"He llegado más a lo que imaginaba"
Entrevistas / Silvia Pérez Cruz

"He llegado más a lo que imaginaba"

David Pérez — 06-06-2023
Fotografía — Archivo

Muy pocos artistas dan tanto (todo) en cada entrega. Silvia Pérez Cruz, pura luz y faro desde hace más de una década para toda una generación de artistas, regresa conToda la vida, un día (23). Viaje sonoro del que saldrás distinto, con una riqueza emocional abrumadora, un trayecto que rezuma belleza y desgarradora sinceridad a corazón abierto.

Para que sea más especial si cabe y casi cinematográfica esta entrevista, Silvia nos contesta en movimiento, viendo pasar los paisajes, la vida, por la ventana de su vagón de tren. Allá vamos.

Pocos trabajos se me vienen a la cabeza más ambiciosos, bellos y generosos que “Toda la vida, un día”. Un viaje en el que recorres cada fase vital, únicas e imprescindibles, principios y finales unidos por una nueva etapa y renacer. Toda la vida, un ciclo circular completo que termina y comienza una y otra vez, 69 minutos ordenados en 21 canciones, divididas en 5 movimientos, frutos de cada etapa vivida, con sonoridades, gustos, olores, texturas y colores distintos, cada cual con su luz, búsqueda y aventura personal. Una sentida reivindicación de la belleza y riqueza de cada momento que nos toca vivir, de la infancia a la vejez, pasando por la efervescencia de la juventud, la madurez y la edad adulta. ¿Cómo nace la idea y estructura del trabajo?
La idea y la estructura del trabajo me cuesta recordarla de una manera clara, porque son procesos que tienen muchos caminos en paralelo, muchas ideas, y hay momentos que se cruzan. Por un lado, hay una semilla importante, que es el poema de William Carlos Williams, a esa semilla me agarro y sé que me va a guiar en el proyecto en el que empiezo a componer “Toda la vida, un día”. Luego hay un momento donde pienso que serán varios discos, porque me siento muy creativa, y pienso que igual tiene que ser, pues por ejemplo, el primer movimiento, tendría que haber sido un disco para los amigos, para los cumpleaños de cada amigo, como un diario por fechas; o el segundo movimiento podía haber sido un posible disco como de haikus, poemas pequeños musicados… Pero, de repente, me llega una idea y lo ordena todo. Ese momento de lucidez, hace un año y medio, en la mitad del proceso, me invitan a cantar a Uruguay, donde conozco a Liliana Herrero y Maria Gadú, dos mujeres que me marcan la vida, muy fuertes. Yo llego ahí con dos canciones de regalo, no se las enseño, pero cuando acabó ese encuentro, decido escuchar esas canciones, ver lo que me había salido de manera intuitiva y acabarlas de terminar. Entonces, creo que compongo el estribillo para Liliana, donde aparece la frase “toda la vida, un día, un día, una eternidad”, y ahí entiendo que lo que estoy construyendo es una vida entera, que yo me siento en la mitad, si todo va bien, en los cuarenta, como si fuera un faro que me permite ver la infancia y la juventud, a la misma distancia que la vejez. Eso me abre muchas puertas y me da una idea donde cabe todo lo que estoy creando de manera natural, y me ayuda a ordenar lo que me falta, todo lo que me falta por componer, que sería el cuarto movimiento y partes del quinto, todos los arreglos del segundo movimiento… Me da mucho espacio a nivel de arreglos, de letras, de sonoridad. Y la idea de los movimientos, tengo la sensación que es previa, eso me sorprende… creo que yo tengo la idea de los movimientos antes de irme a Uruguay, antes de saber que hablo de toda una vida, ya quiero ordenar los movimientos. Por eso tienen los nombres de la flor, de la inmensidad… entiendo que quiero explicarlo, voy viendo que tengo mucho material, porque ya tengo mucho en ese momento y entiendo que sería una buena idea explicarlo por movimientos. Tengo un poco de dudas en el orden de las cosas, en este caso, porque son muchas libretas escritas, muchas anotaciones, entonces tengo la duda de los órdenes…

“Es muy fácil perderse en la inmensidad, en la tristeza, en el miedo… pero, cuando vas ordenando esa inmensidad flor a flor, todo toma sentido”

