Reduciendo pulsaciones
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Reduciendo pulsaciones

9 / 10
Ane Barcena — 20-02-2017
Fecha — 19 febrero, 2017
Sala — Nova Jazz Cava
Fotografía — Ane Barcena

Hay artistas que necesitan vestirse con miles de focos y una elaborada escenografía para atacar el directo. Sin embargo, hay otros que presentándose desnudos, arropados únicamente por los instrumentos necesarios, son capaces de dejar más mella que una luz cegadora.

Los protagonistas de lo vivido anoche en Terrassa resultaron ser más de los que van en cueros, sin acobardarse ante más de cien pares de miradas fijas en sus cuerpos.

A las ocho en punto el primero en batallar, Toni Harlock, local, anfitrión y frontman de su banda The Harlock, animó el local con su dominio del escenario, activo, danzante y elocuente. Se encargó de presentar su nuevo trabajo Love.Sex.Hate, 13 canciones que hablan de estos tres pilares de los días de uno. Sexo, amor y las cosas que odiamos con la vida cotidiana como escenario. Auges y caídas de un héroe romántico que previo a cada tema explicó la razón de ser de cada una de ellas. El viejo que observa a los gatos, como observa sus horas volar o el pecado de tener sexo con una mujer casada, son solo un ejemplo de lo que encontramos en su nuevo trabajo.

Two whiskies, Annie Dynamite u Old Man and the Cats sonaron amplificadas por la voz gastada y atractivamente rota de Toni Harlock, que se mira en el espejo de Nick Cave, Leonard Cohen o su adorado Jarvis Cocker. Tras los últimos animados acordes de The Harlock y con el tiempo adecuado para acomodarnos con una cerveza, empezó lo que fue una de las actuaciones más bonitas a las que he tenido la suerte de asistir.

La voz de Ricardo Lezón, alias Palmera Smith, se asomó de puntillas junto a los primeros acordes que ofreció. Emocionado y pequeño, el líder de McEnroe fue creciéndose hasta hacer de la Jazz Cava un huracán de emociones, de flechas certeras y temas redondos. El tiempo de la actuación quizá resultara un tanto escueto, pero el repertorio, y su delicadeza a la hora de cantar y tocar compensó cualquier incongruencia temporal.

Valiéndose unicamente de una guitarra acústica y otra eléctrica, recuperó temas más clásicos como Ahora, Mi Vietnam o Los Valientes. Canciones que prácticamente son poemas como La Electricidad, Cae la Noche o La Cara Noroeste o cortes que tras el paso del tiempo se han convertido en pequeños himnos como Las Mareas o Rugen las Flores.

Por otro lado también interpretó un par de temas de su nuevo proyecto con Ramón Rodríguez (The New Raemon) titulado Lluvia y Truenos. Gracia o Por fin los Ciervos no necesitaron la fuerza de diez músicos para sonar enormes. Sin embargo, el momento más tierno de la velada llegó con Un rayo de Luz, canción compuesta para su hija y que, aunque en las propias palabras del artista el tema sonó extraño al no cantarlo con ella, a nosotros nos dió igual. Nos cautivó de todos modos.

En resumidas cuentas decir que en conciertos como estos queda lantente el poder que puede llegar a tener una persona tan solo con su voz y cuatro acordes. El artista que canta para él, para todos, pero a la vez solo para ti, invitando a la introspección de manera relajada, bajando las pulsaciones hasta quedarse flotando entre palabras y melodías.

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