Resumen del 28 Concurso Villa de Bilbao
Especiales / Concurso Villa De Bilbao

Resumen del 28 Concurso Villa de Bilbao

Josetxo Rio Rojo / Unai Endemaño / Jon Romaña — 16-11-2016
Fotografía — I Me Mine por Rafa Robledo

Modalidad Metal por Unai Endemaño

El Villa de este 2016, en lo que a la sección Metal se refiere, seguramente haya sido el menos discutido de los últimos años. Prácticamente nadie puso en duda, al término de las clásicas dos rondas, la decisión final del jurado, ya que la distancia existente entre el resto de conjuntos, y los Insaniam de Albacete, era demasiada como para llevarse malos ratos debatiendo sobre el resultado. Desde las mismas semifinales, ya pudimos constatar como la propuesta de los Insanos, era de una liga superior.

Comenzando desde el principio sin embargo, en riguroso orden cronológico, tenemos que hablar de todos y cada uno de los conjuntos que se dejaron las pelotas tratando de alcanzar el prestigioso galardón bilbaino. Una vez más encontraríamos cosas muy interesantes, bandas a las que les queda mucho por pulir, y otras desde luego, que estarán dando de qué hablar, antes de lo que nos pensamos.

Comenzaríamos el veintitrés de septiembre, con los Mind Driller de Alicante aportando algo tan poco corriente al Villa, como Metal industrial. Industrial y coral. La suya sería una propuesta demasiado gobernada por las líneas maestras de los alemanes Rammstein, que encontraba un gustoso color mestizo, cuando los tiempos se apoyaban sobre las voces más alternativas. En esos momentos nos podían llegar a recordar a Faith No More, a Lacuna Coil o incluso a Def Con Dos en algunos de sus fraseos. Interesantes, angulares, pero abarcando tanto, que acababan dando la sensación de apretar poco.

Los siguientes en la palestra serían Hiranya, quienes vendrían desde Madrid para obsequiarnos media hora de Metalcore escasamente imaginativo, con fémina cantarina al frente, capaz de hacer de una manera potable tonos rasgados y limpios, aunque se le fuesen al garete algunos momentos de las partes pulcras. En líneas generales, se podría decir de ellos que no sonaron con la potencia necesaria como para destacar dentro de un estilo tan masificado como este, trenzando buenas melodías, pero sin que el resultado general llegase en ningún momento a impresionar.

La siguiente jornada de Villa, la abriríamos con los jovencísimos Corrosive desde Navarra, otro conjunto de Metalcore que nos llegaba hasta Bilbo, sin que tuviese casi nada que ver con los anteriores aspirantes de genero afín. Estos chavales desplegarían mucha más mala leche en su propuesta, basando su discurso sobre las directrices de combos como Hatebreed o Terror, mucho más cercanos al Hardcore, que al Metal tradicional, pero sin llegar a sonar lo suficientemente empastados, como para que su propuesta nos pegase con la mano abierta.
No podríamos decir lo mismo de Orion Child, quienes serían el primer combo con aspiraciones serias de entrar en la final-aunque no llegaron finalmente- y los primeros con los que realmente disfrute como un enano. Los vizcaínos se encontraban presentando su nuevo trabajo, demostrando que llevan años de carrera, y una solidez que solo se consigue con el tiempo. Su propuesta, progresiva, elegante y sofisticada para los tiempos que corren, dejaría un excelente regusto entre los que nos dejamos caer por Bilborock el treinta de septiembre. Una lástima que no terminasen llegando hasta la siguiente ronda, porque creo que hubiesen ido a más.

Otra jornada se nos escaparía, y otra nueva vendría con Kitsune Art mostrando una nueva vertiente del Metalcore, la menos contundente en este caso. Sus minutos constatarían que al conjunto aún le faltan muchísimas horas de vuelo como para aspirar a cotas elevadas, y en ningún momento nos darían la impresión de ser capaces de poder trascender por encima de lo que nos enseñaban.

