Noche mágica
Conciertos / La Polla Records ...

Noche mágica

8 / 10
Agrimensor K — 21-12-2021
Fecha — 17 diciembre, 2021
Sala — Pabellón Fernando Buesa Arena
Fotografía — Stuart MacDonald (MusicSnapper)

Había ganas, después del parón por el coronavirus, de volver a ver a La Polla Records una última vez sobre el escenario. La despedida se consumará por fin el dia 30 en Madrid, tras esta sesión consecutiva en Gasteiz y el festi de Donostia. Podría decirse que se trata de un cartel de ensueño para los que gusten del punk rock a toda mecha, con la excepción de la exhibición heavy metalera protagonizada por El Drogas y el rock urbano mezclado con fiereza guitarrera y velocidad por parte de Cerveza Suicida.

Llegar a Gasteiz, bajarse del coche y experimentar el frío a lo bruto de estos parajes fue instantáneo. Las cinco y pico de la tarde y no había Dios que aguantara aquello. Aunque llegamos con tiempo, entre las identificaciones y el pasaporte COVID tardamos un poquito en llegar, por lo que nos perdimos los dos primeros temas de Cerveza Suicida. Dentro del pabellón la temperatura era acogedora, y se nota que habían puesto la calefacción con bastante antelación. Nos enganchamos, como decíamos, en el tercer tema, que fue el rock and rollero “Burocracia”. Continuaron con “Jimi”, otro tema veloz en el cual reparamos en la tremenda fuerza del trío.

Imaginamos que los dos primeros cortes debieron de ser los notables “Matasuegras” y “Sigo ahí”, aunque obviamente no podemos asegurarlo. Nos sorprendió la personalidad del grupo, la rabia decibélica e incluso la capacidad del cantante, que tuvo que desplegar una apreciable capacidad simbiótica al tener que compaginar las exigentes líneas vocales con la guitarra solista. Y el sonido general sonaba cañón aunque no fuera especialmente nítido. Podríamos apuntar que “Perros en celo” languidece frente a temas tan redondos como “Cada loco con su tema”, himno barrial y divertido de temática transgresiva.

La capacidad de fabricar himnos que bien podrían ser generacionales se combina con otro tipo de temas como “Nazka”, seguramente el único que tienen en euskara (y de paso, el único que sonó en nuestro idioma en toda la noche); tema veloz a degüello, un punk rock avasallador, corto, rápido y con conexiones hard-core. En el recinto había siete tios en la pista y un poco más en las gradas. En total, cuatro gatos; algo entendible si tenemos en cuenta que era un día laborable y el concierto empezó a las 17:45. Debió de ser duro para el grupo, aunque no se le notó y aprovechó todo el minutaje con arrojo y carácter. Además, otro tema redondo como “Vermu” sacudió el escenario con fuerza. ¿De qué sirve tocar para tan poca gente? Primero, para que unos pocos hiciéramos uno de los descubrimientos del año. Y segundo, para ganar tablas.

Ganadores en 2019 del concurso Gazte Talent de Gasteiz en su modalidad de artistas entre 14 y 24 años, no dudamos de que este concierto ha sido un premio a su buen hacer. Otra de sus virtudes consiste en la amplitud de miras, ya que a otro tema a doscientos por hora como “Mitad Dios mitad loco” (grande y adictivo) siguió una brutal “Cartas a Palacio”, con un tratamiento vocal y musical más cercano a Mamá Ladilla. Mensaje final a ese clan que lleva trescientos años en el trono: “dejad de follar entre vosotros”. Sin tiempo que perder, remataron con “Echemos abajo la estación del tren”, versión de Los Saicos (grupo peruano de los años sesenta), estiloso y vigorizante tema con el que lo dejaron en lo alto. No se pueden aprovechar mejor treinta minutos.

