Entrevista a Oriol Rodríguez por su libro "Tocats de l’ala"
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Entrevista a Oriol Rodríguez por su libro "Tocats de l’ala"

Xavi Sánchez Pons — 03-02-2019
Fotografía — Gustaff Choos

Oriol Rodríguez, periodista curtido en mil batallas enamorado de la música (entre otras cosas, es una las firmas destacadas de esta casa) y el fútbol (léanle en la revista Panenka), se descolgó hace unos meses con una estupenda historia oral sobre el rock català, un fenómeno social que en los noventa cambió la música catalana para siempre.

"Tocats de l’ala" (Contra, 2018), título que hace referencia a la letra de una canción de Sopa de Cabra, inicia su completísimo relato en los años previos al estallido del fenómeno reivindicando a los pioneros del género (Duble Buble, N’Gai N’Gai, La Madam), para luego repasar la historia de las bandas más conocidas (Sopa de Cabra, Els Pets o Sangtraït) y también de los grupos de culto (Kitsch, Tancat Per Defunció), la génesis del legendario concierto en el Palau Sant Jordi del 14 de junio de 1991 y el fin de la era dorada del movimiento con la muerte de Carles Sabater, cantante de Sau, en 1999.

“El rock català es uno de los fenómenos socioculturales más importantes que ha habido en Catalunya en el siglo XX”

A día de hoy hay un montón de historias orales sobre escenas musicales pero esta del rock català ha sido una absoluta sorpresa. ¿Cómo se te ocurrió la idea?
Es una idea que venía arrastrando desde hacía tiempo, pero no fue hasta hace algo más de dos años que empezó a toma cuerpo. Estaba entrevistando, justamente para Mondosonoro, a Nando Cruz por su libro "Pequeño circo, la historia oral del indie estatal". En un momento de la charla le dije que tenía en mente hacer algo similar pero con el rock català, algo que por edad había vivido de una forma muy próxima y directa. Un fenómeno cultural y social de una relevancia muy considerable en Catalunya, pero del que aún faltaban muchas cosas por explicar. Sí que habían libros interesantes, pero de bandas concretas, como los que había escrito Pep Blay sobre Els Pets ("Cara a cara") y Sopa de Cabra ('Si et quedes amb mi'), pero no existía un relato coral. A Nando Cruz le pareció una buena idea y se lo comentó a la gente de la editorial Contra. A ellos les pareció un proyecto interesante y me propusieron tirarlo adelante. En este sentido me siento afortunado. Si hablamos de música Contra tiene uno de los mejores catálogos del país.

El rock català nunca ha tenido muy buena prensa o consideración crítica. De hecho, mucha gente sigue mirando esa época con desdén. ¿Por qué crees que hay esa percepción? ¿Es “Tocats de l’Ala”, además de una historia oral, un intento de reivindicar ese movimiento?
No he querido reivindicar nada pero tampoco restarles ningún mérito. Tocats de l’ala ha sido mi intento por explicar la historia de uno de los fenómenos socioculturales más importantes que ha habido en Catalunya en el siglo XX juntamente con la Nova Cançó. Y explicar aquella historia en toda su globalidad y complejidad y desde la verdad de todos aquellos que mucho o poco fueron protagonistas. Muchas verdades (he entrevistado a más de 60 personas) que no siempre coinciden. Pero, precisamente, creo que es en esa diversidad y variedad de opiniones y recuerdos lo que hace más interesante el resultado. Y sí, es cierto que aquella fue, y en muchos casos sigue siendo, una generación muy menospreciada, en según qué círculos. Sobre ellos colgaron la etiqueta de bandas de fiesta mayor, anacrónicas y de poca calidad, de bandas subvencionadas y cachorros del pujolismo… El libro también trata de discernir qué hay de cierto y qué de falso y mito en todo eso.

En relación la pregunta anterior, una de las ideas más chulas del libro es que el rock català acabó con el centralismo en la música catalana, vamos que descubrió que no solo en Barcelona había grupos de pop y de rock. Además, también normalizó el uso del catalán en el pop y el rock. ¿Qué nos puedes contar sobre eso y que más cosas aportó el rock català?
Totalmente cierto. De hecho, durante aquella época y dentro de ese fenómeno, no hubo ninguna banda realmente importante que surgiera de Barcelona (aunque a nivel de público el rock català triunfó en Barcelona con la misma fuerza que en el resto de Catalunya). Como se decía en aquella época, aquel fue un fenómeno de comarcas teniendo como epicentros ciudades como Girona o Vic. Ese fue un factor clave para que todas esas bandas decidieran cantar en catalán. Hasta finales de la década de los setenta, Barcelona era la capital estatal de la industria musical: todas las grandes discográficas tenían su sede en Barcelona. Con la llegada de la democracia, todas esas discográficas fueron trasladándose a Madrid. Aquello, que coincidió con la eclosión de la Movida Madrileña, convirtió Barcelona en un solar. Y las bandas que salían: Loquillo y Los Trogloditas, Los Rebeldes, El Último de la Fila, Brighton 64... por mimetización con sus coetáneos madrileños y porque Barcelona era una ciudad bilingüe optaron por cantar en castellano. A diferencia de Barcelona, en Girona, Vic, Banyoles, Constantí o La Jonquera eran lugares donde el catalán tenía total predominio lingüístico. Ahí la gente vivía y se relacionaba en catalán. Y cuando empezaron a surgir grupos de jóvenes, incluso teniendo muchos de ellos los mismos referentes que las bandas de la Movida, o directamente las bandas de la Movida, ni se lo plantearon y optaron por cantar en catalán. No fue una cuestión de militancia nacionalista sino de cotidianeidad y normalidad. Algo que ahora es del todo normal pero que entonces era del todo inaudito. De hecho, en sus inicios, una de las preguntas que más veces tuvieron que responder, incluso en los medios de comunicación públicos de la Generalitat, es por qué cantaban en catalán. Así que, rotundamente sí, ese fue uno de los principales legados del rock català, llevar, como dice Gerard Quintana, el catalán a las cloacas.

