El Mira estrena casa nueva
Conciertos / Mira

El Mira estrena casa nueva

8 / 10
Albert Carreras y Lluís Ceprián — 17-11-2022
Fecha — 12 noviembre, 2022
Sala — Fira de Barcelona
Fotografía — Carina Santiago - midamideta

Los pasados 11 y 12 de noviembre tuvo lugar la undécima edición del MIRA, un festival que en todo este tiempo se ha convertido en una cita ineludible del calendario musical de otoño en Barcelona, caracterizado por ser toda una experiencia para los sentidos, donde la parte visual comparte protagonismo con la sonora, y en el que video artistas y creadores digitales trabajan codo con codo con músicos electrónicos y discjockeys para crear espectáculos únicos. La gran novedad para la edición de este año es el traslado de su ubicación, pasando de Fabra i Coats a la Fira de Montjuïc. A continuación, veremos lo que dio de si esta primera edición en su nueva casa.

Viernes 11 noviembre
Ivankovà, con su clara apuesta por el paisajismo a partir de drones sonoros e idm fue la encargada de abrir el fuego con un público todavía escaso. El primer plato fuerte de la jornada lo protagonizó el nuevo proyecto de Kali Malone, materializado en el disco ‘Does Spring Hide Its Joy’ que presentó por primera vez en España, junto con el guitarrista Stephen O’Malley, líder de la banda SUNN O))) y la violonchelista Lucy Railton. Más que un concierto podríamos hablar de una obra de arte sonora, en la que las notas del chelo progresan en paralelo con los drones de la guitarra de O’Malley, mientras que desde el tablero central de control entraban y salían sonidos que bordeaban los extremos de las frecuencias tolerables para el oído humano. Definitivamente fue una experiencia sensitiva a través de la vibración sonora. Moin, mientras tanto, en el escenario del otro extremo suponían un cambio radical de registro. Lo suyo era mucho más orgánico gracias a una combinación robusta de post rock, post punk -ecos a Slint, Shellac y Unwound) y expansión psicodélica, gracias, en gran medida a la aportación de la percusionista Valentina Magaletti (ex de Tomaga). No quedó ni un poso de Raime el anterior proyecto de ambient dub de los otros dos integrantes del trío, Joe Andrews y Tom Halstead.

Luego, llegó el momento de Michael Rother, que vino a tocar temas de NEU!, la banda que le propulsó hasta uno de los puestos de honor de la historia de la música del siglo pasado, por su aportación en la configuración de lo que conocemos como krautrock. Rother vino a conmemorar el 50 aniversario de la publicación del disco de debut de la banda germana y vino escudado por dos figuras también primordiales de aquella escena, por un lado, Hans Lampe a la batería, miembro de La Düsseldorf, y Franz Bargmann, miembro de los míticos Camera, a la guitarra. Pero la fiesta no fue todo lo placentera que uno hubiera deseado. El volumen de sonido se quedó tan corto como el de una fiesta de cumpleaños con los padres en casa. De hecho, esta fue una de los pocos reproches que se podría hacer a la organización: el sonido acolchado de algunos de los conciertos. El otro reproche iría, sin duda, dirigido al concierto de Orbital. Fue, sin duda, una de las grandes decepciones de la temporada. Ni su puesta en escena – caricatura de ellos mismos, pero con un set para bodas y bautizos-, ni su sonido – de pólvora mojada-, ni su selección de temas remitieron a la grandeza de este dúo de Kent, que un día hicieron que el techno europeo se pusiera la misma altura que el que se facturaba en el otro lado del Atlántico. Suerte que esa noche, antes de este descalabro, pudimos disfrutar del directo de Alva Noto, con un espectáculo más enfocado a la pista de baile de lo que nos tiene acostumbrados focalizado en su último disco “UNIEQAV”. Soft Crash fueron la gran revelación de la noche gracias a una suerte de italo disco combinado con EBM. El combo sustentado por Phase Fatale (actual DJ residente del mítico club de Berlín Berghain) y Pablo Bozzi hizo bailar a base de bien, al grueso de decepcionados que venían rebotados del directo de los padres de “Satan”.

