Dulce transición
Conciertos / Actual

Dulce transición

7 / 10
DMC y Eduardo Angulo — 09-01-2020
Empresa — Ayuntamiento de Logroño / Gobierno de La Rioja
Fecha — 02 enero, 2020
Sala — Varios escenarios / Logroño
Fotografía — Fernando Díaz (Riojapress.com)

Actual 2020, en su trigésimo aniversario, ha sido un festival con más de 100 actividades entre música, teatro, cine, danza y exposiciones en distintos escenarios de la ciudad de Logroño. Con una clara premisa de superación, llega la primera semana de enero a Logroño un festival que poco a poco va recuperándose de aquella caída sufrida allá por el 2013.

Tras el inexplicable retraso con que se anunciaron las propuestas musicales (a falta de tres semanas para el festival) y la incomprensible contraprogramación de la primera noche, en la que desde la propia organización solaparon dos de las propuestas más interesantes del cartel, cabe decir que Actual se ha superado respecto a años anteriores tanto en propuesta como en satisfacción del público asistente. Aún queda gente en Logroño que se niega a participar en este por morriña o nostalgia de lo que un día fue dicho festival. Algo incomprensible. Si se quiere recuperar aquel espíritu ha de ser desde dentro y sumando, pero aún quedan detractores que prefieren quedarse en casa con su pataleta, a ver en directo a una banda que les gusta por el mero hecho de ser Actual. Así no se crea, así se destruye. Y personalmente, soy más de lo primero.

Tal vez se eche de menos cierta variedad estilística y alguna banda internacional, como en aquellos primeros años del festival donde se hacía honor a su eslogan “Escenario de culturas contemporáneas” por el que hemos visto pasar bandas consagradas y bandas que nos sorprendían y hacían vibrar con dicha sorpresa. Bandas que luego veíamos como despegaban a lo largo de ese mismo año en todos los festivales nacionales e internacionales. Pero este Actual es otro. Solo tropieza el que camina, y poco a poco el primer festival del año va recuperando aquella dirección. Aunque ha sido un año más completo y redondo, tal vez esa falta de información a apenas veinte días de su inicio haya sido la culpable de la disminución del Publico. 25.000 asistentes a todos los actos, frente a los 35.000 del año pasado (según datos oficiales). Actual 2020 ha dado un paso adelante, una transición hacia lo que será. Según el gobierno de La Rioja, ya se está trabajando en su 31 edición. Se ha hablado de patrocinios públicos y privados con la misión de hacer crecer el festival y devolverle la credibilidad que éste tenía. También nos han hablado de la recuperación de aquella figura desaparecida y tan añorada por los habituales, el director del festival. Un acierto, sin duda.

Metiéndonos ya en materia meramente musical y agradeciendo la variedad de escenarios y propuestas para todos los públicos, destacamos la incorporación del Actual Urbano donde se han hecho un hueco las tendencias más jóvenes del panorama musical. Sin desmerecer ese Actual en familia que propone conciertos y actividades para los más pequeños, creando así escuela y aportando culturalmente a las generaciones venideras. Una oferta compuesta por las Matinales con Estrella, los Vermús Toreros, los Cafés Cantante, las Noches en Bodegas y el escenario principal, el Palacio de Deportes. Han contado con un público variado. Desde asiduos a los conciertos y entregados al baile, respetuosos oyentes de los momentos más íntimos, hasta algún despistado que parecía estar en la afamada Calle Laurel pidiendo a gritos una tapa y un chato mientras rompían la magia de meterte en el concierto. El murmullo contra el respeto fue una batalla que se libró en cada uno de los conciertos que asistí.