Fetitxe por su parte, se mostrarían muchos más sólidos que los Kitsune, desplegando poderoso Stoner en euskera, que muy a menudo traía a la cabeza los mejores momentos de Mastodon, o los pegadizos ritmos de Clutch. Acabarían cuajando una actuación suficiente como para colarse en la final, sin llegar a volarnos la cabeza, pero con unas capacidades que se intuían sobresalientes.

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Fetitxe por Rafa Robledo

La anteúltima semifinal la abriría el correoso Heavy Metal de Evil Seeds, dignamente condicionado por el Power americano de los ochenta, pero sin la evidente frescura que poseía aquel. Recurrirían al doble bombo, al agudo prolongado y a todos y cada uno de los trucos molones, que una banda de este tipo debe de manejar, pero sin acertar a emplearlos con suficiente destreza. Ni sonarían, ni nos mostrarían ninguna composición, que pudiese llegar a convencernos de su paso al siguiente nivel del videojuego.

La noche concluirá con Black Ocean Witness, quienes tuvieron la misión de suplir a Strangers a última hora, ante la triste baja de estos. Hacía pocas fechas que los de Bilbo, habían podido telonear a Jinjer en Barakaldo, marcándose un bolazo de los que se recuerdan. Esta vez no tuvieron el nervio tan caliente como en la jornada de la Edaska, aunque se les volvió a ver rodados, creyéndose sus temas y habiendo currado mucho el directo que se traen entre manos. Mostrarían su potente Metalcore, deudor de combos como Suicide Silence o de los In Flames de hace diez años, y terminarían haciendo las delicias de todo aquel al que pudimos preguntar.

La última tanda de semifinales, nos traería a los que terminarían siendo los vencedores del Villa 2016, los Insaniam  de Albacete. Nada más comenzar, su puesta en escena, llamaría poderosamente la atención por las máscaras (muy cuidadas) que usan sus integrantes, y a los pocos segundos, ya nos impresionarían por el evidente gusto con el que iban descargando sus composiciones. Practicando un polivalente Black Metal, similar al que a veces pueden llegar a manejar los mejores Cradle of Filth, pero con una personalidad que en ningún momento les hacía sonar a copia alguna, irían metiéndose en el bolsillo a todos los que parábamos por el Bilborock. Pasajes propios de Korn, se mezclaban hábilmente con fragmentos recitados, como podrían haber cuadrado Arcturus, atmósferas malsanas dentro de piezas que tenían consistencia, fuerza y empaque, acabarían dejando el listón, hasta el techo de la iglesia reconvertida en sala de conciertos.

Concluirán las semifinales con los aragoneses Warg volviendo a recordarnos, uno tras otro, todos y cada uno de los cliches que acompañan al Metal desde hace décadas. Harían una interpretación excesivamente coreografiada y medida, recargada se mirase por donde se mirase, pero mucho más ensayada que la mayor parte de actuaciones que habíamos podido contemplar a lo largo y ancho de todo el concurso. Sus temas sonarían redondos y eso lo premiaría el jurado metiéndoles en la final.

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Insaniam por Unai Endemaño

La última tanda, con Fetitxe, Insaniam y Warg jugándoselo a una sola noche, tendría poca historia por la apabullante superioridad de los chicos de Albacete. Aun cascándose un bolo bastante más flojo que él nos habían ofrecido unos días antes, sus muchas virtudes, y vistosas maneras de grupo profesional, pesarían sobre las enormes ganas que le pusieron Fetitxe, y sobre el millón de coreografías que regalaban los Warg entre sonrisas. Lo de Insaniam sería tan apabullante, que sus miembros terminarían ganando los premios al mejor cantante, mejor bajista y mejor guitarra, sin que una sola alma, fuese a ser capaz de negarles el título que todo el mundo sabía que les correspondía. El de justos ganadores de la 28 edición del Villa de Bilbao.

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