Un año más, acudíamos a la cita más importante de la industria musical en Cataluña, para comprobar de primera mano que la salud del Mercat de Música Viva de Vic sigue más robusta que nunca, y que el cambio de dirección ha reforzado incluso algunos aspectos del festival para mejor.
A la nueva dirección artística encabezada por Joan Rial, Jordi Casadesús y Rubèn Pujol cabe agradecerles la inclusión de dos escenarios como los planteados en la Església dels Dolors y la Plaça de la Catedral que han cumplido a la perfección con su cometido. En especial el primero, ofreciendo una serie de conciertos muy íntimos de pequeñas delicatessen por descubrir. Y es que esa, y no otra, debe ser la función de una feria como esta: Presentar propuestas que todavía nos son conocidas por el gran público y que puedan llamar la atención de lo programadores.
En este sentido fue de nota descubrir en directo a bandas o artistas como por ejemplo Juventude, Baby Volcano, Kiliki, Lecocq o Bianca Steck. Aunque también fue un acierto poder ver las nuevas propuestas escénicas de artistas como Rocío Márquez (foto principal), Verde Prato & Claraguilar, Ángeles Toledano, Maria Arnal o el espectáculo “Durruti T’estimo”. Sin embargo, más discutible me resulta la inclusión de artistas con una larga trayectoria que poco o nada nuevo tienen que ofrecer a estas alturas. Me refiero a propuestas como las de Okkervil River o Jay-Jay Johanson que tan solo te aseguran una presencia internacional en el cartel que personalmente me parece innecesaria.
Por último, sugerir que cabría pulir algunos detalles de cara al año que viene como mitigar de alguna forma el asfixiante efecto invernadero que se producía en la carpa exterior durante los conciertos de la mañana que, además, lucían muy desangelados dadas las dimensiones del recinto, o mejorar la logística de las presentaciones en el Jazz Cava que, al realizarse sin escenario ni micro, quedaban demasiado informales. Pequeños retoques que ayudarán a mejorar la experiencia de los más de mil acreditados. Don Disturbios
Kiw
Tras la presentación que hizo Say it Loud! del cartel completo de su festival Vol.16 y de sus próximas novedades discográficas, y siempre defendiendo la música como misión y no competición, vimos en acción a uno de sus nuevos grupos, el trío Kiw.
Saxo, bajo y batería fusionaron con naturalidad jazz, funk y hip hop con notas electrónicas. Temas instrumentales tocados con pasión y sin ocultar como referencia al saxofonista Llibert Fortuny y sus Triphasic. Sorprendieron cuando dejaron sus instrumentos para coger cada uno un pandero cuadrado y dieron un pequeño recital de percusión. Se les antoja un buen futuro. Miguel Amorós.
Rocío Márquez
Gran acierto al escoger a la onubense Rocío Márquez para el concierto inaugural del Mercat. Presentó en directo su reciente disco “Himno Vertical” que nació de la improvisación y experimentación junto al guitarrista clásico Pedro Rojas Ogáyar.
Casi sin saberlo ambos estaban en duelo por familiares cercanos fallecidos recientemente y ese trabajo les ha ayudado a sanar y entender más la vida. Su espectáculo, con solo ellos dos en el escenario, y unos pocos pero esenciales “attrezzos”, fue un viaje desde la oscuridad hacia la luz, y resaltar aquí también el gran trabajo de la iluminación. Parece evidente que tras el rompedor “Tercer Cielo”, junto a Bronquio, y su gran amistad con Niño de Elche, le ha permitido a Rocío dejarse llevar. Ahora intercambia la voz cantada con la hablada, a veces se resquebraja y rompe, o es trémula y después explota, todo sin pensarlo.
Temas como “Dictado 2” o “Arde” fueron una batalla épica entre voz y guitarra. Como confirmación de que el arte está por encima del artista, en su tema final “Dictado 3” dejó esta frase: “no importa ni siquiera que lo comprenda yo”. De hecho parte de los textos del disco están sacados de la Poesía Vertical del poeta argentino Roberto Juarróz que da el empaque perfecto a toda esta obra. No se lo pierdan. Miguel Amorós.