Sábado 12 noviembre
La unión entre los dos polos opuestos que forman KMRU y Aho Ssan en “Limen”, su show conjunto, fue maravillosa en directo, por un lado los paisajes ambient sosegados de KMRU eran llevados a otra dimensión gracias a las aportaciones ruidistas de Aho Ssan, a base de frecuencias repetitivas, bajos profundos y sonoridades drone. Todo ello acompañado por unos visuales que remetían a las fases de creación y destrucción de la naturaleza en los que se podían ver imágenes de ríos de lava, volcanes en erupción y arquitecturas abandonadas. Sin duda fue una actuación ensoñadora, intensa y emocional. Otra alegría que nos regaló el festival fue poder ver a Voices From The Lake, el proyecto surgido de la amistad entre Donato Dozzy y Neel que en 2012 grabaron para el Sello Prologue, un álbum homónimo que fue considerado un hito en sus sonoridades ambient con influencias techno. Esta revisión, una década más tarde aportó más ritmo que la obra original, y una gama de sonoridades más amplia, en la que no faltó la acidez de la Roland TB 303.

Clarck

Somos la herencia, grupo que graba en el sello Humo Internacional, tuvo que bregar con la potencia sonora del escenario The Ground. Los madrileños no pudieron mostrar todo su potencial mezclando post-punk con electrónica oscura hasta el final cuando tocaron “Pesar”. Asistimos a un coitus interruptus durante la actuación de Clarck , y no por premeditación del artista, sino por una emergencia sanitaria que se produjo con un asistente durante el concierto. El abanderado de WARP se encontraba revisando su primera publicación para el legendario sello de IDM, “Body Riddle”. Mientras en el otro escenario, Dj Danifox hacía un curioso viaje de ritmos lentos, casi dormidos, repetitivos bajo el prisma tribal de Kuduro, Batida o Tarraxo. Después llegaron Dame Area, que se convirtieron en una de las sorpresas con su mezcla de industrial y tribal con percusiones en vivo. Silvia Konstance se erigió como una frontwoman llena de rabia y actitud mientras Viktor L. Crux, estrujaba sonidos apabullantes de sus sintetizadores y bases rítmicas incendiarias, fueron la única banda que consiguió sonar bien en el escenario maldito.

Loraine James con la artista visual Alessandra Leone, presentaban un live exclusivo para el festival, donde la londinense, no paró de ejercitar los dedos en sus innumerables pads, mesa de mezclas y un sinfín de aparatos electrónicos. Esta vez amplió su paleta de sonoridades llendo más allá de su arsenal de ritmos rotos. Otro que no falló fue Tom Jenkinson, aka Squarepusher con un sonido algo más domesticado que de costumbre, en el que no faltó una amalgama quebranta ritmos de drill and bass, IDM, techno y acid, marca de la casa. Si continuamos con los clásicos de la electrónica, el recuperado Bogdan Raczynski, tras 15 años de parón, volvió para dar señales de vida mostrando su faceta más bailable a base de jungle y los ritmos rotos, mezclados, eso sí, con IDM experimental.

Animistic Beliefs optó por la miscelánea a base de electro, techno i gabber, sonoridades propias del sudeste asiático, con actitud punk. La jefa de Juicy Gang Records, Dj Mell G hizo una sesión juguetona donde iba pasando por diferentes estadios rítmicos, del ghettotech al grime mezclando siempre con suma agilidad y elegancia. El colofón lo puso DjRum con un set de 3 horas en la viajó a través del drum&bass a territorios africanos y jamaicanos. Demostró una gran pericia con la técnica del scratching para el final de fiesta para una edición que ha dado un paso adelante con el acertado cambio de ubicación y su fina selección de las novedades más sugerentes de la música electrónica, la recuperación de clásicos que en general siguen en muy buena forma y su apuesta por mostrar lo que se está cociendo en artes visuales e instalaciones.

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