“El arte necesita de cierta inocencia para adentrarse en él”
Entrevistas / Vulk

“El arte necesita de cierta inocencia para adentrarse en él”

Amaia Santana — 28-01-2022
Fotografía — Xabier Ojinaga

Negarse a sí mismos para ser con más fuerza y rotundidad que nunca. Para estar aquí y ahora. Sin correcciones, sin titubeos, con urgencia.

El nuevo disco de Vulk, “Vulk ez da” (Montgrí, 2022) “no es tanto una reinvención como un chequeo de la situación actual” como grupo, responde en esta entrevista Julen Alberdi, guitarrista de la banda vizcaína; que compone junto a Andoni de la Cruz (voz y guitarra), Alberto Eguíluz (bajo) y Jangitz Larrañaga (batería).

Grabado en directo y analógico con Íñigo Irazoki en Atala Estudioa (Bera, Navarra), es un buen compendio de todos los “cambios, contratiempos y procesos” que han experimentado durante casi cuatro años de relativo silencio. Con un mayor énfasis en lo visual y escrito íntegramente en euskera, en este nuevo disco “todo tiene un punto de partida común, más macizo, y eso se percibe en los formatos que tanteamos”, observa Alberdi.

¿Por qué arrancáis el disco con el sonido de un motor?
Han pasado casi cuatro años sin publicar nada y nos gustaba la idea de empezar así: Brumm del motor, riff de Andoni y Julen en bucle, se suman Alberto y Jangitz, y ya estamos todos: empieza la canción. No es tanto una metáfora como el aporte puramente sónico y sensorial que provoca. Ese mismo coche que suena en el disco se estampó meses después. Si fuésemos supersticiosos, pensaríamos que es una premonición de algo malo, pero eh, no lo somos.

“Vulk ez da” (Vulk no es, en euskera). ¿Qué/quién no es Vulk?
Eso no importa. La frase es un punto de partida para hacer, para ser. En estos últimos años hemos vivido muchos cambios, contratiempos y procesos que nos han hecho no reconocernos a nosotros mismos; pero no como algo dramático, sino como una revelación. El mensaje suena categórico, pero no puede ser más relativo y abierto. Un grupo de música, que también lo es de amigos, se impregna de las experiencias vitales de quienes lo componen. No es un ente autónomo inquebrantable, ni una fábrica de canciones que funciona como un engranaje perfecto. Podemos intentar llevar las tareas del grupo de una forma eficiente y tratar de ser lo más productivos posible, pero nuestro día a día tiene otras muchas realidades. Nos estamos planteando qué es tener un grupo de música ahora mismo, todo lo que implica cuidarlo, llevarlo adelante y darle sentido. Al final somos nosotros cuatro los que estamos luchando por ello y quienes aguantamos el peso de los sacrificios que implica.

¿Qué representa la portada tallada en madera?
La talla es de José Félix Larrañaga, el padre de Jangitz -que a pesar de llevar desde 2018 tocando con nosotros, es el primer disco que firma-. Era la forma más clara de reflejar un título que suena a axioma, y que merecía una atención frontal. Queríamos que fuese algo más que una tipografía. Una frase llevada a forma física, corpórea, tiene un sentido escultórico que, paradójicamente, dignifica el mensaje, pero a la vez se lo lleva a un terreno donde queda desprovisto de significado. Pasa a ser un juego de formas, luces y direcciones.

La estética y lo visual siempre ha sido muy importante en vuestro trabajo, pero en “Vulk ez da” adquiere un mayor peso. ¿Qué os ha llevado a tomar esta decisión?
Puede que ahora sea más evidente porque hablamos en términos más absolutos que nunca, y eso afecta también a la imagen que acompaña la música; sea un vídeo, una foto, una ilustración o una talla de madera. Se magnifica y se percibe con mayor potencia. En este disco, todo tiene un punto de partida común, más macizo, y eso se percibe en los formatos que tanteamos.