Otro de los aciertos del libro es el tono desmitificador y cercano que usan la mayoría de participantes para recordar del relato y del fenómeno social que significó el rock català. ¿Cómo conseguiste crear ese espacio de confianza con los entrevistados y cuál fue su primera respuesta cuando les comentaste la idea del libro?
La verdad es que me lo han puesto muy fácil. Todos ellos han sido exageradamente amables con su tiempo y generosos con sus confesiones. Por ese menosprecio con el que se les ha tratado y esas etiquetas que han arrastrado durante todo este tiempo, creo que tenían muchas ganas de explicar su versión de la historia. Del mismo modo, han pasado tres décadas de todo aquello, tiempo que les ha permitido tomar distancia y recordar aquella historia de la que fueron protagonistas desde otra perspectiva, animándose a explicar cosas que tal vez entonces no habrían revelado.

El libro se inicia con un prólogo en el que cuentas tu experiencia como asistente al legendario concierto del Palau Sant Jordi del 14 de junio de 1991 donde tocaron Sopa de Cabra, Els Pets, Sau y Sangtraït. ¿Qué recuerdas de esa noche y qué emociones te vienen a la cabeza?
Pues la verdad es que guardo como diapositivas mentales. Flashes de lo que sucedió y viví. Lo que más recuerdo es cierta sensación de euforia. La del adolescente que va por primera vez a un concierto de rock y tiene la percepción de que está viviendo algo histórico. Imagínate el impacto que tuvo en mí que 30 años después soy periodista musical y he escrito un libro de todo aquello.

Me gustaría que nos recomendaras algunos grupos que valga la pena rescatar de la letra pequeña del rock català y las razones por las que hay que reivindicarlos.
Primero, así por justicia poética, me gustaría destacar a las bandas del, por llamarlo así, proto rock catalán. Grupos como Duble Buble, N’Gai N’Gai, La Madam, Detectors, Grec… que aparecieron pocos años antes que los Sopa de Cabra, Sau, Pets y compañía pero que obtuvieron el reconocimiento que sí tuvieron éstos. Bandas además, muy menospreciadas por la música que hacían. Todas estas bandas bebían de la new wave más sintetizada y tenían como referentes a Duran Duran o Spandau Ballet, y de los que también intentaron emular su estética, provocando que se les etiquetara de manera despectiva como “pop de pantalón de pinza”. De hecho, los primeros Sau estaban mucho más cerca de este sonido y estilo que del rock de guitarras que definió al rock català. Y ya dentro de lo que se denominó rock català, las dos bandas de culto por excelencia son Umpah-pah y Kitsch. Los primeros estaban liderados por una figura genial como es Adrià Puntí y destacaron sobre el resto por su personalidad y originalidad. Kitsch fueron la facción oscura de aquella escena. Fue el grupo que más se aproximó a lo que se estaba haciendo internacionalmente, no sonando excesivamente alejados de unos The Jesus & Mary Chain. Sus tres primeros disco "Kitsch", "Kitsch II2 y el directo 2Kitsch III2 aún hoy suenan actuales. Y junto a estos, y más allá de los “cuatro grandes”, bandas igualmente a reivindicar (en su momento de máxima popularidad Sopa de Cabra era una banda de rock clásico súper potente, lo mismo que Sangtraït con el heavy, y Sau fue un proyecto de pop mainstream muy bien trabajado), también habría que destacar a Bars, una banda de blues rock de un nivel y calidad indiscutible, los menorquines Ja T’ho Diré aportando un aire mediterráneo y unos U-Tòpics aproximándose al indie rock en algunos temas.

Realizar una historia oral es un encaje de bolillos bastante loco en el que tienes que confiar en los entrevistados y el material que obtendrás de sus declaraciones para luego tejer una telaraña temporal. ¿Qué consejo o trucos hay que seguir para hacerlo bien?
Principal y más importante: entrevista hecha, entrevista transcrita. Y casi igual de importante, tener muy clara la estructura que quieres que siga el libro. De todo lo hablado con los protagonistas, saber qué quieres destacar y explicar, ayuda muchísimo a la hora de elegir las partes que seleccionarás entre las horas y horas de material transcrito.

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