"No sé cómo se hace para emocionar"
Entrevistas / Silvia Pérez Cruz

"No sé cómo se hace para emocionar"

David Bernardo — 01-03-2016
Fotografía — Archivo

Su último disco se llama “Domus” (Universal, 2016), lo presenta en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid el miércoles 3 de Marzo, apenas una semana después de su publicación,  y supone la banda sonora de la película “Cerca de tu casa”, de Eduard Cortés, película que se estrena en primavera y que cuenta con la propia Sílvia como actriz protagonista. En este álbum se ha encargado de la composición, la producción y los arreglos, en el que supone su primer trabajo desde el célebre “Granada” (Universal) de 2014, grabado junto a Raül Fernández Miró.


Sobre la paleta de Sílvia apenas faltan colores. Entre sus manos han tomado forma estilos imperecederos como el flamenco y el jazz. Pero también el fado, el folk, la habanera o el pop. La cantante de Pallafrugell acuna las canciones como nadie, llevándolas al terreno de las emociones más viscerales. Y ahí es insuperable. Se terminan los adjetivos para describir a Sílvia y las etiquetas para colgar en su música. Porque tendemos a buscar fuera el talento y las emociones que nos hacen conmover y muchas veces las tenemos tan cerca que asustan.

Hablamos con ella en una distendida charla que tiene lugar en un conocido hotel a espaldas de la Gran Vía madrileña. Habla pausado, pensando lo que quiere expresar y escuchándote atentamente. Sílvia es un reflejo de su música y en persona cautiva tanto como sobre un escenario.

¿Cómo estás, Sílvia? Nuevo disco en forma de banda sonora, no sé si ha sido un proyecto especial o si ha supuesto un reto para ti viendo que cada disco toma carices muy diferentes.
Todos los discos son especiales y responden a momentos diferentes. Siempre responden a situaciones nuevas. En este caso, yo no pensaba hacerlo. Empecé haciendo la banda sonora de una película y luego me di cuenta ahí en medio. Cuando llevaba dos años o así, pensé que esto eran canciones y que estaba dejando el alma como siempre. He hecho la letra, los arreglos… es muy mío también. Viene de un impulso externo que es nuevo para mí, pero lo he tenido que traducir y llevar a mi mundo. Al final es algo mío y pensé que cuando terminara la película me gustaría ponerme con el material y tratarlo como un disco.
Y ha sido un disco con mucha información a nivel creativo. He hablado con guionistas, actores, bailarines… hay muchas disciplinas que se han unido y que me han alimentado. Una vez hecho esto y con el agotamiento que tenía porque llevaba ya mucho tiempo, he podido afrontarlo y he producido por primera vez sola también. Es un disco en el que, como “11 de Noviembre”, dejas mucho de ti. Son muchas horas, mucho tiempo y es algo que no puedes hacer muy a menudo porque acabarías agotado. Pero es apasionante. Estoy muy contenta.

En el apartado de producción realmente lo has hecho tú todo.
Todo. Tenía a Juan Casanovas, que es el técnico que llevo en los conciertos, que tiene el estudio y quien me ponía los micros y con el que hablábamos de cómo íbamos haciendo las cosas… pero era la primera vez que producía sola, porque lo había hecho siempre a medias hasta ahora. Pero también ha sido por casualidades de la vida ¿eh?, no era una necesidad de demostrar nada, simplemente me he encontrado con ese momento y me ha apetecido. Ha sido un aprendizaje.

¿Te ves repitiendo algo así?
Cuando compongo siempre arreglo yo. Y en la producción siempre estoy. No sé si sola, porque me gusta mucho compartir, me gusta trabajar en equipo. Lo que pasa es que a mí me gusta estar en todo el proceso. Es un todo. Hay un concepto general y me gusta cuidarlo todo mucho y disfruto haciéndolo. Desde el diseño a las fotos.

