(Consulta las fechas de su gira al final de esta entrevista)
El histórico cartel de Nitrato de Chile, ese diseño Art Deco que en muchos pueblos nos ofrecía la disyuntiva entre pasar de largo y seguir el camino hacia alguna capital o quedarse, inspira la portada de “Revolá”, el debut en larga duración de Sanguijuelas del Guadiana. En Casas de Don Pedro (Badajoz), Juan, Carlos y Víctor han pasado mil veces por ese cruce y en cada azulejo seguro que hay un pensamiento de los que conforman ese relato generacional, único y natural, como rezaba el anuncio del famoso fertilizante, y con el que hilan sus canciones. Canciones de ida y vuelta, entre la vida en el pueblo y la aventura en la capital, entre Los Chunguitos, Estopa, Extremoduro o incluso Los Cabales –“la música que escuchaban nuestros mayores”, me advertían en la primera charla que tuve con ellos– y Daft Punk o Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, ya dentro de su contemporaneidad –“de lo que escuchamos en Internet”, me decían–. Este cúmulo de influencias, de sensaciones, de inquietudes, de dudas y desengaños o de anhelos tenía que conformar un relato en cuerpo y alma, y ahí entra en sus vidas Jorge González (Vetusta Morla) quien les abre las puertas de Infarto Producciones, su semillero de nuevos proyectos musicales, y sobre todo ordena en capítulos el disco y también la cabeza de sus autores. “Nos dimos cuenta de que las canciones se podían organizar en capítulos que correspondían a etapas de nuestra vida: desde la infancia en el pueblo hasta el regreso tras pasar por la ciudad. Agruparlas así tenía sentido y se entendía mejor”.
“Fuimos a Madrid para darnos cuenta de que lo que queríamos hacer, lo teníamos que hacer aquí”
Fue en abril de 2024 cuando descubrimos a Sanguijuelas del Guadiana en la Mum de Mérida, y nos quedamos enganchados a temas como “Pa que me llamas” o “Puñales de Plata”, piezas que finalmente se quedaron en un prólogo y no entraron en el álbum. “Se quedaron fuera porque eran más antiguas, grabadas antes de que pensáramos en este disco. Tenían otro sonido, más rabioso, más de local, y no encajaban con la historia de ‘Revolá’”. Esa historia arranca con “Jaribe”, un término definitorio de esa época seminal, una palabra que para ellos significa estar salvaje, correteando libremente por el pueblo durante los veranos de infancia. Estar jaribe. Ese léxico extremeño impregna sus letras, convirtiéndose en poesía para quienes lo escuchan sin conocer su significado. “Nos hemos apoyado mucho en palabras que suenan bien, que son sonoras. A lo mejor alguien no sabe lo que significan, pero enganchan. Esa jerga extremeña nos da identidad, y creemos que puede llegar a ser algo que adopten otros grupos de nuestra generación”. De ese primer capítulo destaca “100 AMAPOLAS”, su primer hit y en la que ese toque funk avanza un álbum sin límites estilísticos. “Para nosotros es importante que el disco no tenga barreras creativas, que se junten la rumba, el rock, el deje extremeño o andaluz, y un bombo bailable”. El segundo capítulo habla del barrunte, de ese mes de septiembre en el que todo el mundo se va del pueblo y te asaltan las dudas. Se van secando las flores, aquellas amapolas, y es hora de volver a las capitales. “Nos fuimos a Madrid para darnos cuenta de que lo que queríamos hacer lo teníamos que hacer aquí [en Extremadura]”. Y esa identidad está presente hasta en la producción del disco. El relato tenía que ser fidedigno. “Hemos tirado incluso con maquetas caseras. Algunas canciones se hicieron en verano en una casa, grabando pianos sin saber tocar del todo, entre platos sonando o gente comiendo. Queríamos que se quedara así, real. Nuestro objetivo era que el disco sonara auténtico, no como una superproducción”.
Y eso es lo que narra el cuarto capítulo y el que da nombre y sentido al álbum y al proyecto, “Revolá”. “’Revolá’ significa eso: regresar a nuestra tierra y hacer música desde ahí. Mucha gente de pueblos, o incluso de ciudades, pero con raíces en Extremadura, nos dice que se identifica con nuestras letras. Eso nos motiva porque hay pocos referentes de grupos que se queden en su tierra y hagan música desde allí. Si podemos ser un ejemplo, encantados”. De momento el guion se ha torcido para bien, y la gira “Verbena en Vena” crece y crece hasta llenar La Riviera de Madrid a nueve meses vista. Visto lo que llevan andado es normal que el setlist cambie el orden del disco y termine con “Llevadme a mi Extremadura”, de Los Cabales. “Llevadme, llevadme a mi Extremadura. Y allí dejadme en mi tierra, esparcido por los aires, para abonar la cosecha”. Que buen fertilizante para nuestra cosecha.

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