Hubo una época en que nos encontrábamos a Kaotiko en un montón de festis y conciertos, pero ya llevávamos la friolera de ocho años sin presenciar sus directos. Tiempo durante el cual han editado los discos “Sindicato del crimen” y “Aprende violencia”. Su enérgica propuesta la arrancaron con “Violencia” de ese último disco, presagiando otro concierto de energía pura sin aditivos. Es verdad que las tablas que tienen ahora no se pueden comparar con sus inicios. Nos referimos solamente a la sabiduría adquirida en veinte años de trayectoria; lo demás viene de serie. El disco más representado fue sin duda “Rasca y pierde”, el segundo de su carrera y del que cayeron cinco de trece en total. Así, sonaron “Rico deprimido”, “Paranoia”, “Chiwawa” y “Juerga”, con un intruso de lujo como el inmortal himno “En el barrio de Latón”.

Parece que los años no erosionan a Kaotiko, ni ha defraudado la última incorporación (el bajista Mortx, que lleva ya siete años en el grupo). Ofrecieron lo que se espera de ellos, y los pocos aficionados que poco a poco le daban otra forma a la pista disfrutaron de un show combativo y de gran empuje. “Adrenalina”, “Aleluya”, “Fuera de juego” siguieron sonando con fuerza, y es que si de algo está sobrado el quinteto de Agurain, es de una ingente cantidad de himnos. “Preso 2023” fue una de las más coreadas, sin perjuicio de la explosiva “Oh Caroline!!”. El hecho de no tocar ningún tema original de Kaos Etíliko también les honra, aunque sí interpretaron “Su falso mundo”, versión a su vez de los legendarios Banda Bassotti; coros cruzados que saben a gloria, al igual que el posterior solo de guitarra.

Fue un show que se empezó a llenar relativamente a la tercera canción y al final ofrecía una vista estupenda. Tampoco faltaron pogos y círculos, ni un bandera palestina en el monitor. Y así, en plena euforia, nos despidieron con su himno por excelencia: “Otra noche”, que cuenta en spotify con nada menos que trece millones de reproducciones. Solo esperamos que les pagen bien. Los de spotify, digo. Fin. Suena “Nellie the Elephant” de los Toy Dolls y el recinto se convierte en una fiesta. Sublime.

Llevábamos tiempo sin ver a Lendakaris Muertos. Había ganas, es cierto, y se auguraba una descarga avasalladora. Los diecinueve temas interpretados cumplieron las expectativas: agresividad, mala ostia y velocidad a raudales. Arrancaron con “Gora España” con un Aitor desatado, que gritaba más que cantaba. Fue uno de esos típicos arranques de los navarros: salir a matar y no bajar la guardia. Basaron el set list como de costumbre en su debut (con siete temas) y una muestra equilibrada entre “Se habla español”, “Vine, vi y me vendí” y “Cicatriz en la matrix”, obviando el “Podrán cortar la droga pero no la primavera” y dejando en testimonial la representación de “Crucificados por el antisistema”, eso sí, con un tema bandera como “Estamos en esto por las drogas” que cambiaron al final por “estamos en esto por El Drogas”.

Concluido el cual siguieron arrasando con “El último txakurra”, “Detector de gilipolleces”, “Violencia en acción”, la coreadísima “Fuimos ikastoleros”, “Pasau de rosca” y “Cerveza sin alcohol”, algunas de ellas empalmadas.Aitor no paró en los tres cuartos de hora que duró el show, y así aparecía en la pista entre la gente o se subía a cualquier plataforma que se le pusiera a tiro. Nunca dejó de interactuar con el público ni de soltar comentarios típicos suyos, y ofreció el micrófono al respetable en unas cuantas ocasiones.

Otro que anduvo sobrado fue Joxemi, que no paró ni un momento. Se le vió disfrutar cada canción, y nos proporcionó grandes momentos a lo largo del concierto. Lo mejor son sus tablas y la energía que transmite. Llegados a este punto, tampoco queremos pasar por alto la manía o costumbre de algunos de lanzar sus katxis al aire. El graciosillo que lanzó el suyo a la mesa de sonido fue el que más se lució y es desde ya el más firme candidato a tonto del año.

