The New Raemon, Ramón Rodríguez, es el de siempre, aunque cada vez más esencialista y espiritual, orbitando alrededor de esas grandes cuestiones de la vida (y de la muerte) a las que sabe acercarse son sensibilidad y un lenguaje cuidado a la par que sencillo (en lo textual y en lo musical). Es inevitable que la sombra de la muerte planee sobre este nuevo trabajo. Falleció su amigo Sergi Irurtzun (que era el eje de “Postales de Invierno”, en 2023) y luego lo hizo su padre. “Están ambos conectados por la pérdida”, reconoce, porque escribió “Postales de Invierno” justo “tras morir Sergi” y este “tres meses antes” de la muerte de su padre, “preparándome de algún modo para lo inevitable”, confiesa. Como suele ocurrir en sus últimos trabajos, menos es más. “Llevo años centrado en ser lo más breve posible en las letras, contar más con menos texto”, admite, asumiendo que “lo que empezó como un ejercicio de contención, pero hace tanto que lo pongo en práctica, que ya es algo natural en mi forma de narrar las canciones”.
“Hay que ser preciosista, sobre todo en tiempos donde impera el horror, el egoísmo y la crueldad”
Su partenaire indispensable ha sido aquí el percusionista Ricky Lavado (Standstill, Egon Soda, Nudozurdo), compañero en mil singladuras, entre ellas los primeros trabajos de The New Raemon, que aparece en todas las fotos promocionales del disco. “Ricky es un gran músico. Su entusiasmo al recibir nuevas maquetas es contagioso, transforma todo el proceso de composición en algo especial y agradable, fue así desde los tiempos de ‘A propósito de Garfunkel’”, presume de compañero. Y me lo ilustra con un ejemplo. “Para hacer las baterías del disco me pidió las letras de las canciones, ¿qué batería hace eso? Hasta ese nivel se implica. Nos entendemos mucho a todos los niveles, es una de mis personas favoritas, valoro su enorme intuición musical, su opinión e ideas sobre las composiciones, y por encima de todo, adoro su compañía”, reconoce.
Hay al menos tres canciones que suenan muy áridas, en un registro muy de rock de raíz norteamericana, podría decirse que el mayor calado norteamericano que le hemos escuchado en mucho tiempo: son “Sentados sobre el trueno”, “Diez años en un día” y “Ocurrimos lejos”. Ramón lo atribuye al hecho de que para este disco utilizó “una afinación nueva”, porque las suele cambiar de disco a disco, y esta vez buscó “una un poco más grave y distinta, pensando en la idea de tocar estas canciones cerca de una hoguera”, algo con lo que se identifica y que, me dice “es muy común en esos registros de raíz norteamericana” que menciono.
Hace mucho tiempo que los trabajos de The New Raemon hablan, fundamentalmente, de sentimientos íntimos, y apenas líneas de texto como “más allá de nuestro tiempo, tan trágico y brutal”, extraída de “Ocurrimos Lejos”, dan una leve pincelada de una actualidad de que quizá sea mejor huir como de la peste. “Hay que ser preciosista, sobre todo en tiempos donde impera el horror, el egoísmo y la crueldad”, me dice Ramón. “Tiempos como estos hay que soportarlos con dulzura: la dulzura está tan lejos de la debilidad, que posee una fuerza extraordinaria, y de eso hablan muchas de mis canciones, y especialmente este disco”, esgrime.
El amor y el dolor son las dos cuestiones que vertebran “Un poco de otoño”, y al mismo tiempo me da que podrían ser los dos ejes centrales de gran parte de su obra durante la última década. Le comento que, una vez, Adrianne Lenker (su época favorita del año también es el otoño, por cierto) me dijo que “toda felicidad conlleva una tristeza inherente, porque en esta vida estamos abocados a despedir todo lo que amamos”. Me alegra saber que él la sigue también muy de cerca: “Qué acertada siempre Adrianne Lenker. ¿Sabes? Su disco ‘Abisskiss’ (18) me parece una de las cosas más bonitas que alguien puede escuchar”, afirma. “Pienso que amor y dolor están siempre entrelazados, implican alegría y sufrimiento, también una inevitable despedida. Un ejemplo de cómo disfrutar del amor es ser, en cierto modo, de los que hacen el bien de forma libre e inconsciente, preferir el interés común al propio”, argumenta.

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