"La autodestrucción era atractiva en el rock; ahora ya no"
Entrevistas / The Cult

"La autodestrucción era atractiva en el rock; ahora ya no"

Toni Castarnado — 20-06-2018
Fotografía — Tim Cadiente

The Cult le están sacando un rendimiento máximo a “Hidden City” (Cooking Vinyl/Popstock!, 16), un álbum al nivel de los clásicos de la banda. Se publicó hace dos años y todavía lo están presentando durante este verano. Para hablar de ell oy de muchas otras cosas charlamos telefónicamente con un Ian Astbury relajado y dialogante. Podrás verles en concierto en el 4ever Valencia Fest (29 junio, La Marina, Valencia)

Astbury me contesta el teléfono desde Los Angeles, su lugar de residencia. Se muestra amable y con ganas de charlar. “Llevo aquí ocho años ya. Anteriormente estuve cuatro en Nueva York. No tengo ni idea del tiempo que me queda aquí, no me gusta prever esas cosas. Aunque siempre he estado a medio camino entre Inglaterra y esto. Los Angeles tiene mucha vida nocturna, galerías, restaurantes, una cultura de calle increíble, y si te apartas del centro, que a veces es muy caótico, hay naturaleza. Te puedes encontrar una serpiente en cualquier rincón”.

"En este punto de nuestra carrera todo es espontáneo, no hay nada intencionado".

Pese a llevar más de treinta años juntos, The Cult mantienen intacta la ilusión por continuar con esta aventura. “Sí, llevamos mucho tiempo juntos y no es fácil mantener una relación fresca, pero cada uno sabe dónde está su sitio. Para conservar la energía cambias tus hábitos. Cuando era más joven ni dormía, ahora soy más disciplinado, prácticamente no salgo de noche. Es importante estar preparado física y espiritualmente. Cuando empezamos, la autodestrucción era algo atractivo en el mundo del rock, ahora ya no. Te centras en componer, en conservarte bien y obtener buenos resultados. La edad cuenta, pero si quieres puedes mantener vivo el fuego, con la pasión necesaria. Tienes que hacer un balance y decidir qué te conviene y qué no”.

En "Hidden City” recuperaban la frescura, Ian Astbury canta como nunca y Billy Duffy le saca fuego a su guitarra. “En ‘Hidden City’ tomamos un camino diferente. Es un disco muy fuerte para nosotros, algo nuevo. Diría que es consecuencia de nuestro directo, una parcela que hemos cuidado mucho últimamente y que, por tanto, se notó mucho cuando entramos en el estudio. Ahí todo fluía”. The Cult han aprovechado la inercia del disco para girar nuevamente, pero a estas alturas ya no tienen ninguna prisa. “De momento no tenemos planes inmediatos. Nos sentimos libres para hacer lo que queramos sin que nadie nos agobie o nos exija hacer algo que no tenemos contemplado. Siempre hay ideas, surgen de la propia vida, cuando estamos en un tren, al viajar, al conocer a gente”.

"Mucha gente dirá que, a estas alturas, ya no se inventa nada nuevo, y no estoy de acuerdo. Fijate en el hip-hop"...

Aunque ahora mismo estén pasando por un periodo estable, una de las claves de The Cult ha sido siempre lo imprevisible de cada paso que han dado, con cada disco sonando distinto de los anteriores. “Las ideas y la inspiración son lo que suscita interés en los discos. Y el entorno siempre influye en las decisiones que tomas. Si quieres hacer una carrera más comercial, adelante, pero tú música nunca se distanciará de esos sonidos estúpidos. Nosotros nunca hemos buscado eso. Verdaderamente, creo que si te haces demasiadas preguntas puedes destrozar tu propia carrera. Es preferible tirar hacia adelante sin hacértelas y sin que te las hagan. En este punto de nuestra carrera todo es espontáneo, no hay nada intencionado. Las oportunidades o los cambios llegan porque están intelectualmente preparado. Y luego está lo emocional, el instinto, lo que hay dentro de tu cabeza”.