“Esto no es punki” y “Héroes de la clase obrera” lucieron bien, pero “Veteranos de la kale borroka” y “Drogopropulsado” son clásicos eternos que llegan de manera más directa. Un temazo de los nuevos tiempos de Lendakaris es “Húngara chúngara”, que alcanza un tipo excelencia no prototípica del grupo ni de su trayectoria vital, un tipo distinto de composición y ritmo, aunque con letra marca de la casa. Un breve inciso al primer álbum con “Centro comercial” donde el recinto se vino abajo para saltar hasta el penúltimo con “Urrusolo Sistiaga I”, “Urrusolo Sistiaga II: superhéroe de barrio conflictivo” y “Modo Dios, una tríada interesante de estribillos pegadizos y calidad compositiva.

Despidieron el recital a lo grande con “ETA; deja alguna discoteca” y “Oso Panda”, con actor Oso incluido. Dos temas que a buen seguro les acompañarán, por suerte, en toda su carrera. Con el público enardecido tras las tres descargas punk consecutivas, se nos presentaba un gran interrogante sobre como afrontaría éste la siguiente propuesta.

Todo dependía del repertorio. Igual que ocurrió hace dos años, el presente era un público que no necesariamente estaría puesto en el repertorio en solitario del de la Txantrea (El Drogas). De ese modo, si en aquella ocasión cayeron unas cuantas de Barricada, esta vez no fue así y no tocó ninguna de su banda madre. Una apuesta sumamente arriesgada en este contexto, igual que pudimos comprobar rápidamente.

Pista casi llena, pero no hay movimiento. Y eso que sacó la artilleria pesada. Fijaos si fue a degüello, que empezó nada menos que con “Introxicación”, con ese comienzo calmado y posterior sorpresón con metal a degüello, al estilo de La Venganza De La Abuela, de quienes también tendríamos representación para regocijo de los más heavies. Fue el concierto una auténtica descarga de Heavy Metal del bueno, con matices que iremos desgranando poco a poco. Pero os adelantamos que la descarga fue de auténtico escándalo y un recital para enmarcar. Del quíntuple disco atacaron con nada menos que con siete temas del segundo cedé: “Europa (timbre oxidado)”, del triple tocaron a su vez tres del segundo cedé (“Matxinada”), y si a eso le sumamos los dos que tocaron de La Venganza De La Abuela, tenemos doce temas (¡más de la mitad del repertorio!) de Heavy Metal a tumba abierta.

La ausencia de una respuesta entusiasta confirmó nuestros temores. Con encomiables excepciones, el público -quizás esperando alguna de Barricada- parecía no enterarse de lo que allí se cocía. Quizás la explicacion esté en el perfil del público, a quien tampoco podemos culpar dado que iba a lo que iba. Las tres primeras fueron de aquel CD heavy del quíntuple, de modo que siguieron con “Pena de muerte” y “Besos de asco”. ¿Qué mas quieren? Estribillo perfecto, rockandrolleo adictivo, solo de guitarra...

El Drogas se lo montaba como siempre, con gran dominio del escenario; y los suyos lo daban todo. Así que nos quedaba disfrutar de una sesión profesional al cien por cien y buenas dosis de energía con pocos límites. Del CD que comentamos, hubo otras dos en esta primera parte (“Aquí no tienen nombre” y “Mientras arde tu país (Europa callada)”, si bien antes nos dió una muestra del cedé heavy del triple disco (“Matxinada”) con “Están para violarlas” y “Come elefantes”, y además, “Cerocomasiete” de La Venganza De La Abuela. Con lo cual, tenemos un comienzo de ocho temas súper potentes, metaleros y nu metaleros y con gran presencia compositiva de Brigi Duque.

Respiramos con “En punto muerto”, uno de esos temas que tan bien sientan a la voz del Drogas, con aquel tono de voz grave y profundo. Una de las joyas de su carrera en solitario. Llegó la hora de dar caña al segundo disco de Txarrena, que fue el germen de lo que hoy conocemos como el ente “El Drogas”. De hecho, fue la misma formación (El Drogas, Brigi, Txus y El Flako) la que grabó y defendió aquel disco, por lo que la contundencia ya estaba presente en aquel proyecto, y por decontado se notaría en los cuatro temas que tocarían de aquel. De momento nos tocaron tres: “Así”, clásico instantáneo, “Algunas cosas por terminar” y “Salvaje mirar”, con solo frenético y estribillo con gancho. Canciones mágicas y eternas.

