Entrevista con Talking Heads con motivo del estreno en cines de 'Stop Making Sense'
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Entrevista con Talking Heads con motivo del estreno en cines de 'Stop Making Sense'

Carlos Pérez de Ziriza — 07-03-2024
Empresa — A24
Fotografía — Archivo

¿Es “Stop Making Sense” (Jonathan Demme, 1984) de Talking Heads el mejor concierto jamás filmado? Es muy posible. ¿La mejor película musical de la historia? De las mejores.

La reedición – actualizada con nueva tecnología – y reestreno en salas este viernes 8 de marzo de “Stop Making Sense” ha logrado algo que parecía imposible desde hace más de veinte años: volver a reunir a David Byrne, Jerry Harrison, Tina Weymoth y Chris Frantz, aunque solo sea para dar entrevistas conjuntas.

Nuestra charla se produce a través de la pantalla del ordenador, con sus miembros en distintos lugares y ante tres periodistas, porque comparto preguntas con Rafael Tapounet (El Periódico de Catalunya) y Sergio Lozano (La Vanguardia). La primera cuestión es obligada: ¿Cómo se ven cuarenta años después ante una gran pantalla? David Byrne se reconoce, entre risas, como “un tío muy raro, realmente intenso”, y recuerda aquellas cuatro noches de diciembre de 1983 en el Pantages Theatre de Nueva York como “una progresión natural de nuestro directo. Había que llevarlo un poco más allá, hacer que todo fuera visible y transparente a la vez y que el público viera cada pieza incorporándose al equipo: una idea muy simple pero muy difícil de ejecutar, con no mucha tecnología, porque muchos de los efectos de iluminación podrían haber salido de los años treinta”. Recordemos: es un show minimalista que va sumando elementos, un espectáculo que se construye a sí mismo. Tina Weymouth recuerda que el fallecido director Jonathan Demme (1944-2017) “entendió extraordinariamente que la cámara debía funcionar como un ojo muy sensible, como si fuera un miembro del público”. Y Jerry Harrison saca pecho diciendo que “es como un clásico del cine, algo relevante y que aguanta el paso del tiempo, como ‘Casablanca’ [Michael Curtiz, 1942], que, aunque sea en blanco y negro, no envejece porque la seguirás queriendo ver”.

“’Stop Making Sense’ es un clásico que la gente querrá seguir viendo, como ‘Casablanca’”

En unos tiempos en los que primaba la pirotecnia del videoclip, encumbrado por la floreciente MTV, “Stop Making Sense” proponía un enfoque completamente distinto. Igual que el magistral video de “Perfect Kiss” (1985), de New Order, también dirigido por Demme. “Veníamos del minimalismo neoyorquino, justo después del pop art, y el film no trata de distraerte de la música: se centra en la gente sobre el escenario”, añade Harrison. “Demme era consciente de la estética de los videoclips de cortes rápidos, y no quería eso, sino solo cortar cuando fuera necesario: ‘Once In A Lifetime’ es prácticamente una sola toma de imagen, algo que nunca se haría en un videoclip, de forma que logra que conozcas mejor a los músicos”, tercia David Byrne. Les pregunto si se sentían a contracorriente de modas, y Chris Frantz me contesta que nunca se sintieron “parte del mainstream”, que eso era para “Elton John, Queen – David Bowie, añade Tina Weymouth – o The Eagles”, y que ellos se sentían “outsiders”, sin que eso fuera “incompatible con montar un gran show”. Simplemente lo hicieron “con un enfoque más artísticamente moderno”.

Subyace la idea, bien apuntada por Rafael Tapounet, del “hombre solitario que encuentra refugio en la comunidad”, algo a lo que David Byrne asiente, reconociendo que “el público pilló ese mensaje implícito”. Entre sus grandes iconos, aquel enorme traje que vistió, inspirado en la tradición Noh japonesa y el teatro kabuki. “Es ridículo, pero evoca a alguien que se siente perdido ante su trabajo, ante su futuro”, explica Byrne, antes de que todos se partan la caja después de que Tina Weymouth saque a colación el video de una chica que se lo puso a su perro en Brooklyn en Halloween pasado y ganó un concurso. “¿Lo habéis visto? Es como la gente que se disfraza de Elvis, pero del decadente”, ríe la bajista.

El cuarteto reconoce sentir ilusión ante “Everyone’s Getting Involved. A Tribute To Stop Making Sense” (24), un próximo disco colectivo con versiones a cargo de Miley Cyrus, Lorde, The National o BADBADNOTGOOD, entre otros. “Es fantástico, y algunos de ellos se han tomado libertades para acercar las canciones a su terreno”, asevera Byrne, al tiempo que asume que es “una generación muy distinta a la de Phish”, por ejemplo, quienes les versionan en directo con regularidad. “La gente no va entender que no estén ellos, o que no esté Tom Jones”, añade Chris Frantz, generando una carcajada colectiva. Si hubo algún mal rollo entre Talking Heads –la autobiografía del batería lo sugería–, es obvio que ahora todo son pelillos a la mar.

Del tributo colectivo a su influencia: Tina Weymouth recuerda que el primer disco que compró James Murphy (LCD Soundsystem), “con once o doce años”, fue de Talking Heads. Y que la pervivencia de ese legado en bandas más jóvenes hace innecesaria su vuelta. David Byrne se pregunta si hubo otra escena posterior a la de Nueva York en los setenta tan determinante: “Quizá Seattle y Atlanta tuvieron su momento”. Frantz añade “Austin”. Y Jerry Harrison concluye que “ahora Internet crea escenas online más que físicas”.

El gran misterio sigue siendo por qué el cuarteto nunca vino a España. Jerry Harrison recuerda una sola vez, con Elliott Murphy en Segovia, y lo lamenta porque piensa que “el público continental, ya sea en España, Alemania o Francia, es más fiel y más permisivo con la experimentación que el británico o el norteamericano”. Chris Frantz, quien solo estuvo con Tina y Tom Tom Club en el FIB de 2009, lo atribuye a sus agentes. “Debían pensar que España era el salvaje oeste. ¿Cuándo murió Franco?”. En 1975, le aclaramos. Y más sorprendida aún se muestra Tina Weymouth, quien piensa que las cosas hubieran sido distintas si en los ochenta hubieran existido un FIB o un Primavera Sound. “Tocamos en Yugoslavia, Portugal, Hungría o Sicilia, en un ambiente intimidante porque los carabinieri llevaban pistolas tras beber con nosotros en el backstage, e incluso hubo una revuelta después de que la policia echara gas lacrimógeno: cosa de nuestros agentes”.

 

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