Las Matinales con Estrella, en el restaurante Wine Fandango, arrancan el día 2 con el que será el primer concierto del festival, Algora en formato trío y con un Pop Electrónico de estribillos coreables y letras irreverentes, consigue meter un centenar de personas que disfrutan de los tres músicos en un formato acertado para el espacio. El día 3 es el turno de Fino Oyorante (foto inferior), íntimo y oscuro, tan solo con una guitarra y la sinceridad de este formato nos sumerge en su mundo. Un bolo sobrio y medido, un lujo poder ver a este músico y productor en las distancias cortas de este formato. Y para cerrar las matinales, el día 3 nos encontramos a una artista que no te deja indiferente. Maui, a la que le sirve el flamenco como base, pero lo adereza de una manera extravagante y mucho desparpajo. Un show musical cercano a una performance, acompañada de un gruitarrista muy correcto, aunque en segundo plano por el poderío que ella tiene, hizo cantar a la gente y a modo de cabaret despidió unas Matinales con Estrella que se han superado en calidad y buen hacer.

Uno de los formatos más destacables del festival, por su espacio y su programación, son los Vermús Toreros, si bien la pelea continua de la hora del vermú y el ruido de los despistados crean un ambiente poco respetuoso para un concierto, la mejoría y calidad del sonido respecto a otros años es de agradecer. Algo muy comentado y bienvenido por los habituales. La propuesta empieza el día 2 con una María Yfeu que acompañada de un cuarteto de músicos soberbios nos encandila con su voz y su estilo “Neo-Soul” desde la primera estrofa del bolo. Aquellos que conseguimos centrarnos en el escenario vivimos una banda con una calidad musical incuestionable y una esperanza que hace que los amantes de lo bien hecho nos sonriamos de lejos, mientras pensamos que “no todo está perdido”. Tal vez un tanto bajo de tempo y sereno para las ganas de festival que había, pero algo que quedó soterrado por calidad y musicalidad a raudales. Un grato descubrimiento. Esa misma mañana les siguen unos músicos de estilo, una banda de baile canalla, mambo, samba y cumbia a ritmo de rock and roll, The Limboos (foto inferior) nos regalan un repertorio para bailar y disfrutar de su calidad y desparpajo gamberro. Guitarras, saxo y batería ejecutando esos patrones que hacen que se te mueva el pie aunque no lo quieras. El segundo día toca un rock más contundente y eléctrico. Skelves sale al escenario con una mezcla de rock de los 90 y unos riffs que mezclaban tradición y modernidad al mismo nivel. La voz, que baila entre Eddie Vedder y todas aquellas voces del Grunge, empastando a la perfección con la banda y la actitud sobre el escenario, demostraron que la hora del vermú también es buena hora para el Energy Rock. Tras estos, toca trasportarnos aun más al pasado, reminiscencias del Delta del Misisipi con un front-man inconmensurable. De esas bandas que. Aún teniendo un largo recorrido, no entiendes como no han sacado la cabeza por las dichosas listas de mejores grupos nacionales. Unos músicos impecables y un show muy pensado y medido hacen que A Contra Blues hiciera uno de los bolos más interesantes del festival.

Ya en la tercera jornada, los programadores apuestan por la desnudez, la mañana se prometía tranquila, con un solista como José Domingo y su pop de lánguida elegancia, y el dúo Escuchando Elefantes, que peleando contra el murmullo (otra vez), consiguen ganarse a un público a base de sinceridad y buen hacer sobre y bajo el escenario. El Día 5 nos visitan Olimpia, una banda novel pero con una actitud de rock(pop)star sobre el escenario, que sinceramente, se agradece. Si bien se nota, su juventud como banda también se nota su madurez como personas, teniendo clara una intención de estilo y el contenido de las letras. Eléctrico y bailable, al menos. para mover el pie. Menos ritmo y distorsión nos presenta Neuman (foto inferior). Ataviado entre tres guitarras, un bombo y una pandereta, contando anécdotas y desnudándose ante un público al que consiguió callar a base de arte y sinceridad, protagonizó un bolo tan honesto y emotivo que nos ganó por goleada. Y sinceramente, Paco llenó el escenario con su voz y su guitarra, pero lo que más brillo esa mañana fue su corazón. Un grande. Y nos vamos a la jornada del día 6 donde ya olía a mirra, incienso y oro, el momento de Mutagénicos, un power trío que siempre cumple por estilo, diversión y gamberreo. Musicalmente, uno de los mejores bolos que les he visto dar. Destacó las armonías vocales y mezcolanza de estilos bien hilada y sin perder su personalidad. Hicieron bailar al personal a ritmo de Garaje, Surf, Mambo y Cumbia… una banda a tener en cuenta si quieres pasar un buen rato. Tras ellos, es el turno de los gallegos Terbutalina con los que hacen un tándem perfecto y con los que protagonizaron el vermú más divertido del festival. La banda gallega, con un front-man chulesco y con una pose perfecta para el rock and roll, cumplió con creces las expectativas de los asistentes. Una pena que la jornada de Reyes hiciera que la afluencia de público fuese menos que en las jornadas anteriores, donde se consiguieron vender todas las entradas de cada sesión. El vermú torero se ha convertido en uno de mis escenarios preferidos, y al que también le agradezco la inclusión de bandas locales como Skelves o Mutagénicos, que están tan a la altura que ni debería existir duda sobre su nivel.