“El cine me ha hecho conectar con la Sílvia más pequeña. Con una inocencia y una luz que tenía un poco apagada”.

Ahora que mencionas las fotos, incluso la portada parece tener un significado simbólico .
Me quería separar de la película, ya que tiene una estética y un título, y yo quería pensarlo desde mí, por eso tenía muy claro la simbología de la casa. Quería que saliera una casa, no quería salir yo. Me hubiera gustado la portada del libreto o la que aparece detrás, que es una casa. Pero al final por cosas habladas en equipo me dijeron que era mejor que saliera yo, por eso estoy un poco mirando para un lado.
Yo estoy muy conectada a la tierra, pero en realidad fue mucho más simple. Yo fui con mi hermana a Portugal y le dije al chico que me hacía las fotografías que aquí había unas casas brutales y vino en veinticuatro horas y empezamos a buscar casas por los campos, que fuera una casa separada… Pero lo importante de la portada es el perfil de la casa. Como si estuviera dibujada. Por eso le llamo “Domus” que es casa en latín, porque creo que la casa no es un edificio y unas paredes, sino que es uno mismo. Es donde sueñas, amas, comes… Que te quiten la casa es que te quiten un poco tu existencia también.

No hemos visto la película, aunque realmente has aportado una banda sonora muy potente y significativa para la historia. Pero, ¿qué te ha aportado o te ha devuelto el cine?
Primero, yo llegué allí muy frágil, en un momento en que no estaba muy fuerte. Pero el hecho de estar en un ámbito que no era el mío, de no conocer nada, me hizo conectar con la Sílvia más pequeña, como cuando yo era chica. Me conectó con una inocencia y con una luz, que la tenía un poco apagada, y me encantó reencontrarme conmigo.
Luego al hacer cantar a los actores, me encantó ver cómo lo hacían, cómo lo trabajaban desde la humildad y la verdad. Y pensé “mira, esto es lo que yo tendré que hacer ahí”. Yo no sé, no soy actriz, pero humildemente, confiando en el equipo y con lo que yo he aprendido mediante la música… pues algo pasará ¿no? Sobre todo con humildad y confianza.
Luego vi las diferencias y similitudes, porque el actuar y el cantar sí que comparten cosas. Está la palabra, la emoción, el silencio, el saber escuchar…

Los silencios de hecho siempre han sido muy importantes en tu manera de entender la música.
El silencio me dio la clave de cómo inspirarme. Yo pensaba que compartíamos muchas cosas, pero lo esencial, es la música. Yo me conecto cuando suena la música. Es como que me transporta. Pero entonces, ¿cómo lo hago yo si no hay música y sólo palabras? ¿Cómo lo distingo de la realidad? ¿Dónde está la magia? Y fue cuando decían “¡acción!”. Hay un momento que piden silencio, y es un silencio colectivo que tiene mucha magia, mucha música. Y eso me colocaba en otra dimensión. Creo que lo que mejor he hecho en esta película son los silencios.

Hay colaboraciones en el disco, como las de Lluís Omar, Pepo Blasco, e incluso tu madre y tu hija que cantan en “Verde”, que le aportan mucha personalidad y humanidad al álbum.
Estaban encantados. No fue difícil convencerles. Además son amigos y confiaban también mucho en mi. No fue nada difícil trabajar con ellos. Yo tenía muy claro en la película que quería una canción que fueran todos hombres, que tuviera sonoridad, que fuera masculina, grave. Y tenía que buscar una unión entre la historia de todos los personajes, porque están en momentos diferentes en la película. Y al final fue la soledad y la fragilidad de cada uno y esto de decir, todos somos hijos de una madre. Y le dan humanidad porque yo les decía que no quería que fueran actores de musical, no quería cantantes. Lo que me interesa es precisamente la fragilidad de cuando uno mismo canta. Creo que tiene más fuerza. Si ahora nos ponemos a cantar todos a tope, te cargas el mensaje de la película y no tiene sentido. Creo que fue un acierto que fueran ellos porque además tienen voces muy bonitas y esta fragilidad como dices tiene humanidad y traspasa. No hace falta que sean grandes cantantes sino que tengan verdad.