¿Crees qué es la obra en la que más te has vaciado artísticamente?
Creo que me he vaciado muchísimo, pero también creo que siempre intento hacerlo, porque tengo una entrega absoluta a nivel creativo, y paro cuando ya no tengo más que decir. Pero, pienso que sí que hay… creo que he llegado a una idea donde todo está más ordenado y puedo realizarme más libremente en todos los niveles, creo que hay una madurez muy fuerte a nivel de letras, un cambio respecto a mis otras canciones, pero porque, por ejemplo, “11 de Novembre” (12) la escribí desde la verdad, porque tenía un sentimiento muy puro, muy real sobre la muerte de mi padre, y entonces me atreví a escribir sin saber de formas. Luego vuelvo a escribir en “Domus” (16), que lo escribo para sentimientos de otros personajes, donde se mezclan los demás conmigo; y en “Farsa” (20) también estoy escribiendo, trabajando con otros artistas, entonces creo que, todo este trabajo de estos diez años que llevo aquí, como que ya tengo más idea de la forma, aunque sea sólo por lo que he cantado en mi vida, canciones de otros, poemas de ellos que te inspiran también… Ahí hay un cambio grande, también en el tiempo de las cosas, lo he grabado con mucho tiempo, por fases, empecé en enero del 2022, el primer movimiento que lo tenía muy claro… Luego fui a Argentina y grabé con los argentinos, “Ayuda” y “Toda la vida un día”; luego fui a Madrid a grabar con Pepe y con Carmen Linares en un comedor; luego grabé el coro en junio; luego grabé cuerdas y vientos… En septiembre-octubre fui a Cuba, a México… Hay mucho tiempo, haciendo y descansando. Entonces, pienso que la entrega es la misma de siempre, pero hay un aprendizaje y más recursos para expresarlo, tanto a nivel de letras, como melodía, arreglos y producción. Creo que he llegado más a lo que imaginaba, aunque siempre sientes que hay tanto por aprender…

La seguridad, calma y armonía de la infancia en el círculo amarillo (cuatro primeras canciones) y primer movimiento. Canciones compuestas durante el confinamiento (cuatro primeras) como regalos de cumpleaños para buenos amigos. ¿Cómo nacieron tantas flores de colores y tanta belleza en una época tan gris y trágica? ¿El poder sanador del arte?
Estas flores nacieron porque tengo gente muy bella a mi alrededor, y son canciones para ellos, hablando de ellos, es verdad que estoy en un momento que igual, empiezo de una manera muy consciente en el confinamiento, y estoy en un momento donde quiero cuidarme mucho, cuidar a las personas que quiero, que me hacen bien. Y es verdad que el poder sanador del arte es espectacular, cuando estábamos en esos meses en casa con mi hija y la veía dibujar, cantar, disfrazarnos… pensaba: Qué suerte tenemos de haber trabajado tanto la expresión artísticas, era lo que hacíamos, y le daba mucho sentido al tiempo, se convertía en cosas reales, en canciones, en dibujos, en vídeos de personajes… Y ahí fui muy consciente del poder salvador y sanador del arte. Luego, esta manera de componer, me acuerdo de que me entrevistaban durante el confinamiento y me decían: ¿estás componiendo? Y yo dije: No. Y luego pensé, ay, sí, sí, si llevo cuatro canciones, pero es como si no fuera… no lo relacionara con el verbo “componer”, como si tenía mucho más que ver con el amor y la amistad, que con componer, pero lo tenía tan naturalizado, que no me salió decirlo en la pregunta, pero compuse las canciones del primer movimiento y algunas que se han quedado fuera, porque no encajaban con el discurso o recalcaban demasiado algo que creía que ya lo estaba contando y quería dejar espacio para contar más emociones.