Solo tocaría un tema del quíntuple que no correspondía al disco metalero, y ese fue la elegante y vacilona “Ya podemos irnos”, del tercer CD de título “Timbre canalla y de Bullanga”. La ya clásica y emotiva “Cordones de mimbre” fue el preludio (donde se vieron hasta unos mecheros) de otra borrasca tormentosa con la segunda visita a La Venganza De La Abuela (“Fue 24-D, ¿y qué?”, pura dinamita), dos más del ya ampliamente comentado segundo Cd del quíntuple disco (el recorte de guillotina de “Cinco cuchillos” y la rabia en forma de alegato “Con pinturas de guerra”), y para rematar, “Peineta y mantilla”.

“Aprieta el gatillo” de Cicatriz, a la cual podríamos considerar una invitada habitual (recordemos que ya la versionaron Barricada a finales de los noventa), fue la que llevó al desenfreno general. ¡El tema número 19! Y el único recuerdo a los “otros” Txarrena, es decir, los de 1992, con “Empujo p’aki”, que sonó estupenda, combinada con los nuevos Txarrena, aquellos de hace 10 años, con “Azulejo frío”: un portento de canción y broche de oro a una actuación poco comprendida, que fue el segundo tema más coreado.

Los horarios se cumplían a rajatabla. Y llegó el momento más esperado. Unos remozados La Polla Records que actualmente cuentan con solo dos miembros clásicos: Evaristo y el bajista Abel. Del resto, únicamente El Tripi posee experiencia en el grupo, ya que participó en la anterior gira, además de militar en el grupo en aquella última fase desde que falleció Fernandito hasta el concierto final, incluyendo el disco “El último de La Polla” (2003) y el directo “Vamos entrando” (2004). Tras la espantada (o lo que sea que haya ocurrido) de Sumé y de Txiki, hay dos nuevos miembros: los guitarristas Alberto Salgado y Kako, que a servidor le convencieron sobremanera y aprobaron con nota.

Con un repertorio bastante a piñón fijo y sin sorpresas, ofecieron justo lo que demandaba la ingente masa humana que había acudido a verlos. Temas ochenteros a cascoporro con interludios noventeros más desconocidos para la gran masa, no así para un número nada desdeñable de fans de todos sus discos. Y algo menos de la siguiente década. Como no podría ser de otra forma, atacaron con “Salve” y aquello fue el acabóse. “Memoria de muerte” sigue sonando a gloria, pero parece ser que fue un mal necesario para algunos, un tributo a pagar para luego poder escuchar “Así es la vida”, “Lucky man for you” o “Nuestra alegre juventud”. No les culpo, solo les invito a profundizar en aquellos discos de los noventa, desde el negro hasta “Bajo presión”, por ejemplo, disco por cierto del cual siguen sin tocar ninguna canción.

“El suicida”, tema para enmarcar, quizás no sonó tan bien como en 2019. Aun así habían salido a por todas; y qué decir del público, ya predispuesto. Se puede decir que la actual formación disipó las dudas que pudiéramos albergar, y “El suicida” fuera quizás la única excepción. La cohesión de la actual formación es tal, que sonaron mejor que la formación de hace dos años. Cabría remarcar la pegada del Tripi, que combinada con la masa sonora compacta y empastada a la perfección que ofrecían los nuevos reclutas resultó todo un aliciente. No había puntos muertos por ningún lado, sino un continuum verdaderamente adictivo. Los temas entraban directos al corazón.

En cuanto al maestro, la verdad es que emociona verlo allí arriba, con el grupo que creó y catapultó a la fama. Y que siga cagándose en D... y lo que haga falta. Sigue siendo tan carismático como siempre, y es el líder sin discusión de una leyenda intergeneracional llamada La Polla Records. Y Abel, siempre en su sitio y ahora ocupando lugar preferente junto a Evaristo en el centro del escenario. El pabellon seguía ardiendo con los temas clásicos; los viejos, se entiende. Porque hay más clásicos en su discografía.