Hay una cosa muy bonita que has comentado en alguna ocasión, y es que la música no pide permiso para entrar.
Sí, que creo que la música tiene un poder muy fuerte. Puede curar, te puede hacer sentir feliz, te puede incomodar, te puede hacer llorar, puede hacer olvidar que te duele algo, te puede hacer sentir libre… Tiene mucha magia, te puede conectar contigo mismo en mi caso. Tiene mucha fuerza, y aunque tú no quieras te afecta. Y aunque en este disco hable de emociones universales, porque lo que era más orgánico al final era subrayar las emociones de cada personaje, emociones universales de soledad, mentira, fracaso, sí que tenía muchas ganas de hacer el experimento de hablar de algo concreto, de ser crítica directamente. Creo que siempre soy crítica pero igual de una manera más abstracta. Siempre intento hacer una revolución emocional y hacer que el que esté delante esté vivo. Ya sea para amar, para enfadarse, para ir a votar, para lo que sea, pero que esté vivo.

Pregunto precisamente a raíz de “No hay tanto pan”
En esta canción valía la pena intentar llamar a las cosas por su nombre. Fue un ejercicio muy difícil, muy nuevo para mi. Encontrar qué palabras me sentía cómoda diciendo -no por reparo sino sonoramente-, buscar imágenes, y si te apetece y libremente te sale orgánico entonces hacerlo. Es verdad que no es lo mismo decir "te roban y te gritan" hablando que cantando. Cuando hablas te pueden responder y te pueden manipular lo que dices, pero cantando igual las palabras no te tocan pero la música te da la puñalada.

Al final la canción suena un poco como un himno.
No lo pensé así. Ahora parece que había una necesidad de que hubiera canciones así, pero en ese momento era más básico. Quería hacerlo porque creía que era una temática muy dura y que en algún momento se tenía que hacer referencia a eso. Así como “11 de Noviembre” armónicamente era más complicado, aquí era más simple. Me gustaba que fueran canciones que pudiera cantar todo el mundo, pero no tanto hasta el nivel de himno… No sé, la música no es de nadie. Es para compartir y cada uno hace lo que quiere, no soy poseedora de ello. Pero no tenía ningún objetivo especial.

Hay un tema especialmente conmovedor que es “Cerca de tu casa”. ¿Se improvisa el camino que recorre tu voz?
Esa canción la compuse cuando tenía doce años. Yo tocaba el piano y es supersimple. Hay un momento en la película que toco el piano, porque hay un piano en una casa y me dijeron que no podía tocar algo muy complicado, y pensé que tenía una canción que igual podía funcionar. Lo que me gusta de esta canción, es que cuando la hice de pequeña, yo pensaba “¿Por qué cuando estás estudiando las canciones son muy sencillas pero nunca son emocionantes? Tienes que poder componer algo que emocione un poco para el que empiece a tocar”. Y pensaba que cuando fuera mayor quería hacer un libro de canciones para que aprendan a tocar el piano los niños. Y es una canción supersimple que tiene tristeza y esperanza a la vez. Lo que hago es una melodía, y hay un momento en que lo hago sin texto, canto encima improvisando un poco… Hice versiones mucho más largas en las que improviso muchísimo pero al final las descartamos y pusimos una mucho más simple en la sí que improviso pero muy poquito.