El segundo movimiento (de los 20 años a los 40) es para el círculo azul (cinco canciones) y la inmensidad, la aventura y metamorfosis constante de la juventud. La fase más experimental, con texturas y efectos, recuperando el saxo, jugando y arriesgando, entre poetas y flamencos. “Aterrados / buscan una flor familiar donde guarecerse, / y les asusta / la inmensidad del campo”. Explícanos, por favor, la importancia central en el disco del poema omnipresente de William Carlos Williams, de las flores y de las personas queridas.
Sí, es el movimiento de la búsqueda, de irse del centro, de experimentar… Pues el poema de Carlos Williams es esencial, realmente, es verdad que el concepto que lo ordena todo es la vida entera, pero la primera célula de este disco sería este poema. Cuando terminó el confinamiento me preguntaban, qué sensaciones había tenido y, charlando con Pablo Messiez y Elena Córdoba, con estas dos personas maravillosas, dramaturgo y coreógrafa, Amigos de mi alma, estábamos trabajando en la creación de “Género imposible”, del espectáculo escénico, de la versión escénica de mi disco “Farsa” (20), y entonces yo les conté mis sentimientos… Yo vivo en la montaña, y veía las montañas y hubo momentos que pensé que sí lo que estamos viviendo era consecuencia de cómo estabamos tratando a la naturaleza, pues no teníamos mucho que hacer… y me abrumaba, me abrumaba el paisaje, pero llegó la primavera y empezó a florecer, iba viendo nacer las flores, y mi madre siempre me ha regalado flores, y entendí que: la manera de sobrevivir era ordenar la inmensidad flor a flor, que es muy fácil perderse en la inmensidad, en la tristeza, en la pobreza, en el miedo… pero, que cuando vas ordenando esa inmensidad flor a flor, todo toma sentido. Al contar esto, Elena Córdoba me dijo, existe este poema, y pensé, por favor, pero si es lo que estoy sintiendo. Entonces ese poema ya me ayudó en ese espectáculo, y dije, ya me lo quedo. Me gusta que ese sea el punto de conexión entre el disco anterior y este, ese puente, como que vamos aprendiendo constantemente, como si los discos fueran en realidad todos una misma película, capítulos… Y ese poema me ayudó luego también a darle nombre a los movimientos: “la infancia” la titulé “la flor”, porque entiendo que ya nacemos con lo mejor, nuestros padres intentan darnos lo mejor; en “la juventud” dice “la inmensidad”, porque uno quiere salir de ese confort y se pierde a gusto, en el no saber; a “la madurez” le digo “mi jardín”, porque entiendo que ya uno empieza a elegir sus flores, las personas, los momentos y las cosas que le hacen bien, y crea su pequeño entorno, más acotado, pero más real; en “la vejez” es “el peso”, asentar lo ya sabido, con lentitud y mirada… (silencio). No digo ahora palabras, porque estaba interpretando la mirada (risas), como de frente; y “el renacimiento” como “voluntad”, de continuar después de los finales que vas viviendo en la vida, y ser consciente de que todo continúa a pesar de que nos vayamos.

"A veces parece que llegamos a un final donde no hay salida, y sólo hay que moverse un poco, desplazar un hombro, mover un ala y aparece un nuevo principio"