En este mismo espacio, pero con el sol ya escondido, se realizan las Noches en Bodegas. Una propuesta mucho más actual que la del escenario principal que el festival, donde la apuesta por la sorpresa y el Undergraund de la escena nacional. En esta edición son dos noches para seis bandas, en las que también la confianza en las bandas de la escena local es notable y de agradecer. Con todas las entradas vendidas, la primera jornada la abren Los Conejos con un show que baila entre el post-punk y la new wave. Intensos y sin concesiones, con la energía y el saber hacer que los hace merecedores de estar ahí. Pronto se meten al público en el bolsillo, ayudados por sus incondicionales que ocupaban las primeras filas, consiguen que todos movamos la cabeza y coreemos esos estribillos entre oscuros e inocentes llenos de melodías monosilábicas. Esos “uohs” que siempre funcionan a la hora de empatizar con el público, junto con unas líneas de guitarras muy personales y con un estilo propio, sumado a una base rítmica que funciona como un reloj suizo a dos mil revoluciones, hacen de Los conejos una banda muy a tener en cuenta. Les siguen Axolotes Mejicanos, una banda joven e inocente que pone el punto infantil del festival. Una niña de dieciocho años como Front-girl con poca experiencia, que demuestra que no vasta con el desparpajo y la frescura juvenil para defender tu show en un festival como este. Idas de tiempo continuadas con el ordenador (llegaron a parar al menos tres o cuatro canciones) y desafines, problemas y errores de oficio. Pero hay algo que tienen a su favor, todo ese camino de aprendizaje que les queda por recorrer y un público fiel que les ríe las gracias. Nada que ver con lo que viene después, unos aplastantes Cala Vento, con un público entregado y derrochando energía y actitud demostraron porqué están cada vez más alto y en mejores escenarios. Aquí si hay rodaje y cabeza. Unos grooves de batería que hacías las delicias de los más exigentes junto a unas líneas de guitarra definidas y con intención, sirven como base a unas melodías un tanto Naive que hacen de sus canciones algo reconocible. Quedó muy claro que aquí se les tenía muchas ganas. El público gritando sus estribillos a la vez que levantaba los brazos, incluso algún que otro pogo (algo no muy típico de esta escena) reafirmó a la banda como una de las más solventes del festival.