Sílvia creo que tienes algo que cualquier músico desearía tener, y es una capacidad de transmitir, de llegar y atrapar absolutamente a la audiencia. ¿Cómo se llega a ese punto?
Yo recuerdo desde siempre notar que emocionaba, pero no sé cómo se hace para emocionar. Y me gusta mucho no saberlo. Porque así puede durar más tiempo ¿no? Porque cuando empiezas a controlar las cosas las destruyes. Pero la pista que dices puede ser la manera en la que te enfrentas a ello. No sé lo que va a emocionar a alguien, pero sí que yo me pongo en una actitud muy sincera. Me siento muy yo. Estoy hablando en serio, y en humor y está todo ahí. Yo me estoy abriendo y creo que hace un poco el efecto espejo, que si tú te abres el otro te escucha también un poco más abierto.
Y cuando es a nivel colectivo hay momentos muy bestias. Cuando es una emoción colectiva…¡uff!, es brutal. Yo lo único que puedo decir es "¿Cómo subo yo allí? Ahora cuando viene la magia…". No sé porqué, hay un poco de canal, no tienes cuerpo. Tú abres las puertas y dejas que pase el aire. Y también hay algo que un día me dijo una chica, “Oye, ¿tú cómo sabes mi pena? ¡Has cantado mi pena!”. Y yo digo que no es su pena, es la pena de todos. Yo canto lo que yo siento, pero no cuento mis penas en ese momento porque me moriría de pena yo, lloraría. Es como ir un poco más a la esencia de las cosas y los valores para entrar en conexión con el otro. Estamos todos super tapados, protegidos y solos por ahí arriba y hay un sitio en la vida en que estamos todos conectados.

“Yo canto lo que yo siento, pero no cuento mis penas porque me moriría de pena”

Es habitual ver a gente emocionarse y llorar en tus conciertos, pero ¿qué es lo que a ti te emociona hasta tal punto?
A mí en la vida me emociona cuando veo que alguien se esfuerza en algo. Cuando alguien se esfuerza con empeño en algo me emociona. Los detalles que no son necesarios, si voy a una cena y alguien ha puesto algún detalle digo "¡Ostras! ¡Qué bien!". Y me emociono pero de una manera pequeña. Pero así fuerte de morirme… ¿Pero placentero o doloroso? Bueno, emocionarte es bueno. Pero sí hay cosas que me enfadan, como la mentira, la manipulación… La mentira sobre todo.
Pero al final me emociona la gente de verdad, la gente que mira de verdad, habla de verdad… Estos pequeños momentos en que tiene un poco de sentido todo. Gente que hace las cosas de corazón y sin más. La música también me puede emocionar mucho, pero me colapsa. Si escucho algo que me afecta mucho, casi que no lo puedo aguantar.
A nivel de concierto, me emociona cuando la gente se junta. Al igual que en la película, que habla de alguien que se siente solo, culpable de lo que le ha pasado y termina juntándose con gente que le pasa lo mismo. Hay un momento en que la gente es generosa pero de verdad. Que están ayudando de verdad en una situación límite. Y eso me emociona. Y me emociona en un concierto ver gente diferente, que no irían nunca a un bar, que estén sentados y compartiendo algo, es algo que me emociona y me da esperanza.

A pesar de la crudeza del disco también encontramos esperanza y valores en muchos de los temas. ¿Crees que es importante aportar un mensaje que le llegue a quien está escuchando?
Creo que es importante pensarlo desde ti. Que tenga sentido para ti. A mi en la vida me gusta hablar de las penas, pero con esperanza. Sufrirla, reírla… Un amigo mío me decía, cantamos canciones tristes para ser felices. Es un momento de purga. Me gusta mezclar muchas actitudes. Como no son palabras, son sonidos, está todo ahí. Claro que hablo de cosas tristes, pero hay que tener esperanza. Hay un disco en el que lo veía muy claro, que es “En la imaginación” con Javier Colina, que me decía, “esto son canciones de desamor con dignidad”, y yo respondía "Vale"; me imaginaba con cincuenta años y como que ya me reía de todo lo que me había pasado. Si tienes esta doble información, el que está triste se machaca pero a la vez hay esperanza y hay que reírse un poco de todo. Yo esperanza sí. Espero no perderla. A veces se me va un poco pero la rescato.