Siguiendo con este movimiento, que emocionante y espectacular ese tema, en parte, “homenaje” a Enrique Morente, “Salir distinto”, ¡y cómo suena a él! Ya me contaste una vez la importancia e influencia que ha tenido en ti Enrique desde que escuchaste “El pequeño vals” y cuando te regalaron “Despegando” (77) ¿cómo ha sido tener en la canción al amigo y compañero de Enrique en “Despegando” y en tantas otras aventuras, el toque de Pepe Habichuela? ¿Cómo se fragua en sí este inmenso “Salir distintos”, en el que también participan la gran Carmen Linares, que tan hermanada estaba con Enrique y, para rematar, ese fin de fiesta por bulerías con Diego Carrasco?
Bueno, bueno, esta canción es un movimiento en sí, un viaje entero. Podría haber ido en distintas partes del disco, y te explico el porqué: Podría estar en “la madurez”, porque hay una madurez en las palabras, porque hay una voluntad de cambio; podría estar en el primer movimiento, porque es una canción para cumpleaños también, para mi amigo y manager Alex Sánchez, y podría estar donde la he puesto finalmente porque creo que lo que quería remarcar más, era su modernidad y la salida… el texto me llevaba hacia el tercer movimiento y la sonoridad me acababa de describir el segundo movimiento. Es una canción… estoy muy orgullosa de ella. Como sabes, tiene muchos minutos, no sé si ocho, es como, sería la representación en canción del disco, un disco tan largo en estos tiempos que corren… pues también en la canción existe ese espacio, necesito todo este tiempo para contarlo, no puedo cortar más. Las palabras son palabras que fui escribiendo para Alex, frases que él decía, pues las volvía versos, sobre todo los estribillos, y él cita mucho a Morente, porque para él también fue una gran influencia. Entonces pensé que podía construir unos tientos. Agarro las melodías de los tientos y le subo la velocidad y luego añado otras melodías… Creo como un motivo de trance infinito y se repite con la guitarra, con el bajo… Empiezo a construir este viaje, entiendo que Morente está muy presente desde el principio y me agarro a él y a su valentía para seguir buscando. Tiene unas voluntades la letra que te van inspirando en el proceso. Bueno, me permito soñar, en este disco me he permitido pedir a músicos que admiro que si quieren colaborar… estoy más acostumbrada a que me lo pidan a mí y ahora me ha hecho feliz atreverme a pedir ayuda, a compartir estas alegrías. Pues nada, como bien dices, dos de los músicos que quizás conocieron mejor a Enrique, aparte de su familia maravillosa y genial, que creo que son Pepe y Carmen. Como te comentaba, empezamos tocando en el comedor de Pepe, y esto es un documental ya en sí, no sabes la belleza de la mirada, de la verdad de Pepe, de lo que me enseñaron casi sin hablar, su mujer y él. Una generosidad, una verdad y algo tan… no sé, Pepe siempre me saca del mundo concreto, me ubica en el sentimiento profundo y animal, y era como una niñez y vejez a su vez. Grabamos ahí cosas, pero jugamos tocando la guitarra los dos, luego llegó Carmen, y Carmen es de un corazón tan grande también, con esa voz que conecta con la tierra y el cielo… tan conectada para mí con Enrique, tan valiente y frágil a la vez. Bueno, cada vez que esta mujer canta yo me emociono, siento como si fuera un grupo de personas, me siento como un pueblo emocionado cuando la escucho. Entonces grabamos con ellos cosas, probamos libremente. Luego otro día volví y grabamos otra versión en un estudio, una versión con claqueta y una versión libre. Yo sabía que ellos eran libres, pero quería intentar una versión con claqueta. Dejé descansar esta canción meses, porque yo también medito las canciones, antes de arreglarlas y producirlas, y esta necesitaba mucho espacio. Entonces decidí mezclar, porque yo quería… podía ser una versión larga y libre o que fuera más moderna, más cercana, que empezará ya con ritmo y atrapara a la gente, como hipnotizar a la gente y, ya que se fuera rompiendo por el camino. Entonces mezclé una versión de estudio, que hice con Bori Alberó al contrabajo y yo a la guitarra acústica, que es como empieza, y bueno, la idea que me ayudó a ordenar todo esto, finalmente, fue pensarlo como una casa con habitaciones… Entonces, de repente, entras en una habitación con tiempo y en la siguiente habitación te está esperando Pepe, con toda su libertad y se rompe el tiempo; luego volvemos, seguimos caminando y vuelve el ritmo, seguimos hablando de Alex y de repente se vuelve a abrir, y así van pasando habitaciones, hasta que en el interludio me imagino… bueno, aparece la voz de Carmen, están las dos edades, la suya y la mía, hasta que llegamos a un interludio medio árabe, medio flamenco, donde salen sus voces oníricas por todos lados, y tengo la suerte de que Carles Benavent se sume con su bajo legendario y doble mi voz. Luego me imagino que entra una parte más rockera… Quería una batería, pero al final no hizo falta, yo rascaba la guitarra y los bajos, capas de bajo de Carles Benavent que se van sumando, la distorsión que viene de antes, hasta que se acaba y hay un cierre de Pepe. Aparecen Carmen y Pepe solos por primera vez, viene ya Carmen cantando a lo más morentiano y se queda a lo más morentiano moderno, y de repente nos quedamos con ellos dos, como si estuviéramos otra vez en casa, y cantan: “estamos vivos de milagro”, que es una frase que decía Morente. Luego seguimos y vuelve esa parte hipnótica, y vamos sumando capas y capas, aparecen los sintetizadores otra vez, una melodía por ahí arriba que, medio desafinada, te hace como un pequeño mareo… Aparecen, ay, de repente aparecen los últimos capítulos de la canción, esos cantos con mandolinas, entran los coristas flamencos, que son los cantaores más cercanos que tengo, que admiro con locura: Carles Dénia, Anna Colom, Pere Martínez, Laura Marchal, Albert y Marina, cuando se ponen a cantar, lo grabamos al lado de una mesa también. Y finalmente, tenía la idea de un coro… y una vez fui a Jerez, con Diego Carrasco, me invitó a cantar una canción y me dejó enamoradísima, ese arte que tiene, esa timidez y ese poderío a la vez. Yo lo conocía, porque un amigo mío de Cádiz me lo había puesto, cuando yo tenía 18 años, y me rompió los esquemas. Y pensé: ¿y si le pido a él y a su coro? Entonces les pasé el último verso y les dije, mira, me lo imagino por bulerías, sólo tenéis que decir: “Ni a la altura del betún, ni básico, tú eres un clásico”, jugando rítmicamente, y ya está ahí, un final valiente y alegre, juguetón, con mucho saber. Y es la única grabación donde yo no he podido estar presente, porque fue una idea que tuve cuando yo estaba de gira por Latinoamérica. Entonces lo grabaron y cuando yo estaba caminando por Río de Janeiro, un atardecer que no olvidaré nunca, que me crucé Ipanema entera, para terminar yendo a ver a mi amiga Maria Gadú cantar música brasileira… pues cuando estaba caminando por la arena, Alex me dice: ya tienes el final de Diego. Y cuál fue mi sorpresa cuando, dentro de esta canción, que es un regalo para Alex, hay un regalo para mí. Diego se despide de la canción, cuidándome, no sólo musicalmente, sino con sus palabras, ¿y yo qué puedo decir? Luego vino la mezcla, que fue muy difícil, pero ya sabía que tenía que ser difícil, entonces le dije la idea de “la casa” a Juan Casanovas, que es con quien mezclo, con quien grabo la mayoría de cosas… y lo de la casa también le ayudó, le dije: cada habitación puede sonar distinta. Y aquí estamos, intentando salir distintos y que las cosas nos hagan aprender.

