El reciente estreno en Netflix de la serie de anime “Relatos japoneses de lo macabro” es una excusa excelente para deleitarse con la maestría de los relatos cortos de Junji Ito, algunos de los cuales se encuentran en esta antología en la que ECC ha reunido varias historias del maestro del terror japonés cuyo nexo común son los lugares encantados, habitados (y deshabitados) por el ser humano.
En esta variopinta selección encontramos los tópicos y obsesiones recurrentes que han convertido a este mangaka en un incontestable referente del terror, con un imaginario propio y reconocible que bebe de la influencia del folklore japonés y de otros autores del género como Kazuo Umezu, Hideshi Hino o el mismísimo H. P. Lovecraft. Así, el horror cósmico, en el que los personajes se ven sometidos a fuerzas sobrenaturales, desconocidas e inevitables, se mezcla con el horror corporal, caracterizado por cuerpos deformes y grotescos, despojados de cualquier vestigio de humanidad, donde el autor puede desplegar todo el potencial visual de ese estilo detallista que, lejos de pretender sugerir, se regodea en lo bizarro y en lo macabro.
En Junji Ito, el mundo sobrenatural irrumpe en la realidad de los personajes –a veces violentamente, a veces de modos más sutiles– y aquello cotidiano se transforma de pronto en algo hostil y extraño, envolviendo a los relatos en el aura inquietante e irracional de las pesadillas. Los personajes, lejos de poder zafarse y escapar, se ven arrastrados irremediablemente a una espiral de locura, superados por oscuros y desconocidos designios que caen fuera de su comprensión y de su voluntad. Muchos de los relatos de Junji Ito, además, quedan inconclusos, dejando atrapados a los personajes en un bucle cruel e infinito, ya sea dentro de mansiones y casas encantadas, hospitales estremecedores, callejones secretos, o ciudades y pueblos malditos. Lugares habitados muchas veces por espíritus y seres infrahumanos que remiten a los fantasmas y demonios de la tradición japonesa, como los yōkai o los yūrei.
El repertorio de historias de Junji Ito parece no tener fin, como lo demuestra su prolífica producción de relatos breves. Su capacidad de anclar esas historias a un imaginario común, pero evitando caer en la repetición o en la rutina, permite al lector saltar de relato a relato con la sensación de enfrentarse siempre a algo nuevo sin cruzar las fronteras de ese universo perturbadoramente familiar que ha construido el autor. En ese sentido, este volumen recopilatorio de ECC es sin duda una buena oportunidad para que los lectores advenedizos hagan una primera incursión, la primera de muchas, en el mundo de Junji Ito y disfruten de maravillas como “La ciudad sin calles”, “La melena en el ático”, “El pueblo de las sirenas” o “La ciudad de las tumbas”.
Junji Ito conoce perfectamente el material del que están hechas las pesadillas y, en estos relatos cortos, nos lo sirve en pequeñas dosis demostrando que lo breve, si bueno, dos veces bueno.
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