Bassolino Live Band
Desde Nápoles llegó Bassolino Live Band, el proyecto del pianista y productor Dario Bassolino. A pesar de llevar un larga trayectoria, mostraba en el Mercat su primer disco “Città Futura”. Acompañado de una gran banda de músicos excepcionales planteó una recuperación del jazz-funk napolitano de los años 70 y 80. Una mezcla de groove nostálgico, jazz televisivo, ritmos latinos de baile y sonidos vintage, envueltos en aires disco que incitan a mover el cuerpo y que tuvieron buena acogida en la Carpa de l’Atlantida. Miguel Amorós.
Lecocq
Salió el de La Bisbal d’Empordà muy bien acompañado para dejar constancia de la elegante propuesta que atesora al moverse entre el indie-folk mediterráneo y la canción de autor de carácter afrancesado. Cabe decir que le costó un par de canciones lograr el encaje instrumental de la banda, pero una vez logrado, demostró su valía en las distancias más cortas, logrando esa sensación de próxima intimidad a bases de pequeñas grades canciones tan efectivas como “Cascade” o la más dinámica “Sépia”. D.D.
Fillas de Cassandra
El dúo integrado por María Soa y Sara Faro se convirtió esta vez en cuarteto para darle mayor empaque a su espectáculo “Últimas Dionisíacas”. Una combinación de temas inéditos con clásicos de su repertorio como “Cassandra”, “As Moiras”, “Lisistrata” o ese “Anguleele” que firmaron junto Zetak para “Aaztiyen”. Una inmejorable ocasión para comprobar que su original uso de la música tradicional gallega, a través de la electrónica, funciona a pesar de que se vio algo deslucida por presentarse al mediodía en una carpa desangelada para contagiarse de sus mágicas vibraciones. Una lástima porque a nadie se le escapa que la mirada feminista y empoderada de estas jóvenes se contagia gracias a un lúcido discurso y una simpatía que se adivina auténtica. D.D.
Verde Prato & CLARAGUILAR
Si hay un lugar en el que se pueden presentar este tipo de colaboraciones, alejadas del todo de los cauces habituales de la industria, ese es sin duda el Mercat de Vic. Y si hay un espacio que este año se ha revelado ideal para mostrar este tipo de propuestas es la Església dels Dolors, con ese espectacular retablo barroco como telón de fondo. Fue ahí donde la vasca y la catalana desplegaron su visión modular de su música, mano a mano, completamente implicadas en un proceso de creación que toma más valor porque no se sabe muy bien cuando se va a volver a producir. ¿Fue intenso? Sí ¿Imperfecto? También, pero tremendamente personal. D.D.
Juventude
Poco antes de empezar, un responsable del Monkey Week comenta que, al escucharlos, El Canijo de Jerez afirmó que Juventude eran como Los Brincos de tripi y, bueno, algo de razón no le falta al músico jerezano. Lo cierto es que en directo este dúo, convertido en cuarteto para la ocasión, sacan a relucir una herencia sixties que bebe de The Kinks o los primeros The Who que no se deja ver en sus grabaciones en estudio. Una actitud ye-yé que, combinada con su deje sureño, se defiende gracias a las pocas canciones que hasta el momento tienen en su haber. Sonaron tan toscos y crudos como endiabladamente auténticos. Y sí, “La Motillo” es un himno maravillosamente cafre. D.D.
Lorena Álvarez
Valiente y sincera como siempre, Lorena Álvarez se atrevió a enseñarnos los temas de “El poder sobre mi misma” que se editará en octubre. Si bien se le relaciona más con la música tradicional, aquí se he dejado llevar por algo más íntimo, personal y con arreglos musicales realmente preciosos. Arropada por un trío de músicos muy cómplices y con esa espontaneidad natural que tiene, nos deleitó con esas nuevas canciones, como “Los pensamientos”, “Increíble” o “Guíame” en los que se desnuda sentimentalmente, aunque siempre con algo de ironía. Se marchó (o casi les echaron porque se pasó de tiempo) cantando a capela la clásica “Dos pájaros en un almendro”. M.A.
