Barbie
Cine - Series / Greta Gerwig

Barbie

8 / 10
Abel Olivares — 24-07-2023

Como suele ocurrir con las producciones cinematográficas que invierten millonadas en asegurarse un escaparate de exhibición, el producto final termina siendo decepcionante. El riesgo de no cumplir con las altas expectativas que el espectador ha creado es elevado. Greta Gerwig y su equipo sabían esto de antemano, demostrándonos que se puede evitar al recibirnos con una pieza sensacional que roza la excelencia y nos sorprende para bien. Es verdad que, a priori, los prejuicios pueden jugarnos una mala pasada porque pensar que asistiremos al encuentro con otro filme más de una major como Warner Bros, a la sombra de Hollywood e interpretado por un elenco estadounidense abanderando la cultura yanqui, es inevitable. “Barbie”, sin embargo, es la excepción que confirma la regla; terminamos presenciando un alegato político-social feminista que cuestiona los roles de género amparándose en un guión profundamente complejo, que va con segundas y cargado de mensajes subliminales, todo ello bajo el paraguas de la comedia. Un amplio dispositivo desplegado de forma tan ingeniosa que nos deja boquiabiertos durante las dos horas de metraje.

La película es en sí misma un proceso de deconstrucción sistemática que empieza con una voz en off anunciando la llegada de algo inédito. Es ahí cuando Margot Robbie entra en escena sustituyendo lo viejo por lo nuevo, es decir, un cambio de paradigma con el que una Barbie actualizada llega para transmutarlo todo. Justo entonces, Gerwig deja claro cuál es el mensaje y cómo se traducirá en el film: lo estereotípico se reduce a escombros desde dentro, mientras la protagonista asiste a un viaje de autodescubrimiento para dar sentido a su propia existencia; dando lugar a un discurso construido en base al diálogo cineasta-espectador rompiendo la cuarta pantalla en varias ocasiones. Precisamente, es el espectador quién acaba de montar el puzzle del pacto ficcional. La prueba de ello es el sinfín de referencias artísticas -“2001: A Space Odyssey”, “Matrix”, “En busca del tiempo perdido”- que se resignifican para erigir un significado particular entre todo el conjunto. Asimismo, la mención especial se la lleva el magnífico diseño de producción que consigue sumergirnos en el mundo estéticamente superficial tan característico de la muñeca cliché; un imaginario de ensueño coronado por los detalles, auténticos protagonistas de la película.

Pese haber momentos que nos extasían más que otros, es imposible aburrirse dada la enorme cantidad de estímulos bombardeandonos constantemente. De todos modos, quién se fije lo suficiente verá que “lo esencial es invisible a los ojos”, tal como dijo Antoine de Saint-Exupéry. Luego, por lo que se refiere a los giros de guión, tampoco nos quedamos cortos. Igual que con el artefacto musical. Lástima que la banda sonora tan prometedora caiga en la mediocridad salvo por un par o tres de hits. Dicho esto, la interpretación del dúo Robbie-Gosling acaba de ponerle la guindilla a un pastel dulcemente empaquetado que nos deleita sin nosotros saber que lo necesitábamos. “Barbie” es una obra original que saca a flote un sector hundido en la corriente de live actions y remakes al mismo tiempo que habla de existencialismo y honra la cultura pop. Es una carta de amor a las mujeres que invita a aquellos con masculinidad frágil a revisarse los privilegios. El impacto de la consagración definitiva de Greta Gerwig como directora -poniendo fin a tópicos preestablecidos con elegancia y humor-, será colosal. De hecho, ya lo está siendo. Este es el evento cinematográfico que llevábamos tanto tiempo sin poder disfrutar y del que salimos con una sonrisa infantil iluminada por el color más radiante de todos: el rosa.

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