¿Cómo llevas el tema de las etiquetas? Porque se dice canción popular pero has hecho muchos estilos distintos.
Yo entiendo que para comunicarnos tenemos que hablar de palabras, y en el periodismo las etiquetas son importantes para poder transmitir algo. Pero para mí es muy simple. Yo he estudiado y he compartido músicas diferentes y estilos diferentes. La vida me ha ido llevando por casualidad con una persona o con otra, y creo que al final he aprendido más de las personas que no de los estilos. Pero a mi manera, lo que yo veo, es que yo canto canciones y emociones, y ya está. Una canción me gusta y ya está. Es muy simple. Pero el estilo, ¿qué quiere decir? No sé. Hay casas, hay planchas y hay canciones. Luego si quieres decir qué tiene de este estilo o de otro… para mí es Sílvia cantando. ¿Cómo puede cantar canciones Sílvia si es un estilo u otro? Parece algo muy complicado y en realidad es muy simple. Al final es todo muy orgánico: ¿Me gusta esto? ¿Quieres cantarlo? Sí. Voy a componer. ¿Compongo? Es no tener prejuicios.
Lo que me pasa a mí es que he escuchado mucha música en directo pero no soy de escuchar discos. No tengo referencias de lo que está o no está de moda, en este sentido soy muy ingenua. Si yo tengo ilusión por cantar algo, ya es justificable. Me acuerdo cuando dije que quería cantar el "Pequeño vals", que me decían, “ya, pero la ha cantado todo el mundo”, y yo respondía, "Ya, ¡pero es que me da igual!, no quiero hacerlo mejor que otros, quiero cantarla y ya está".
A la hora de escoger canciones… pues la que yo sienta que pueda vivir algo y compartir algo. A la hora de componer pues sale lo que sale. Al igual que tú cuando escribes saldrá no sé, el último libro que has leído, el poeta que te gusta, cómo hablaba tu abuelo, tu madre contando chistes no sé… Sale todo ¿no?, a veces solo usas una parte y a veces se mezclan más cosas, pero sin querer tener una imagen de nada. Es como ver qué tengo para hacer un plato, tengo estos ingredientes, a esto le va mejor esto, o esto solo, entonces con lo que tengo hago lo mejor que puedo.

Personalmente, ¿en qué punto de tu carrera te encuentras? ¿Qué proyectos tienes en la cabeza que te falten por hacer?
Proyectos por hacer, los que vengan. Hay que ir descubriéndolo. Yo voy componiendo y descubriendo gente y canciones. No tengo presión de ningún tipo de que tenga que hacer nada, cuando llega lo hago. Ahora voy componiendo. Siempre voy componiendo y cantando canciones de otros.
Estoy en un momento muy interesante. Estoy empezando una etapa nueva. Con “11 de Noviembre” empezó una etapa, y con éste empieza otra. Es como si hubiera renacido dos veces. O me hubiera muerto dos veces. O hubiera construido dos veces la casa a nivel artístico. Pero de una manera muy distinta. Ahora ya he hecho dos cosas. Tener cosas hechas te da una paz interior. He podido componer, he podido explicar mi manera de cantar de una manera libre… Eso te da tranquilidad para hacer lo que sientes. Me siento muy libre. Siento que aún tiene sentido todo.

¿Eres feliz?
Algunos momentos sí. Hay momentos que sí. Esta es la más difícil, porque la felicidad cuesta también explicar lo que es. Yo creo que hay un momento que tengo muy claro que soy feliz, por eso me gusta tanto cantar… Hay un momento que siento que vivo el presente de verdad y no pienso en nada más. Estoy en ese momento. El otro día hablaba con un surfero que me decía "Es que ese momento de la ola, ese segundo de felicidad es porque estás ahí" y yo pensaba, "Claro, es esto, por eso engancha tanto". Pues sí. Soy feliz y lo seré más (risas).

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