El círculo verde y tercer movimiento (de los 40 a los 60 años), donde compartes tu jardín con otros amigos y artistas, cantando cara a cara y al desnudo: de la generosidad y humildad de pedir “Ayuda (Martín)”, junto a Juan Quintero y, en ese florecer del amor propio, de reencontrarse y cuidarse uno mismo bajo una calmada y reconfortante madurez, la también bellísima “Mi última canción triste” con Natalia Lafourcade. Háblame de ese compartir en el arte, de esa generosidad que tanto te define y cuidas
Gracias, gracias por sentirme generosa. Me encanta el arte en muchísimas formas, pero una de las más emocionantes es la de compartirlo. Yo eso lo aprendí, quizás de mi padre. Así como todo el concepto del disco tiene mucho que ver con el cómo me ha enseñado a mirar mi madre. Si en el disco anterior había trabajado con todas las artes, porque era un período en el que necesitaba aprender de los lenguajes, otros lenguajes artísticos, en este disco me propongo en práctica sobre el disco en sí, a nivel visual, los colores, los dibujos, las letras… como ese aprendizaje centrado en un objetivo, y eso lo aprendí de mi madre. Pero, con mi padre aprendí, que todo lo que no podíamos hablar, porque nos veíamos muy poquito, sinceramente, pero cuando cantábamos yo creo que se lo decía todo, cantando, y aprendí ese tipo de comunicación tan profunda, se cuenta todo, mucho más que con las palabras… y eso pasa con todos los sentimientos, dentro del arte, o sea, no sólo con las penas, también compartir las alegrías, el juego, la intención, el vértigo, eso para mí es una maravilla. Yo el escenario y el proceso creativo lo entiendo como un equipo, ya ves que con los músicos, cuando hago conciertos, yo quiero que sean ellos, no que me acompañen, nos acompañamos todos. Es muy bello lo que pasa en un escenario, por ejemplo, me ayuda a entender mejor los valores que quiero cuidar debajo del escenario. Pues nada, estas colaboraciones que nombras, imagínate la alegría, el lujo de poder charlar cantando con estas dos personas maravillosas… Les sigue un coro de italianos, que los pongo ahí porque venimos de escuchar los de Jerez, y me encanta la idea de empezar el tercer movimiento con hombres fuertes, pero cantando con voces agudas y diciendo que están aterrados, sin ningún efecto, grabándolos en Italia.

