Esto no es nuevo. En cada disco de U.S. Girls hay una intrahistoria. Esta vez es muy sencilla. A Meg Remy la invitan a tocar en un festival en Arkansas, a mil seiscientos kilómetros de su casa en Toronto. Junto al guitarrista Dillon Watson emprenden ese viaje sin saber que, pocos días después, van a tener la posibilidad de grabar con una panda de músicos en Memphis (entre ellos Jack Lawrence o Charlie McCoy) el que será su nuevo disco, “Scratch It”. “Cuando me lo anunciaron podía haber pensado ‘Qué mala suerte’. Pero no, lo tomé como una oportunidad, porque no todos los días te invitan a un evento así. Lo consideré una ocasión para conocer gente y viajar. Y sí, llegué a Memphis y enseguida tuve buenas sensaciones. A veces, cuando ya estás preparado para una mala experiencia, puedes encontrarte con todo lo contrario; apoyo, confianza y un buen ambiente. Lo que ocurrió es que, ante esta oportunidad, la que se debía adaptar era yo. Los músicos que me iban a acompañar estaban en un lugar que les era familiar, y además eran gente muy seria y profesional. Puedo decirte que la conexión fue mágica y que yo no iba a dejar pasar la oportunidad de aprovecharla al máximo para crear sinergias y, sobre todo, para hacer buena música. Algo totalmente nuevo, sin la presión de un ingeniero o de un mezclador”. Una vez en faena, Meg Remy se dejó llevar, como siempre, por su instinto. En gran parte, sus decisiones dependen de ese azar. “Sí, existe ese instinto. En función de la situación actúo diferente. No es la misma atmósfera un concierto en New Jersey que uno en Barcelona. Hay otra perspectiva. Así que, en este viaje a Nashville, hice caso de mi instinto. Con hijos, familia, distancias… ¿Cuándo iba a tener otra vez una ocasión como esta? No siempre puedo estar en Memphis, así que decidí, una vez más, fiarme de mi instinto”.
"En Memphis estuve con músicos que habían estado tocando junto a Bob Dylan o Elvis Presley"
El sonido de U.S. Girls ha variado desde sus inicios, transformándose a través de sus discos. “Half Free” (15) resumió su camino hasta llegar allí y sentó las bases de ese espíritu musical lo-fi; “A Poem Unlimited” (18) aceleró el proceso hasta llegar a “Bless This Mess” (23), un álbum de espíritu bailable. Ahora, dos años más tarde, Meg está en otro lugar. “Sentí que tenía algo muy bonito por delante y que era un cambio para mí atrevido y muy físico, con guitarras, baterías, teclados y algunos coros. Es evidente que con cada disco mío he buscado cambiar cosas, pero creo que este sí ha supuesto mi mayor desafío. Nunca antes había grabado en un estudio con estas condiciones y esta configuración, todo era mucho más espontáneo y experimental. En Canadá he trabajado con buenos músicos, pero claro, en Memphis estuve con músicos que habían estado tocando junto a Bob Dylan o Elvis Presley. Era todo muy real, aunque no pudiese evitar tener un poco la sensación de impostora por estar ahí, trabajando con esos músicos y ese equipo. Pero creo que, tras todo este tiempo, merecía vivir este momento”.
La voz de Meg marca mucho el sonido de cada uno de sus proyectos. Aquí canta dejando otro poso, con mucha más sabiduría y manejando los tempos con gran maestría. “Creo que te refieres a que, en este disco, se nota que canto muy relajada. Sin presión y con mucho apoyo. Fueron diez días de grabación. Muchas veces empezábamos y acabábamos una canción en un mismo día. No había demasiados retoques. Simplemente dejé que mi voz fluyera, que sonase tan natural como me fuese posible. Durante años he tenido profesores, gente que me ha asesorado para que fuese una buena cantante y para situaciones como esta. Ahí influye la respiración, la preparación de tu propio cuerpo o la calidad de tu descanso”.
“Scratch It” es un disco que mantiene la armonía, pero en el que, de tanto en tanto, te vas encontrando con sorpresas, ya sean los coros inesperados en “Like James Said” o esa guitarra repentina y musculosa en “Bookends”, pieza que sirve como epicentro y columna vertebral del álbum. “Para mí, la alegría en todo esto está en la intención y en que haya una referencia a partir de la que poder ir sumando sorpresas o algún regalo en tiempo real. Tocando todos tan juntos y sin un control concreto, ha resultado todo muy aventurero. Fruto de ello surgen esos accidentes tan felices como el que comentas en ‘Bookends’. Nunca imaginé grabar una canción de once minutos de duración. Y sí, efectivamente eso pasó porque había esa intención”.
Antes de terminar nuestra charla, le pregunto por el reciente enfrentamiento entre Bruce Springsteen y Donald Trump. En sus inicios, Meg hizo alguna versión de Springsteen e incluso colaboró en una canción con su saxofonista, Jack Clemons. “Para mí Bruce Springsteen es muy importante. Obviamente por su música, pero sobre todo por su persona, por su forma de actuar. Así que mejor no hacerle mucho caso a Trump. Políticos como él viven obsesionados. Da igual si lo hacen bien o mal, porque únicamente quieren llamar la atención. Yo confío en Bruce. Está lo bastante sano y fuerte como para resistir cualquier embestida”. En 2021, Meg escribió “Begin By Telling”, un libro en el que se combinaban fragmentos de su vida con eventos históricos importantes en Estados Unidos como los disturbios raciales de Tulsa o el 11-S, sin olvidarse del papel de la mujer en la industria musical. “Creo que las cosas no han cambiado tanto como pensamos. A pesar de ver ahí a Taylor Swift o Beyoncé, la industria sigue con su juego. Si eligen a una mujer es porque le ven posibilidades comerciales. Solamente les importa lo lejos que puedas llegar y yo ahí no juego. No estoy pendiente de hacerme la mejor fotografía para compartirla luego en redes sociales. Así que la industria no cambia sencillamente porque no le interesa cambiar. Así que no espero mucho de ella. Es puro capitalismo sin ideología”.

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