¿Qué transmitís con lo visual que no alcanza con vuestra música?
No intentamos que la parte visual supla ninguna carencia. Cada medio enriquece al otro en matices. Siempre hemos sido muy cautos con los videoclips, porque la narrativa de este formato te puede jugar una mala pasada y alterar la sensación de las canciones, o despistarte. Ha habido más de un vídeo que se nos ha quedado por el camino por no saber resolver bien esta parte. Con este disco decidimos que los vídeos fuesen sencillamente nosotros tocando en directo. También implica una narrativa, pero es más fácil ligarla a todo lo que evocan estas canciones.

“Aunque no entiendas el contenido de las letras, el mensaje te llega más claro. Es más universal que nunca”

Habéis grabado en vivo y en analógico. ¿Es un disco 100% ‘orgánico’, visceral…?
Grabar en directo es estar los cuatro en una misma habitación, tocando a la vez y registrándolo físicamente en una cinta, que no da mucho margen a correcciones. Tiene que ser aquí y ahora. Y la presión que supone grabar así te hace interpretar las canciones sin poder pararte a dudar o dejar las cosas más adelante. Estas canciones se compusieron en el local de ensayo, tocando juntos, así que no tenía sentido fragmentarlas y hacerlas por capas; sencillamente porque en nuestra cabeza no eran partes de un todo, sino un todo en sí mismo. Tampoco es una decisión irrevocable, somos conscientes de las ventajas de trabajar en digital. Por ejemplo, mezclando “Militantzia Sutsua” sacamos un sampler de la cinta sonando en reverse, lo pasamos al ordenador, y de ahí surgió otro tema, “Agurra”.

Los vídeos publicados hasta la fecha se han rodado en plano secuencia. ¿Dinamismo arriesgado o máxima fidelidad a lo que es experimentar Vulk en directo?
El plano secuencia es el mejor recurso cuando la narrativa ya está implícita en lo que estás grabando. Es como un movimiento teatral, tiene su fases, más planas o más dinámicas. No sufrimos mucho con lo de “hacer justicia a lo que somos en directo”, porque un vídeo nunca iguala algo que está pasando in situ. Lo mismo que las canciones del disco nunca van a ser lo mismo que vernos en el local de ensayo. Creemos que con estos vídeos nos estás viendo tocar, pero desde otro sitio. No te paras a pensar si en un concierto tendremos ese sonido o esa fuerza, o lo que sea.

¿“Mailua” es una manera de expresar, canalizar o criticar la ‘violencia cotidiana’?
“Mailua” es romper todo cuando no te queda otra. Y entonces puedes empezar desde abajo. Es desesperación, pero también alivio. Y todo en poco tiempo.

¿Hay algún tema de este disco que tenga un especial significado para vosotros?
Si hay que destacar alguno, tiene que ser “Vulk ez da”. Más allá de toda la carga discursiva, es una canción que empezó a componer Chavi, el anterior batería, después de dejar el grupo. Es un regalo precioso que nos dio, porque está muy impregnada de su forma de ser y de crear. Siempre que la tocamos nos viene él a la cabeza, el cabrón dejó su fuerza marcada a fuego.

Sobre el espectáculo multidisciplinar “VULK EZ DA”, presentado en el marco del Zinebi el pasado mes de noviembre, ¿qué destacaríais del mismo?
Nos vino genial para salirnos del tiesto y ponernos en una situación a la que no estamos acostumbrados. También fue una forma de plantear la puesta en escena de las canciones del disco de manera muy distinta a lo que es simplemente interpretarlas en directo. Nos sirvió para tomar distancia respecto a la idea de “concierto” y replantearnos los distintos ritmos que podemos tener al exponernos en público.