Las luces alumbraban lo justo. Y la oscuridad les daba un aura, aunque no creo que esto último hiciese ninguna gracia a los fotógrafos. Himnos taberneros tipo segunda generación del punk inglés como “Igual para todos” y “Qué turututu, ay qué tururu” funcionan a las mil maravillas, y el tumulto en las primeras filas era ya considerable. La luz fue mejorando y a ratos ofrecía una colorida perspectiva del escenario. El grupo seguía sonando como un cañón. Gran reto para Evaristo, cantar todo ese repertorio con tan pocos silencios y compitiendo con aquella descarga de decibelios así de apabullante.

“Tú alucinas” sonó tremenda, aupada por una base que iba a degüello también en “Hoy vamos a explicar la palabra feo” y “Eutanasia”, y más aún en “El congreso de los ratones”. A continuación nos sorprendieron con un breve descanso, de no más de dos o tres minutos. Eran las once menos cinco de la noche y llevaban más de 35 minutos sin tregua. Vuelve Evaristo con un eructo: “Alber, no hagas esto que hay personas” y sacuden con “Europa”, “Mundo cabrón”, “Ciervos, corzos y gacelas”, “El avestruz”, “A tu lado”, “Radio krimen” y “Punkyfer”. Como véis, un poquito de todo y bastante repartido.

Siguió una somanta de ostias verdaderamente mítica con “Los monos”, “Porno en acción”, “Ellos dicen mierda” (rugido general), “No somos nada”, “Socios a la fuerza”, “La solución final”, “Cara al culo” y “Toda la puta vida igual”. Destacaríamos el sonidazo, la fuerza y tremendos coros de “No somos nada” o “Cara al culo”. Un espontáneo con falda escocesa se saltó la valla en “La solución final”. Tras cantar con Evaristo se agachó para enseñarnos sus cuartos traseros, y, tras arengar al público, saltó por encima del foso hasta caer sobre él limpiamente (o eso esperamos) y desapareció entre la multitud.

El desmadre y los movimientos de masas dentro del recinto se habían convertido en cachondeo total. Escaleras ocupadas hasta el último milímetro haciendo imposible cualquier movimiento. Puestos de restauración saturados hasta que se agotaron existencias (al menos en el puesto que nos correspondía por nuestro lugar en la grada), gente subiendo a las gradas superiores... en fin, un gran festival de “movilidad permitida”.

No lo ví venir. “¿Os habéis puesto la vacuna de las once menos cuarto? Era la buena. Pa qué os ponéis las otras si esta es la que vale? Pa habernmos matao” nos había soltado a la hora referida. Conocemos la opinión de Evaristo sobre la pandemia, así que no le dimos mayor importancia.

Intentaré incidir lo menos posible en lo que ocurrió después de “Toda la puta vida igual”. El grupo se retira cuando el concierto estaba en su punto álgido y nos corta todo el rollo. Suben dos mujeres que dicen ser de una plataforma. Pensamos que se trataría de algún colectivo antideshaucios, o de ayuda a los refugiados, o de... No, no lo era. Del delirante alegato que hicieron no pienso comentar nada, solamente que fue un gran error que subieran. Unos pocos aplausos y unos pitidos generales desequilibraron la balanza. Pero seguían ahí, soltando sus proclamas a cada cual más demencial.

Por fin, terminó la pesadilla y volvió el grupo para afrontar los seis últimos temas, pero ya no fue lo mismo. “La justicia”. “Johnny”. Pero no conseguían remontar. Nos sorprendieron con una versión mejorada de “La llorona”, aún más sensitiva y pausada que la original y uno de los recuerdos del concierto que guardaremos para siempre. Puede que, ahora que lo pensamos mejor, en la versión del último directo “Levántate y muere” hubiera algo de eso, pero este día, acaso por la emoción, nos sonó mejor. Perdonen la subjetividad.

Debían terminar con fuerza y lo hicieron con “Odio a los partidos” y “Así casca la basca”, absolutamente demoledores, con guiño final a “A tu lado”, que suena a despedida. Esto es el final, La Polla Records se está despidiendo y no hay vuelta atrás. El día 30 habrá acabado todo, y será dándole un broche de oro a su legendaria trayectoria. Fue bonito mientras duró. Lo hicieron a lo grande, como se lo merecían. Y fueron una sorpresa mayúscula con el éxito a nivel de masas que consiguieron. Decepción para algunos, justicia poética para la mayoría. Amén.

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