La jornada del día 5, la noche de reyes a la que tal vez se deba el no llegar a colgar el cartel de sold-out, con una entrada al 80% de su capacidad, la abre el trio Ático 8. Con unas bases electrónicas disparadas desde el ordenador, y unas líneas de bajo y guitarras melódicas que navegan entre el electro-pop y el rock, su front-girl se mueve a la perfección en la única pretensión de la banda, hacer bailar a la gente. Un bolo divertido y bailable, en el que demostraron una vez más, su actitud de diversión y compromiso. Es el turno de Colectivo Da Silva, que llenan el escenario de aparatos y músicos (siete personas sobre las tablas). Su concierto un tanto lineal y con un estilo personal, gracias a los falsetes del cantante y la animación de su mano derecha sobre el escenario, actuando casi como un regidor de televisión. Su imagen sobre el escenario muy cuidada y con reminiscencias ochenteras, hacen que la banda no pase desapercibida. Tal vez la linealidad del bolo en lo musical y sus tempos lentos hicieron que se enfriara un poco el ambiente, hasta las tres últimas canciones donde subieron el nivel y mostraron lo que pueden llegar a hacer. Sorprendió el sonido tan envolvente y nítido, dada la dificultad de ser tantos músicos y secuencias sobre el escenario. Y llega el broche de las Noches en Bodegas, unos Kokoshca (foto inferior) llenos de actitud noventera, intensos brecks de batería y aplastantes guitarras grunges, que bien podrían recordarnos a Los Planetas versión femenina. Letras ácidas y recurrentes, estribillos pegadizos y cierto ruidismo melódico que hizo que el público levantara de nuevo el ánimo con ese volumen que tan inquietantemente te golpea el pecho. Como anécdota a destacar está cuando subieron al escenario el guitarrista de Los Punsetes y el Bajista de Papaya a corear una de sus canciones más conocidas, haciendo de este bolo una despedida perfecta de las Noches en Bodegas.

Entre las novedades de la trigésima edición se encontraba la sección más cercana al nuevo movimiento urbano generado durante los últimos años entre los más jóvenes. Trap, reguetón, rap, hip hop… Cuatro shows celebrados en la Gota de Leche que han supuesto uno de los puntos fuertes de este Actual 2020 por su frescura, organización y localización en pleno centro histórico de la ciudad. Todas las jornadas contaron con la presencia de artistas locales que dejaron el pabellón musical muy alto y demostraron que arrastran una gran legión de fans, como fue el caso del joven logroñés -afincado en Madrid- L´Haine. Un concierto trabajado, contundente y, sorprendentemente, para los que ya peinamos canas y estamos “más lejos” del movimiento, muy, muy coreado. El público adolescente conocía todas y cada una de las canciones que sonaron.

Destacó la presencia de Antifan (foto inferior), quizás el nombre que más conocemos los que venimos de la escena rock y pop. Jerva, cabeza visible de la banda, es uno de esos frontman de elegante aspecto apocalíptico. El fundador de Agorazein, acompañado por I-ACE y Harto, crean un universo que va desde el rap al post-punk o el kraut. A base de teclados, baterías electrónicas, guitarra o bajo, los madrileños demostraron la razón por la cual están en boca de todos durante los últimos meses desde la publicación de "Puede ser una mala racha", su segundo álbum.

Otro de los reclamos del cartel fue la presencia de Bea Pelea. Letras picantes y naives, con un trap realizado sobre un playback sobre su misma base. Quizás poco profesional pero, eso sí, efectivo. Y es que el autotune y el físico, en ocasiones, cuentan mucho más de lo que suena. El “perreo” fue máximo al final del concierto con toda la chavalada subida en el escenario en lo que puede interpretarse a lo más cercano al fenómeno fan del reggaetón patrio. La malagueña cerró su show con “La Gasolina” que fue el colofón, el himno generacional que reventó el evento.

La presencia femenina no quedó ahí, las tardes de La Gota encontraron en Ly Nsi y Scarlett Rose la parte más elegante a base de jazz, soul, R&B o cumbia. Remarcar la participación de DJs riojanos como el tremendamente versátil, DDRey o el ecléctico y melómano Siete Dcbls, siempre fino, y capaz de pinchar con solvencia electrónica, trap o cualquier estilo requerido. Y la gran pregunta es, sobre todo, tras el éxito que arrojó Actual Urbano, si los festivales tendrán que empezar a pensar que el relevo generacional quizás ya no demande tanto rock y pop, y buscar otras alternativas. Parece que se ha abierto un nuevo modelo en el que, festivales como el Primavera Sound, ya parecen inmersos. Veremos.