Ángeles Toledano
A cada paso que da la jienense va consolidando su joven figura dentro de ese flamenco rompedor que no teme a lo nuevo, pero que tampoco se olvida de lo viejo. Una combinación de tradición y modernidad que lleva a cabo con una puesta en escena tan minimalista como elegante. Una tarima, una silla, oscuridad, y unas luces de neón que la rodean, bastan para que Ángeles, muy bien arropada por los coros de Belén Vega y Sara Corea, nos encandile con su voz y esa figura de blanco inmaculado. El cuadro lo completan un jovencísimo Benito Bernal a la guitarra y Manu Masaedo a las percusiones. Combinación perfecta para que temas de su “Sangre Sucia” como “X Las Niñas” o esa versión de Las Grecas que transforma a placer titulada “Qué bonito aquella noche” nos corten la respiración de cuajo. Y lo mejor es que esto justo acaba de empezar. Así que disfrutémosla porque es un auténtico lujo. D.D.
Capitão Fausto
El Mercat parece que va a apostar en esta nueva etapa por grupos del sur de Europa, mirando con mayor atención países vecinos como Francia o Portugal. Y lo cierto es que ambos son esos grandes olvidados en la programación de nuestros festivales que, por tradición, han tenido una mirada anglosajona que ha acostumbrado a actuar como una apisonadora. La intención la celebramos. Lo que no celebramos tanto es que esa nueva mirada se pose en grupos que ya tienen una larga trayectoria en su país y que, musicalmente, no tienen un hecho diferencial que los distinga y precisamente se muevan en parámetros de carácter anglosajón. Ese fue al caso de los portugueses Capitão Fausto que dieron un buen concierto en lo que a empaque y ejecución se refiere, pero cuyo pop-rock vitalista poco o nada tiene que aportar a una escena sobrada de propuestas afines a la suya. D.D.

Sanguijuelas del Guadiana - Foto de Xavi Torrent
Sanguijuelas del Guadiana
Los grandes triunfadores de la noche atrajeron a un numeroso público muy joven y con ganas de pasarlo en grande con esas canciones que, en definitiva, juegan a fusionar la electricidad de Extremaduro, con el deje rumbero de Estopa y el desparpajo perfiférico de La Plazuela. Una combinación ganadora que no ha parado de crecer y ganar adeptos con un solo álbum en su particular saco y que en directo ejecutan con la vitalidad y energía que su propuesta requiere. Si hubiera que ponerles una pega, sería que acumulan cierta linealidad que debería ser alterada con algún cambio de dinámica. Pero para eso igual hemos de esperar a que atesoren canciones en el futuro de una mayor diversidad melódica. D.D.
Briela Ojeda
Toda una sorpresa nos esperaba durante la primera actuación de la mañana del viernes, con la propuesta de esta cantante y guitarrista colombiana que, sabedora de su poderosa voz, empezó con un tema a capela que se convirtió en una especie de ritual chamánico para alejar las malas vibraciones. A partir de aquí combinó sonoridades andinas con un folk preciosista basado en una exaltación de la naturaleza y esa música que nace del latir del propio mundo. Todo un descubrimiento que es la razón misma de lo que debe ser un festival de estas características. D.D.
Baby Volcano
La artista suizo-guatemalteca salió a escena como un animal desbocado con ganas de causar una profunda impresión. La mala noticia para ella y, en el fondo para todos los presentes, es que había muy poca gente acreditada para presenciarla, con lo que se produjo una de esas incómodas situaciones en los que la vitalidad y entrega de la artista, no se corresponde con el gélido entorno que la rodea. Pese a todo es digno de admirar que ella hiciera caso omiso a la situación y se lanzara a tumba abierta a desplegar su batería de ritmos electrónicos. D.D.
Kiliki
Llegó Beñat Rodrigo aka Kiliki desde Navarra con ganas de demostrar que hay vida más allá de Chill Mafia y doy fe de que lo logró. Y lo hizo con esa clásica actitud entre pasota y chulesca que se podría resumir en un ‘yo pasaba por aquí, me subo al escenario, hago lo que me sale de la chorra y encima me sale bien”. Pero que no os llame a engaño. La banda sonó conjuntada y se apreció que las canciones estaban trabajadas con lo que la actitud punk estaba respaldada por una buena ejecución. Un show corto, pero suficiente como para restar a la espera de lo que está por llegar en el futuro. D.D.