Seguimos el compartir y llegamos al círculo negro (3 canciones), el cuarto movimiento (de los 60 años hasta la muerte), piezas que huelen a madera y rezuman paz y enérgica sabiduría. De la belleza crepuscular del tema titular, “Toda la vida, un día”, junto al sentido y sobrecogedor canto de Liliana Herrero, a la emocionantísima “Em moro”, junto a Salvador Sobral. Danos unas pinceladas, por favor, de las historias e interpretaciones a corazón abierto de estas dos canciones que erizan la piel y cortan la respiración.
Este movimiento para mí es “el más movimiento”, pensado como a lo clásico, tiene la misma tonalidad y podrían, estas tres canciones que lo conforman, podrían ser una sóla. De hecho, están separadas por una respiración, pero se pueden escuchar de seguido. Como te contaba al principio, le compuse una canción a Liliana. Ella es una mujer muy potente que te cambia la vida, con un canto desgarrado y frágil a la vez, me emociona profundamente. Le hice esta canción empezando como si fuera una zamba Argentina, con la guitarra de Pedro. Estoy muy orgullosa del arreglo de guitarra que hice, así más clásico, nunca lo había hecho. Lo grabamos los tres juntos en Buenos Aires, hace un año justamente, y cuando llegué a Barcelona entendí que le quería poner un coro, eso fue muy emocionante… El 21 de junio, el día del solsticio, grabamos con el coro de 30 personas, en varias canciones del disco.
La melodía que había hecho para la guitarra, siempre pensaba que sonaba a chelo, pero me parecía que igual, sólo para una frase me parecía demasiado, pero finalmente la puse y suena al final. La canción es… no sé, tiene la vida y la muerte a partes iguales, y tiene esa lentitud que considero una de las mejores virtudes de esa etapa, la lentitud y el peso, como el paso dejando huella, sin prisa. Esa canción se transformaba en “Tots els finals del món”, todos los finales del mundo, que habla de todas esas pequeñas muertes, no sólo la de final de vida, sino de esas pequeñas muertes que vamos viviendo a lo largo de la vida, cosas que perdemos, relaciones que se acaban, parte de nosotros que se van… y ahí me inspiré en “Tous les matins du monde” de Jordi Savall. Mi idea primera era que fuera una viola de gamba, pero finalmente es un chelo y una viola barroca con cuerda de tripa, tiene un sonido… pues, a tripa. Y vamos, como si nos fuéramos ya despojando del todo y ganando en lentitud, como si el latido va bajando, y llegamos, pensé, hay que terminar sólo con voz, y tenía muchas ganas de poder cantar con mi amigo del alma Salvador Sobral, que nos queremos y admiramos tanto. Yo hice una letra, pensando en qué querría decir cuando se me muriera, de una manera generosa… La voz, su voz, la hice pensando en él, la melodía. Entonces, para mí, es una letra alegre, aunque dice “me muero”, pero explica mucho la circularidad del disco. Como dice la letra: “No sabíamos que los principios eran nacidos de los finales, las canciones son inmortales, y en este segundo de vida, donde todo parece hecho a medida, lloran partos y funerales… Ellas paren mientras se celebran funerales, las canciones son inmortales”. Eso es el final, son dos décimas también. Fue tan emocionante como se escucha, estábamos cantando Salvador y yo en el mismo micro y, en el momento que me quedo sola, nos miramos y hubo una emoción muy fuerte, supongo que de la felicidad de poder compartir música y estar ahí, a la vez de que hablábamos de la vida y de la muerte, y Salvador se emocionó. Y seguimos adelante, más lento, esperándonos, cuidándonos, por eso al final está el llanto y la risa… dudamos de si teníamos que dejarlo o no, pero nos dimos cuenta de que en realidad era un llanto bello, no era morboso, que explicaba mejor que ninguna canción un sentimiento… y acabamos riendo, eso sería la muerte, yo quería que fuera un suspiro, y de hecho acabábamos con un suspiro, pero acabamos llorando y riendo.

Es hermosísimo ese final, brutal.
Quinto movimiento y llega el renacer, del invierno a la primavera, círculo rojo (6 últimas pistas). Me encanta la riqueza sonora y espiritual de “Estrelas e raíz”, con Maru y Rita Payés sumando corazones contentos al tuyo.