Al hilo de esta experiencia en Zinebi, ¿tenéis previsto incluir material audiovisual y/o otros recursos a vuestros directos?
Más que con elementos técnicos, nos quedamos con haber aprendido a hacer un despliegue de este tipo, por lo que nos pueda aportar a la hora de enseñar nuestras canciones en directo. Muchas de las piezas que proyectamos estaban pensadas en concreto para ese día. Repetirlo no tendría sentido. Nos llama más el poder utilizar todo el material audiovisual que se generó, tanto previamente como ese día, para hacer una nueva pieza.

¿Qué aporta cantar en euskera a la banda? ¿En qué cambia Vulk respecto a vuestros trabajos anteriores?
Todas las letras de este disco son en euskera, cuando en los anteriores solo eran canciones sueltas o fragmentos concretos. Como decía sobre la grabación, esta vez no ha habido lugar para cambios o correcciones, tanto para la parte instrumental como para la voz. Por eso Andoni ha escrito en su idioma del día a día, le sale más directo. Su forma de cantar es más expresiva y elocuente que en discos anteriores. Aunque no entiendas el contenido de las letras, el mensaje te llega más claro. Es más universal que nunca.

“El disco resume bastante bien lo que ha sido Vulk y los cambios que ha sufrido en todo este tiempo”

También se ha dicho que habéis vuelto la mirada a las décadas 80 y 90 en Euskal Herria. ¿Estáis de acuerdo?
La verdad es que no. Nos genera bastante rechazo cuando se habla de estilos y géneros del pasado como si fuesen religiones a las que rendir pleitesía. Entendemos el valor que tiene, pero no queremos ser fieles ni a nosotros mismos. Esa versión tan historicista de la música nubla los sentidos, y no te permite acercarte a ella con la inocencia que requiere para disfrutarla plenamente.

Se asocia este nuevo trabajo a vuestra “reinvención” como banda. ¿En qué os habéis reinventado musicalmente?
No es tanto una reinvención, sino un chequeo de la situación actual. Ahora mismo estamos AQUÍ, haciendo ESTO, adaptándonos a lo que nos toca AHORA. Muchos discos de grupos que ya llevan un tiempo tocando se categorizan con tópicos como “vuelta a los orígenes”, “trabajo más maduro” o “punto de inflexión en su carrera”. Esto simplifica la realidad y te hace afrontarlo con más pereza, ¿no?

¿Qué conclusiones habéis sacado de este periodo de silencio/reflexión de casi cuatro años?
El disco resume bastante bien lo que ha sido Vulk y los cambios que ha sufrido en todo este tiempo. Realmente no hemos parado en ningún momento, porque no sabemos cómo hacerlo. Solo vamos enfrentándonos -en parte obligados por la situación actual-, a diferentes fases y ritmos, pero para bien y para mal, somos una rueda que nunca para.

Tal como podemos leer en la hoja de promo, se os relaciona con referentes de la música vasca como Dut, Lisabö, Borrokan, así como Itoiz o Zarama. Cruzando fronteras, ¿os consideráis ‘coetáneos musicales’ de bandas como Shame, Fontaines D.C., Feet, Black Country, New Road…?
La pandemia ha enfriado bastante la urgencia por conocer nuevas bandas de fuera. Estos meses de virus nos hemos encerrado en nuestro territorio más acotado y nos hemos visto forzados -aunque en algunos casos sea una bendición-, a prestar más atención al vecino y pensar menos en la banda de moda de Londres. Claro que tenemos puntos comunes musicalmente y les disfrutamos, pero al igual que nosotros estamos en nuestro aquí y ahora, ellos también lo estarán, y su realidad es otra.

Termináis el disco con la frase “Berandu maite duzue edertasuna / Antzinakoa eta berria” (Admiráis tarde la belleza/ La antigua y la actual). ¿Estamos a tiempo de recuperar/reivindicar la belleza?
El arte necesita de cierta inocencia para adentrarse en él. Mientras sepamos mantenerla, siempre podremos tener belleza a nuestro alrededor.

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