Frente a músicos como Astbury, con su solera y con tantos tiros pegados, uno se plantea si les continúa interesando la música como aficionados o si siguen anclados en la música que les gustaba de jóvenes. “Yo escucho música cada día, principalmente las emisoras de pop por nuestro plan de vida aquí. Si te paras a observar, mucha gente dirá que, a estas alturas, ya no se inventa nada nuevo, y no estoy de acuerdo. Fijate en el hip-hop, en los ritmos, en la evolución de ese sonido que, no nos olvidemos, viene de África. Y creo que sí que hay una evolución en las bandas y los proyectos que van cogiendo envergadura con el tiempo. Mira por ejemplo a Iceage. Han publicado un disco fabuloso. Cada día son mejores. Estoy convencido de que esta es una época fantástica para crear, quizás por la propia evolución de los procesos, que no paran. De acuerdo, en perspectiva tenemos a Led Zeppelin, a Pink Floyd, etcétera, ... el contexto de esos discos, obras que tienen cuarenta años o más y que todavía marcan una pauta. Después, con la MTV, todo cambió con canciones de tres minutos de consumo rápido. Con el hip hop existe la idea de que siempre es el mismo ritmo y que todo gira alrededor de lo mismo, pero no. La música negra continúa siendo maravillosa, sin expectativas, siguiendo sus propias normas... El caso más evidente es el de Kendrick Lamar, quien simplemente hace canciones increíbles”. Entonces, ¿es imprescindible para los músicos estar al día y escuchar mucha música? “A mí me enriquece, pero más a nivel personal que profesional. No podría vivir de otra manera, pero no creo que sea esencial escuchar música para crear. Cada uno tiene sus influencias, su punto de vista sobre las cosas. En mi caso las ideas vienen de lo que veo en la calle. La pauta la marca la sociedad, la vida y mi propia disciplina, mi educación”.

Como amante de la música que es, a Ian Astbury hay que preguntarle por las nuevas vías para consumirla y, al mismo tiempo, por el retorno del vinilo. “Ahora hay muchos caminos para escuchar música, es algo más accesible. Yo defiendo las nuevas formas de consumir música, pero también el hecho de ir a una tienda de discos y comprarte uno porque te gusta la portada, preguntar al encargado por un artista, estarte una hora mirando en las cubetas, compartir ese espacio con otros melómanos... Y después de todo eso, la ceremonia de ponerte el disco en casa, de tomarte tu tiempo para escucharlo sin distracciones y con el máximo de calidad posible. Es verdad que ahora hay más música que nunca, es prácticamente inabarcable. Las compañías se han dado cuenta de que, con el vinilo, tienen un filón. Por eso se han preocupado de prensas todo el fondo de catálogo que tienen. Si se venden, veo bien que lo hagan. La gente es siempre la que decide. Es cierto que no deja de ser un negocio, pero lo más importante para mí es la comunicación que genera, el compartir espacios, momentos y conversaciones...”. Y ya que estamos con lo de compartir espacios y conversaciones, podemos hablar de Internet y de cómo las redes sociales han cambiado la forma de relacionarnos. “Ahora es todo más fácil, pero también más frío. Llamar a alguien por teléfono es algo tan personal que ya casi nadie lo hace. Y a veces te apetece saber cómo está un amigo, cómo está tu madre... Hay que seguir compartiendo, y celebrarlo”. Aunque lo que le gustaría a Astbury es venirse a España y emprender una aventura distinta. “Amo a la gente en España. Lo que me gustaría realmente es venir seis semanas, recorrerme todo el país, tocar en pequeñas salas, interactuar con la gente, ¡vivir como vivís allí! Además, me encanta Picasso, conozco toda su obra. Desde hace veinticinco años llevo un tatuaje suyo, de un caballo”.

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