Otra de las novedades introducidas durante la trigésima edición del Festival venía de la mano de su escenario principal. El Palacio de los Deportes se ha convertido, durantes las últimas ediciones, en el lugar donde, se supone, se encuentra el grueso de la programación musical. Y es que durante este año, la afluencia de público se ha visto recortada en ochocientas entradas por razones de seguridad, siendo tres mil doscientas el aforo máximo permitido (sólo se llegaría a él durante la tercera noche de conciertos).

La segunda noche del año arrancaba con una propuesta dispar que viajó desde el intimismo de Quique González (foto superior) a la explosión indie pop de Second y que contó con la presencia de mil ochocientas almas en la que sería, a la postre, la noche más floja en número de asistentes.

El madrileño llegaba a logroño presentando su nuevo disco, "Las palabras vividas", con una propuesta íntima y casi acústica, versión radicalmente opuesta a lo que se viviría después. González hizo un repaso a su carrera musical y presentó varias canciones de su nuevo trabajo ("La nave de los locos", "El pasajero, Bienvenida"…) así como temas de álbumes anteriores como "Su día libre", "Sangre en el Marcador", "Orquídeas" o una parte final en la que sonarían "Clase media", "Salitre" o "Vidas cruzadas". El capitalino salió airoso y demostró la razón por la que es considerado como uno de los mejores en su estilo.

Tras él, el segundo y último concierto de la noche con los murcianos Second, quienes volvían a la ciudad, y al festival, tras su primer paso en enero de 2016. Se les veía contentos de volver a estar en Logroño y lo demostraron a base de un show enérgico que contó con sus ya, para muchos, vertiginosos himnos pop que acompañan las noches desde hace un buen puñado de años ("Rincón Exquisito", "2502", "Primera Vez", "Nivel Inexperto"…).

La segunda jornada, la de la noche del viernes tres, reuniría setecientas personas más que la anterior, con un total de dos mil quinientas. Con todo, no se notaba un Palacio tan lleno como en noches anteriores. Abriría la jornada Igor Paskual (foto superior). El asturiano presentaba su reciente trabajo, "La Pasión según Igor Paskual". Salpicado de punk, rock y arreglos electrónicos, sonaron temas como "Ratas", "Dios es colombiano" o "Cansado de la vida", que calentarían el recinto para lo que vendría después. Y es que la presencia de Zahara (foto inferior) primero, y Carolina Durante después, como cierre de la jornada, componían el cartel de una noche de pesos pesados. La andaluza demostró por qué es una de las referentes del circuito a base de derroche musical y físico. Básico en su ascenso es, en nuestra opinión, la presencia de referentes como Cabezalí a la guitarra o el omnipresente Martí Perarnau. Los arreglos electrónicos de éste (uno de los músicos más prolíficos de la actualidad) hacen que Zahara suene mucho más potente y que la puesta en escena sea apabullante, hasta el punto de contar con un cierre tan álgido, que consiguió que nunca quisiésemos que aquello acabase. "Caída libre" u "Hoy la bestia cena en casa" fueron el colofón a más de una hora de espectáculo que había transcurrido en tres etapas bien diferenciadas. Un comienzo contenido -pero contundente- ("El diluvio", "David Duchovny") dio paso a un “valle íntimo” (con "Lucha de gigantes" o "Guerra y paz" como temas más celebrados) que desembocó en la, anteriormente, mencionada explosión sonora.

Cerrarían la noche la joven y ya tan consolidada banda madrileña Carolina Durante (foto inferior) (disco del año para este medio, ahí es nada). Y es que, ¿a quién se le escapa a estas alturas la revolución que han generado en los últimos dos años? Es tal su frescura que llegaban a Actual con apenas veinte canciones a sus espaldas, lo cual no les impidió defender con honor todo aquello que de ellos se cuenta. Y es que el formato, salvando las distancias, no va a ser extraño en un futuro pues en unos meses llenarán, seguro, el Wizink Center. Y es que su carrera fulgurante y prolífica fue un espejo de su bolo (salvando, incluso, los problemas que arrastraba Diego a nivel vocal). Comenzaron contenidos (dentro de lo que puede ser un concierto de una banda con tantísima actitud) con temas como "Cementerio", la coreada "Las canciones de Juanita", "Cuando niño", "Buenos consejos, peores personas" o "El año". Poco a poco subió la intensidad para dar paso a sus (ya) himnos generacionales como "Joder, no sé", Perdona (Ahora sí que sí)", "La noche de los muertos vivientes" o "Cayetano". En resumen, sonó todo con lo que llevamos vibrando durante estos últimos tres años.

