Aquí hemos venido a bailar
Conciertos / Miss Caffeina ...

Aquí hemos venido a bailar

8 / 10
José de Montfort — 24-02-2020
Empresa — Hook Management
Fecha — 22 febrero, 2020
Sala — Razzmatazz 1, Barcelona
Fotografía — Eloi Sellés

Salgo ilusionado y ya bailongo (es un decir) del metro y le mando una foto de la cola de gente a mi acompañante. Llego solo cinco minutos tarde, y le digo: “Mira qué pasote” (la cola, pero también que yo hoy no me haya retrasado tanto). Responde, rápidamente: “¿Pero, dónde estás, Pepe?”. Esto… entonces ipso facto se me hace evidente que esta sala de conciertos frente a la que estoy ahora mismo no es la sala donde tocarán los Varry Brava y Miss Caffeina. Me he equivocado de sitio. Vaya, pues sí que empezamos bien. El Razz, Pepe, tienes que ir al Razz. Así que cojo rápido un taxi y me voy ya rumboso para la otra punta de la ciudad (menos mal que traigo una hora de margen; así que nos da para una birra previa). En el Razz la cola también es importante, pero va más ligera. Pocas chaquetas entre la gente (y eso que hace fresquito); señal de que hay ganas de baile entre la concurrencia.

La sala está bastante llena y hay esa mezcla de deseo y expectación previa que no se rompe hasta el segundo tema, el hitazo “Sonia y Selena”, que la gente ya corea y se da al palmeo y, digamos, ya están en el bolsillo de los Varry Brava, que no saludarán al público hasta el tercer tema, “La playa”. Han abierto cautos con una versión de “Oh, Sana” de Miss Caffeina. Y siguen tirando de hits –y glam–, los Varry, con “El sitio perfecto”. Cuarto tema que interpretan y que sirve para cerrar el primer tramo del espectáculo, que ha funcionado perfecto con los coreos del público, los consabidos nananás pegadizos y comunales.

Del movimiento de la ola de manos sobre las cabezas del respetable –es un decir– surge (en una rapidísima transición, de ahí el efecto quasi mágico, y acéptenme el absceso lírico, por favor) Miss Caffeina, con Alberto Jiménez a la cabeza, elegantísimo con un traje cruzado gris y jersey negro de cuello alto. Disparan su artillería primero versioneando “Chicas”, de Varry Brava, con Aarön Saez a los teclados, y siguen con “Fiesta Nacional” y enseguida con “Venimos”. Lo que atempera un poco a la chavalería y ralentiza el ritmo del espectáculo, dejando el ambiente propicio para el intimismo y el candor de “Reina”. El hedonismo platónico y lúdico de Varry Brava combina muy bien con esa poética intimista, de constante reparación emocional, de Miss Caffeina. Así que, bien, la cosa de juntar las dos bandas, por el momento se percibe orgánica y hasta espontánea.

Dancetería (Miss Caffeina + Varry Brava) Eloi Sellés

Pero, ahora, como solo hay una forma de levantar el ánimo de la concurrencia, saltan al escenario Varry Brava y tocan “No gires”. Bum. Todo el mundo con las manos arriba. Un “No gires”, como ha de ser, en versión extendida, locurísima, llevando al público al paroxismo. El fantasma de Tino Casal campa a sus anchas por el techo de la Razz y la Dancetería se pone on fire. Lo dirá en unos minutos Óscar Ferrer, que llegará un momento en el que todos los que estamos ahora aquí podremos decir con nostalgia: “Yo estuve en Dancetería, oh sí”. Y es cierto que se tiene esa sensación de excepcionalidad cuando, después de que los murcianos toquen “Calor”, se unan ambas bandas en el escenario para interpretar “Satánica”. Repitiendo la bromita que ya se ha producido en las anteriores citas de Dancetería, sueltan el chistecito del pin parental (it sucks!). Pero lo olvidamos pronto, porque ese pequeño caos, la épica nocturna de los héroes al amanecer que es “Prende”, se hace presente en el escenario, cantada a duo entre Óscar Ferrer y Alberto Jiménez. El delirio nos obnubila. Lo estamos pasando bien. Muy bien.

Miss Caffeina conceden al respetable el coreo de “Va, Merlí, què fem? Riure riure riure, nen!” (con momento guitar hero en el centro del escenario de Álvaro Navarro) y prosiguen con “Ácido”, las dos bandas de músicos al completo sobre el escenario (excepto Óscar Ferrer). Y, entonces, de repente: el anticlímax. “Loco”. Marededeusenyor. La frialdad del público es tan llamativa y estragante que Varry Brava se dan cuenta de que no hay forma humana de levantar ahora el espectáculo si no es a base de confabularse con el público y darse de nuevo al coreo, el lololó de “Fantasmas”, donde, una vez más, y supongo yo que también tratando de sacudirse del cuerpo esa horterada meliflua que es “Loco”, el público se entrega sin concesiones al electro ochentero.

Dancetería (Miss Caffeina + Varry Brava) Eloi Sellés

Vamos ya para el tramo final del espectáculo. Y Miss Caffeina sacan toda la artillería: “Oh Long Johnson” y “Mira cómo vuelo”. El locurón y la felicidad del respetable es notable (y gozosa). El espectáculo ha venido coordinándose de manera bastante fluida y rápida entre los dos grupos (mención aparte merece la arquitectura lumínica del escenario; muy eficaz para ir marcando los diversos tramos entre los grupos y los diferentes estados emocionales de los temas). Sin embargo, se produce ahora un parón de varios minutos, como quien forzase los bises de forma antinatural. Así, se reincorporan los dos grupos al escenario (se han cambiado todos de ropa) y versionan “Será porque te amo” [“Sarà perché ti amo”, el hit de 1981 de Ricchi e Poveri]. Como es lógico, y así lo amerita el punto álgido del espectáculo, ambos grupos nos llevan a la rave de “La ruta del amor”, y de ahí, sin solución de continuidad, a “Cola de pez-fuego”. Y ya con la peña ardiendo en el calor del clímax del bailoteo, el tórrido disparo final: “Nadie sabe tu nombre”, santo y seña de este espectáculo, Dancetería. Tema conjunto creado ex profeso para esta minigira de varias fechas, que tendrá su culminación el próximo 7 de marzo en la sala Gamma de Murcia. El concierto termina con los dos grupos coreando la canción emblema del día de hoy, ya sonando atronadora a través de los altavoces. Y se acabó. Bien. Podemos respirar un poco. Nos miramos los unos a los otros. Las luces de la Razz en marcha. Todos pensamos: vinimos a bailar y hemos bailado. Además cantamos y coreamos y nos divertimos. O sea, prueba superada. Bien, chicos; muy bien. Nos vamos felices y contentos.

Yendo en moto por la ciudad, camino de algún bar de Gràcia, seguimos sintiendo el calor del baile en el cuerpo, la alegría de las felices endorfinas nos contienen y nos congratulan. En el solaz de un semáforo le pregunto a mi acompañante (que es quien conduce la moto): ¿Te lo has pasado bien? Súper.
Pues eso. Súper. Queda todo dicho.

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