Simulacro y derribo
Entrevistas / Tokyo Sex Destruction

Simulacro y derribo

Nacho P. L. — 07-10-2009
Fotografía — Archivo

Lo han conseguido. Han conseguido una de las dos cosas que pienso que persiguen desde la primera vez que los vi. Quedando lejos aun la permeabilidad de la mayoría a un discurso valiente y coherente en lo personal y lo social han elaborado un cuarto disco, “The Neighbourhood” (B-Core , 09), que suena definitivamente a sexo y revolución lo mismo que a victoria y derrota.

Cuando uno viaja en avión utiliza uno de los grandes avances tecnológicos de nuestra era de manera superlativa. Todo cambia, lo grande se hace pequeño y el tiempo cuenta demasiado. Sin embargo, existen reacciones físicas, casi involuntarias, inconscientes, que hacen girar el cuello hacia la ventanilla y valorar esa vida imperceptible que estará desarrollándose bajo una casa diminuta rodeada de miles de iguales. A la vez, un aprecio por la vida propia se hace fuerte en el estómago hasta tomar tierra. Tokyo Sex Destruction, cada vez más grandes, vuelven la mirada al barrio, la revolución sigue siendo individual y minúscula como esas vidas. “El proceso de creación de este disco ha sido bastante largo; el de grabación, como viene siendo costumbre en nosotros, bastante menos (estuvimos en el estudio sólo doce días). Muchas de las canciones del disco ya las veníamos tocando desde hace algún tiempo y obviamente han cambiado algo, algunas bastante. Cuando decidimos grabar este nuevo disco, hará un año, nos dedicamos a recopilar las canciones que más nos gustaban, las que estábamos haciendo en aquel momento en directo o algunas que todavía teníamos por acabar. Nos grabamos maquetas para tener las cosas mucho más claras a la hora de entrar al estudio. Después también influyó mucho colaborar con un productor. Le enviamos las maquetas y empezamos a perfilar las cosas. Llegar a este disco ha sido un cúmulo de experiencias recogidas en el transcurso de todos estos años, tanto en el estudio como en las giras, sobre todo en las giras, donde realmente uno aprende a saber qué es una banda y cómo funciona todo. Han pasado ya cuatro años desde que editamos nuestra última referencia y nos hemos tomado nuestro tiempo, queríamos hacer las cosas bien y sin prisas. Con ello no quiero decir que la banda haya tenido un parón, porque hemos seguido girando por todas partes, principalmente por países donde nunca habíamos estado”. Una de los grandes aciertos de este “The Neighbourhood” es el sonido, culpa no sólo de Gregg Foreman (que ya conocía a la banda y pinchaba sus canciones en Philadelphia), sino también de las bajas frecuencias del recién estrenado en estudio RM Sinclair. “Lleva con nosotros desde el principio, porque cuando alguno de nosotros faltaba, ya fuera batería, bajo o guitarra, él estaba ahí para echarnos una mano y sacar conciertos adelante. Quizá lleve más tiempo que el bajista original de la banda. Llevamos juntos desde finales de 2005, somos todos de un pueblo pequeño y nos conocemos desde críos. En este disco la base rítmica ha sido lo más importante, de hecho era una de las cosas que teníamos muy claras. Si batería y bajo funcionan, el resto es mucho más fácil. Gregg también nos inculcó esa idea al grabar los temas. Hemos escuchado mucha música en la que el peso de las canciones recae sobre la base rítmica, si coges como ejemplo el soul lo ves mucho mas claro, cualquier canción de Sly Stone es puro ritmo de batería y bajo, unas líneas muy bailables, pero también en otros estilos musicales puedes encontrar las mismas premisas... Quizá en este disco hemos bajado un punto la rapidez de los tempos de las canciones, pero ha sido para darle protagonismo al ritmo. 'The Neighbourhood' es un disco en el que intentamos volver a empezar. 'The Neighbourhood' no es algo físico, es más un estado mental, parar y empezar, reorganizar de nuevo tus ideas. En este disco queríamos volver a nuestra casa y volver a empezar, pero con toda esa experiencia acumulada, todo lo que nos ha ayudado o todo los que nos ha jodido”. El sonido, conseguidísimo.

Pasemos ahora al otro lado de la banda (o sigamos en el mismo con otro nombre, si damos por bueno que lo personal también es político). “Desde que empezamos creímos en el grupo como una vía de expresión, de dar nuestra opinión sobre la sociedad en la que vivimos. Lucha o no, simplemente damos nuestra opinión como también tenemos los oídos y la mente abierta a otras formas de opinar, de ver la vida. No estamos aquí para convencer a nadie, ni ideológicamente, ni musicalmente. Si a la gente le gusta lo que hacemos genial, si no les gusta, pues genial también... Lo mejor es no crear indiferencia. Ser un grupo con una mente abierta nos ha ayudado mucho tanto a la hora de componer música, como de viajar y entender diferentes realidades en diferentes partes del mundo. Creo que todo eso te enriquece tanto a nivel personal como musical”. De obligada lectura es el texto escrito por Servando Rocha que acompaña a las canciones del disco del que hablamos. “Ha hecho un gran trabajo con su escrito. Espero que la gente que compre el disco le preste la atención debida. No todo es la música. Si hay algo que llevo persiguiendo desde el principio con el grupo es intentar que la gente, esté de acuerdo o no con lo que decimos o pensamos, piense por sí misma, que tenga la capacidad de poder elegir lo que más les conviene por ellos mismos, que no se dejen influenciar, por nada ni por nadie”. La actual cultura del simulacro no admite reformas, exige ser derribada. “Bueno, alguna vez nos han considerado terroristas de ultra izquierda, pero no creo que lleguemos a tanto. Tan sólo intentamos hacer música. Como ya he dicho soy muy fan de las cosas que se escriben desde el colectivo La Felguera, de una manera u otra han conseguido influenciarme bastante y te podría hablar de textos situacionistas u otras vertientes ideológicas del siglo XX, libros de contracultura americana (hippies, yippies, motherfuckers, black/white panthers, grupos terroristas de los años setenta y ochenta)”. Es también necesario no caer en la nostalgia paralizadora, en una especie de revisionismo personal -y musical, claro- que aborte cómo se perciben discazos como éste hoy o que se puedan llegar a hacer mañana. “Estamos contentos con la época en la que nos ha tocado vivir, no se puede hacer nada contra eso. Obviamente sabemos que las cosas no están muy bien, pero cada uno intenta combatir su realidad de la mejor manera que sabe. Quizá si viviéramos en otra época no estaríamos haciendo esta música o tan siquiera tocando, es cierto que nuestro estilo no es original, pero tampoco buscamos ser originales, para eso ya hay otros grupos. Seguimos siendo fieles a nuestras ideas, a la música que siempre nos ha gustado. Muchas veces nos preguntan por el idioma, ahora más que nunca que hay un cambio de tendencias musicales hacia el castellano, pero seguimos creyendo en lo que hacemos, si no fuera así quizá dejaríamos de tocar, nos estaríamos engañando a nosotros mismos por algo que no sabría qué es”, dice RJ, sabiendo que por ahí va una de las confesas madres del cordero –sólo a veces lobo- de la revolución pendiente. Nacho P.L.

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