sobre todo, cabe destacar que la respuesta del público aún se encuentra lejos de ser la deseada, sin duda por parte de la organización del evento que tiene que rentabilizarlo, pero sobre todo para asegurar que el NB Fest es una propuesta tan seria como sostenible.

Para ello, en esta segunda edición, y ya sin restricciones pandémicas de por medio, el festival ha querido dar un salto de calidad, que es de agradecer y es algo que ya se ha plasmado en el cartel. Nombres como Mnozil, Cimafunk o Muchachito Bombo Infierno han capitaneado un line up con más calidad que nombre y más riesgo que comodidad. Los primeros por haber sido programados en un recinto como el Ribaforada Arena, un pabellón que cuenta con mejores instalaciones que afluencia de público. Cimafunk, sin duda, por haber supuesto un desembolso tremendo ya que acudía con prácticamente un autobús por banda. Y Muchachito Bombo Inferno que, aunque cuenta con una legión de fans, ya ha dejado atrás su etapa de mayor hype comercial.

Por nuestra parte nos acercamos a ver al cubano Cimafunk, elegido por Billboard como uno de los artistas latinos a seguir, y que junto a su banda desplegó un show enérgico, hedonista y sí, muy divertido. Acompañado por una banda inacabable e inabarcable y con unas coristas de primerísimo nivel, el de Pinar del Río desplegó un setlist hecho por y para el baile con temas como “Caramelo”, “El regala’o se acabó” o “Paciente”, que mantuvieron una línea de baile constante en un respetable que acompañó cada paso y movimiento. Aunque si hubiera que destacar algún momento sencillamente mágico sería el de la hipersexual “La papa” y esa incursión de los instrumentos de viento hacia el centro de la escena con un Cimafunk rompedor. Una apuesta y show difícil de ver por estos lares y que encajó a la perfección con un público pamplonés que suele pecar de reservado. Como no podía ser de otra forma, se marcharon con alguno de sus mayores éxitos y guinda para cualquiera de sus conciertos, la eróticofestiva “Me voy” y redundantemente funky “Funk aspirin”.

Por su parte, algo más deslucido fue el directo de Muchachito Bombo Infierno al día siguiente, con un setlist de hasta veintidós temas y un ímpetu digno de alabanza pero también con un público mucho más relajado que en la velada anterior. Éxitos como “La quiero a morir”, “Americano” o “Caraguapa” pusieron el contrapunto positivo en algunos momentos de la noche pero no fue hasta que sonó “Siempre que quiera”, la canción de todas las verbenas de España, que pudimos ver esa conexión especial entre banda y público que se echó en falta en muchos momentos de la noche.

Este fin de semana el NB Fest pondrá su punto y final a un mes de música con una txaranga en la Plaza de los Burgos de Pamplona que anticipará los días festivos que se nos vienen encima. Un cierre popular, abierto y gratuito para un festival que necesita darse a conocer y ganar adeptos a la causa si quiere acabar jugando con los mayores. Depende de ellos mismos.