La sinergia motivada por la unión de Bernard Butler –ex guitarrista y co-compositor de Suede, además de poseedor de un inmenso currículo como productor y colaborador con variopintos artistas–, Norman Blake –guitarrista, vocalista y compositor de Teenage Fanclub– y James Grant –ex Love & Money– tuvo como primera consecuencia un bonito disco homónimo publicado allá por el mes de marzo. Ahora, esta santísima trinidad de indie-pop británico se encuentra de gira por nuestro país, en una hoja de ruta que en Valladolid hacía parada gracias a SON Estrella Galicia.
Un concierto íntimo ofertado con mesas y sillas, apostando por un formato relajado de lo más adecuado para acoger la elegantísima velada desarrollada por los protagonistas, además de un lujo al que (incompresiblemente) apenas un centenar de entendidos respondieron. Casi hora y media de espectáculo, con un primer tramo en el que los músicos desgranaron su repertorio conjunto (maravillosas “One And One Is Two”, “Down By The Sea”, “The 90s”, “Writing's On The Wall” o “Bring An End”), antes de picotear en cada uno de sus catálogos propios: “People Move On” y “Not Alone” de Butler; “Winter” y “The Last Ship On The River” de Love & Money; y “Did I Say” y la eterna “Planets” de Teenage Fanclub.
Una secuencia a la que sumar el “Cinnamon Girl” de Neil Young como inmejorable remate de la jugada. Una serie de conjunciones que, al amparo de las tablas, empastan a la perfección, con esas canciones otoñales ganando solidez y peso con respecto a su versión de estudio, mientras lucidas armonías vocales (ya se sabe, la alargada sombra de The Byrds o Big Star) acompañan a la dupla de guitarras acústicas que ambos escoceses lucen en sintonía. Por su parte, el londinense afianza cada jugada con personalidad (y con ese estilo tan peculiar que le valió para ser reconocido como uno de los mejores del instrumento de su generación) tras la eléctrica.

Sentados en sendos taburetes y ataviados con sus respectivas guitarras, Butler, Blake y Grant (en ese mismo orden, de derecha a izquierda) desplegaron su magia y completaron una actuación de consecuencias sanadoras, impecable en ejecución, de esas en las que apetece quedarse a vivir dado lo acogedor de las sensaciones. Un salvavidas al que aferrarse en una fría y gris noche de miércoles, que los protagonistas caldearon en base a exquisito buen gusto, amabilidad, buen humor y sonrisas. Un concierto que dejó, en definitiva, excelente sabor de boca, y que cualquiera con un mínimo de olfato no debería haberse perdido. Por el pasado glorioso de los artistas, desde luego, pero también por un presente en el que todos ellos siguen haciendo gala de evidente inspiración e intachable manejo de las formas.

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.