Bailando en la oscuridad con The XX
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Bailando en la oscuridad con The XX

8 / 10
Joan S. Luna — 09-11-2009
Sala — Razzmatazz 2, Barcelona
Fotografía — Susana López

Si existe un deporte
nacional realmente popular en este país es la desconfianza y la envidia. Por
eso no extraña que la reacción frente a aquello que no solemos conocer sea tan fuerte a su favor como en su contra.
Quienes juegan a favor quizás acaben decepcionados, pero nadie va a quitarles
los meses de disfrute. Quienes lo hacen en contra como actitud vital deberán
retractarse cuando el sujeto de sus iras sean grupos como The XX. Me explico:
Frente a un grupo de cuatro (ahora tres, tras la fuga de Baria Qureshi)
jovencitos londinenses a los que se adula hasta en las hojas parroquiales la
desconfianza parece la opción más militante y más legítima, aunque, atendiendo
a su propuesta, a su disco de debut y a su directo, esa actitud ha acabado por
devenir algo sin la más mínima coherencia. The XX podrían ser uno más de esos
grupos sin personalidad que salpican la escena británica primero y la
internacional después, pero ocurre que no es así. The XX nacen de un choque
cultural y musical que da unos frutos sorprendentes. Sus canciones suenan a
colisión entre la parquedad de medios de Young Marble Giants, la esencia
melancólica de Everything But The Girl, las bases de Timbaland para Justin
Timberlake, la latente oscuridad de Glass Candy o Chromatics, las guitarras de
Chris Isaak (aún me extraña que no reclame derechos por “Infinity”) y los ecos
dark de Cocteau Twins, todo ello salpicado por sexo, insatisfacción y
cigarrillos post-coitales. La teoría les funciona, de eso no cabe duda, sólo
que lo más sorprendente es que también lo hace la práctica. Porque “Night
Time”, “Crystalized”, “Basic Space” o su relectura del “Teardrops” de Womack
& Womack sonaron con una magia malsana y asfixiante. En Barcelona,
Oliver Sim, Romy Madley Croft (auténtica líder de la formación, con su
surrurrante forma de cantar y sus guitarras minimalistas) y Jamie Smith
subrayaron con una caligrafía casi perfecta el valor de su personal repertorio,
de esas canciones pop, oscuras y sulfurosas que convirtieron la sala mediana
del barcelonés Razzmatazz en un escenario brumoso y brillante al mismo tiempo.
No quiero imaginar cómo hubieran emocionado de actuar en una sala de mejor
sonido y mayor intimidad. No
sé en el mundo de los desconfiados y los descreídos, pero en mi
pequeño universo y en el de los que ven las cosas como yo The XX son una
realidad más sólida de lo que podía esperarse.

3 comentarios
  1. arcadehead 27 marzo, 2015

    Celebro que disfrute tanto con The XX, pero lo de la envidia hable por usted, yo también disfruto de muchísimas bandas pero esta la veo mediocre a la altura de linkin park y me lo seguirían pareciendo aunque fueran los más desconocidos del planeta, no se a que viene que si no nos gustan es envidia

  2. Joan S. Luna 27 marzo, 2015

    Arcadehead, en todo caso es sencillamente mi opinión y por tanto por eso aparece firmada... Eso sí, quizás la palabra envidiosos no venía al caso, así que la elimino del final del texto... gracias...

  3. J. Batahola 27 marzo, 2015

    Un disco excelente y un directo flojo. Aunque les falte un guitarrista que hubiera aportado más matices, me parece que su concierto fue frío, distante, monótono y tan demasiado parecido al disco como para reafirmarme en que mi opinión es que son un Hype. En una sala más pequeña hubiera sido mejor.

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