Muchas gracias, que bien que te guste. Esta me costó mucho de entender como hacerla sonar. Esta canción nace de la mano de “Toda la vida, un día”, esta canción es la que le hago de regalo a Maria Gadú. Maria tiene un gran compromiso con el planeta, un amor muy universal, y tiene un gran vínculo y cuidado con los indígenas del Amazonas. Entonces, quería… había imaginado irla a cantar ahí, con ellos, pero era imposible en ese momento. Quería que hubiera ese canto colectivo, que hubiera algún canto como de la tierra, entonces es crucial el entramado de percusiones que hace Aleix, después de haber probado varias cosas, eso le da la tierra, y el hammond que toca Marco Mezquida lo lleva como a la parte más celestial, más de iglesia, es como un encuentro de culturas. Luego el canto del coro entero y las voces de Maru y Rita… a Maria le gustan también, y esa representación de las voces de la juventud, de entre 20 y 30 años. En esta canción, antes hay una intro, que me hace mucha ilusión que haya una intro al final del disco para subrayar la idea de principio, este infinito ordenado en principios y finales, ponerlo en otro sitio que no es tan evidente, al igual que pongo la nana… Eso ya he contado que es gracias a mi hija, que es muy lúcida, y cuando le conté a ella y a mi madre la idea que tenía de representar una vida entera en un disco, y que tenía una nana que quería que fuera al principio, ella después de escuchar todo lo que conté y enseñarle los dibujos y canciones, me dice: ¿y por qué no pones la nana al final? Y ahí me abrió, me iluminó, le dije: has entendido mejor que yo lo que estoy intentando explicar. Es una gran manera de explicar esa circularidad del tiempo. Entonces tenemos la intro y la nana al final. Mucho ritmo, muchas voces, es el movimiento más alegre.

Y del final, al principio de todo, con una “Món” que “espera con un ramo de flores escogidas especialmente para ti”, despidiéndose justo como comenzamos, recitando en francés y abrazándonos con puro amor maternal y futuro refugio, dándole la bienvenida al hijo futuro: “Je ne te connais pas encore mais je t’aime”. Cuéntanos como llegas a este cierre y nuevo principio.
Yo tenía claro que quería explicar también sonoramente que el disco era circular. Que no te dieras casi cuenta, que hubiera algo que uniera el final con el principio. Cuando vi que quería el recitado del “Aterrados” en francés al principio, supe que tendría que acabar con algún texto en francés. El día 21 de junio, cuando estábamos grabando con el coro de voces maravillosas que tengo la suerte de tener cerca, pues hicimos un calentamiento de la voz… Primero, antes de calentar, grabamos el final de la nana, que es muy grave, aprovechando los graves matinales, y luego quería hacer un calentamiento para que no nos doliera ir subiendo de ese grave, hacia el agudo; y lo grabamos y es una improvisación preciosa, que me pareció como un parto, además, era el solsticio de verano, que me venía perfecto, porque hay algo de las estaciones en los movimientos… Vi que lo teníamos que acabar con todo el mundo, porque este disco fue… casi siempre lo compongo en soledad, pero empezó con una soledad muy particular, que es la del confinamiento, y en ese momento era muy consciente de que todos estábamos solos, y quería “unir la soledades”, es una frase que digo también en “Nombrar es imposible”. Terminar con esa despersonificación, todos juntos y el parto, me parecía maravilloso. Y luego, pues, le volví a pedir a Jena, ella es una gran amiga, actriz francesa, preciosa, es la pareja de Salvador, y para mí es una persona tan luminosa y pensaba que, era como una bendición que pudiera abrir el disco y terminarlo, y el hecho de que estuviera embarazada ya me parecía que era el colofón y, qué mejor que, si tenemos que ir a la infancia, dar la bienvenida a los que tienen que venir… Y entonces escribimos, eso que tu ya has leído, pero la idea era: Estoy embarazada y estoy recogiendo ese ramo de flores, esas flores que he dicho que definen el primer movimiento, ese confort y decirle, aún no te conozco, pero ya te quiero y te espero con mis mejores flores… y así seguimos. Esta idea de circularidad es, bueno, una manera de vivir, por una parte, la humildad de saber que estamos aquí, pero todo seguirá, que el agua del río quiere ser salada, que los frutos se van a pudrir, que van a salir nuevas flores… igual que acaba el disco y empieza la voz del niño diciendo las estaciones… Siempre, siempre hay una nueva flor, pero también es una manera de vivir, de aprender, que a veces parece que llegamos a un final donde no hay salida, y sólo hay que moverse un poco, desplazar un hombro, mover un ala y aparece un nuevo principio.

 

 

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