 

Fue el tercer día del Palacio su día, colgando el cartel de Sold-out y con un público deseoso de la calidad y oficio que se iban a encontrar sobre el escenario. Arrancó la noche con los ganadores de la guerra de bandas del Actual pasado. Unos enérgicos y solventes The Royal Flash. Entregados a un cien por cien e inmersos en, según su frontman, un concierto que nunca olvidarán, la banda nos dio un concierto a la altura de las expectativas. De menos a más, con energía y tablas mostraron sus destrezas musicales para llevar el bolo a lo más alto. Un final en el que guitarrista y vocalista terminan entre el público ofreciendo sus guitarras a la gente para que hiciesen ese ruido con el que se cierra un gran concierto.

Era el momento de Morgan (foto inferior), ya habían visitado hace tres años Actual en el escenario de las bodegas, pero esta vez nos visitaron siendo una de las bandas más esperadas. Morgan se ha hecho mayor. Y es que no se les puede reprochar nada, siendo un hito lo que han conseguido, con un estilo totalmente fuera del corte estilístico de los festivales, se han ganado por méritos propios ser cabeza de cartel de éstos. Un bolo redondo y medido, con una Nina que nos recordó en momentos a Janiss y en momentos a Areta. Que nos demostró tener una técnica vocal controladísima, una dulzura y sencillez increíble como persona, pero que sobre todas las cosas ama lo que hace y lo transmite. La banda capitaneada por Paco, con un tono increíble y un saber estar en el escenario que cuantos rock stars quisieran, mostro un rodaje y entendimiento entre sus componentes que nos dejaron a todos pasmados. A destacar los himnos como Sargento de hierro, coreados por todo el Palacio o la canción que se tocaron casi a-capella Nina y Paco con la que hicieron callar a todo el gentío para metérselos en el bolsillo, una vez más. Una banda de la que poco más que no se haya dicho ya, se puede decir. Incontestables.

Y llega el fin de la noche de la mano del dúo zaragozano, los encargados de ese sold-out, de esas 3.200 almas con unas ganas de cantar y bailar contenidas desde que entraron al recinto. Con el primer acorde, comienza la fiesta. Y es que Amaral, nos demostró ser una titana. Una de esas mujeres que solo con su guitarra y su voz les basta para llenar cada metro cúbico de este Palacio. Con un show limpio y un escenario vacío, sin amplis, sin cables, sin elementos estructurales… Con solamente una pantalla quebrada en la que se proyectaba el video-mapping y unos músicos que lo dieron todo sobre la tabla, Amaral firma un concierto con el que demuestra que es merecedora de estar donde está. Una Eva que, sin necesidad de ello, es comprometida política y socialmente. Con un discurso elegante y a la vez incisivo llegó a recitar una canción de aquellos cantautores de la transición riojana que rezaba “La rioja existe pero no es…” o ese guiño a Paco Ibáñez y su Galopar. Hacia lo salvaje como colofón de un concierto de otra liga. Máximo respeto.

Y no sabemos si Actual también tomara esa senda “hacia lo salvaje”, pero lo esperamos con buena gana desde la jungla. Mientras nos comemos unos a otros, alimentándonos del circuito de salas y los conciertos de invierno.

El Club Maldeamores se convirtió, como en las últimas ediciones, en el lugar donde acabar las noches tras la vorágine de conciertos y actividades. Por allí pasaron, con lleno absoluto en todas las jornadas, Tangerine Sisters, ME&djs, Fetén y Lugg dj.

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