Okkervil River
Sin saber muy bien qué demonios pintaban los de Texas en la programación del Mercat, lo cierto es que su actuación resultó a la postre un poco decepcionante. Y es que a nadie se le escapa que le mejor época de Will Sheff se encuentra anclada en un pasado representado por discos como “The Stage Names” (07) y que su exilio de los focos de la actualidad le han pasado factura a su folk-rock de autor. Con todo su actuación no brilló como debiera y tampoco ayudó que no se alargara más allá de una hora pese a que sonara algún clásico de su repertorio como “Unless It’s Kicks”. D.D.
Fidju Kitxora
En esta época donde surgen festivales desde debajo de las piedras, hay que saber colocar una banda que los cierre por todo lo alto. Pues que los programadores apunten este curioso nombre Fidju Kitxora. Les aseguramos que pondrán a bailar al que aguante hasta el final. Un colectivo nacido entre Lisboa y Cabo Verde que manejan y entretejen con soltura los ritmos africanos de la diáspora. Esas músicas de baile como el funaná de Cabo Verde, el kuduro o la semba de Ángola, los mezclan con afro-house y se convierten en sus manos, guitarra, batería y cajas de ritmo, en una fiesta total. Además un bailarín se une, tanto en el escenario como entre el público, para acrecentar el efecto. Difícil verlos sin unirte a ellos. M.A.
Brama
En cualquier festival que se precie es difícil no encontrarte con una banda que te sorprenda. Eso nos pasó con Brama. Sabíamos que era un cuarteto procedente de Francia y que uno de ellos (al final era una) tocaba la zanfoña. Nos imaginábamos algo más tradicional, pero nos encontramos con un cuarteto de rock cuasi psicodélico, con un batería súper contundente y un guitarra híper-eléctrico. Además se intercambiaban el protagonismo vocal o todos hacían voces al estilo polifónico occitano. Si lo suyo fue un ritual de rock excitante, queremos volver a vivir la ceremonia. M.A.

Maria Arnal - Foto de Xavi Torrent
María Arnal
Tras todos los halagos posibles que consiguió María Arnal cuando presentó su espectáculo “Ama” en el festival Sónar de este año, era de esperar que también “triunfara” aquí. Pero no es lo mismo hacerlo en un sitio donde el público es consciente de lo que va a ver, a tocar gratis en la Plaça Major de Vic donde el público es heterogéneo y no tiene complejos en expresar lo que siente. María puede estar tranquila, era su quinta puesta en directo y todo el público la aclamó. En el escenario solo un músico situado a un lado disparando la música y añadiendo percusiones o efectos. Una gran pantalla de video detrás con imaginativas proyecciones y todo el espacio libre para que María y un quinteto de bailarinas le acompañara coreografiando cada canción, e incluso ella bailando también. ¡Ah! y un juego de luces muy estudiado y con efectos sorprendentes. Difícil no pensar en Rosalía, pero no para mal. En “Ama” su preciosa y envolvente voz es lo principal (aunque a veces esté tratada electrónicamente) y daba igual que sus canciones suenen más pop, tradicionales o experimentales, el efecto hipnótico de su espectáculo es evidente y no quieres perder detalle de lo que pasa en el escenario. Aquí, además, hizo especialmente un bis con el emocional “A la vida” de su anterior proyecto con Marcel Bagés y que dedicó al tristemente fallecido Marc Lloret (anterior director del Mercat y músico de Mishima). De piel de gallina. M.A.
La Ludwig Band
Para quien no los conozca, hay que decir que La Ludwig Band es una de las bandas catalanas de más éxito en la actualidad. Así que tocar gratis en la Plaça Major de Vic era sinónimo de fiesta y vaya si lo fue. Además es un grupo que se disfruta más en directo. Es cierto que en sus conciertos puede pasar cualquier cosa. Aquí se bajaron varios músicos a tocar entre el público o después su frontman se bajó a pedir un cigarro y pasearse cantando entre el público. Pero por encima de todo están sus disfrutables canciones. Es evidente que Pau Riba ha sido referente, también Sisa, Bob Dylan y hasta Bruce Springsteen, hay ecos de ellos es sus canciones, pero por encima de todo está la singularidad de sus letras. Cantan en catalán, pero les aconsejamos que hagan el esfuerzo, porque merecen la pena. M.A.

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