El Eternauta
Cine - SeriesBruno Stagnaro

El Eternauta

6 / 10
Abel Olivares — 17-05-2025
Empresa — Netflix
Fotografía — Cartel de la serie

Bruno Stagnaro adapta el clásico “El Eternauta”, de H.G. Oesterheld y F. Solano López, a la pequeña pantalla, recuperando uno de los cómics insignia de la cultura argentina contemporánea. En su rol de creador, explota la naturaleza secuencial de la historieta con el objetivo de seriarla audiovisualmente, aprovechando al mismo tiempo la avalancha de acontecimientos históricos que hemos ido viviendo los últimos cinco años. La producción, a cargo de K&S Films, arranca con una imagen apocalíptica: la histeria colectiva se desencadena tras una oscuridad repentina. Vicente Monroy, en “Breve historia de la oscuridad” (25), afirmaba que “las pequeñas pantallas de televisores, ordenadores y teléfonos móviles han usurpado el trono de la gran pantalla, y campan a sus anchas a plena luz, inundando el mundo de imágenes resplandecientes”. Stagnaro, en cambio, parece oponerse frontalmente a esta lógica porque llena absolutamente toda la temporada de planos sombríos, carentes de luz, llevando a cabo un ejercicio de anticine que desafía el consumo visual inmediato. Durante el visionado, incomoda al espectador haciendo uso de la opacidad para enfocar la cámara en lo invisible, obligándonos a mirar más allá de lo evidente: un reflejo del ser humano actual.

Ante la amenaza, los terrícolas activamos automáticamente el instinto de supervivencia. No obstante, en pleno siglo XXI, es un impulso que ha evolucionado. Ya no se trata única y exclusivamente de cubrir necesidades básicas; ahora debemos satisfacer una urgencia informativa. Exigimos saber qué sucede, cómo sucede, cuándo sucede y a quién le sucede. Así pues, “El Eternauta” moderniza el relato original retratando con precisión una sociedad adicta a la información, pero ajena a sí misma y afectada por una creciente ineptitud colectiva para enfrentar desafíos sin ayuda externa. Muy a mi pesar, he de decir que el interés que suscita desde un inicio, mostrándonos lo peor y lo mejor de cada uno, se pierde a medida que avanzamos en la trama. Ocurre lo que suele suceder siempre con el género de la ciencia ficción. La distancia entre lo inventado y la experiencia real se agranda tanto que la conexión con lo que vemos se diluye. Pese a ello, merece la pena destacar la labor llevada a cabo por el equipo de FX. A diferencia de producciones hermanas, existe una fluidez visual, así como una coherencia estética, que ayuda a digerir la presencia de elementos un tanto predecibles o reciclados.

Bajo mi punto de vista, no se trata de que “El Eternauta” sea una mala serie. Simplemente creo que reproduce fórmulas caducadas, a través de las que no se hace otra cosa que alargar infinitamente una trama finita para poder terminar diciendo: “segunda temporada confirmada”. Para mí, la clave de los seis primeros capítulos está en que actúan como escaparate del comportamiento humano en la actualidad. Hacen patente dos cuestiones: que las prioridades no son las mismas para nadie y que la supervivencia implica sacrificios. Eso sí, atendiendo a que se ha anunciado que solamente habrá una segunda temporada, resulta reconfortante ver a un gigante del streaming como Netflix dar proyección internacional a narrativas que nacen fuera del eje estadounidense.

 

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