El proyecto artístico de Samantha Hudson siempre se ha colocado en una posición de lucha constante contra un sistema que exprime al ser humano y nos obliga a encajar en unos moldes que ahogan los sueños y fantasías de cualquiera. Quedamos con ella en una cafetería de Madrid para conocer todo sobre esta resaca que ha empaquetado como el lanzamiento más cerebral y personal de la artista hasta la fecha.
En “No sé quién soy” dices aquello de “Creo que estoy segura de que soy feliz”. Si hablamos del presente, ya con el disco fuera y el importante proceso que ha supuesto el álbum. ¿Cómo me dirías que te encuentras?
Tranquila y satisfecha, feliz me parece una palabra muy fuerte. Además, creo que tiene un enfoque erróneo porque parece más un estado último al que aspirar, una especie de carrera acelerada, que un estado transitorio o pasajero como cualquier emoción. Entonces creo que tendemos a decir soy, cuando deberíamos de decir estoy. Y creo que puedo afirmar que estoy feliz.
Hablabas de esa aceleración y de cara al disco también has comentado que sientes que la industria no te ha dejado un respiro. Que todo va tremendamente rápido.
Sí, al final estamos todas en lo mismo y vamos contracorriente para cumplir con las exigencias que nos ha dejado un sistema imclemente. Pero, me gustaría pensar que eso está cambiando. Creo que las nuevas generaciones, más nuevas que las mías quiero decir, si es que se puede ser más joven que Samantha Hudson. Que se puede, me consta y lo repudio ja, ja, ja. ¿Cómo vas a haber nacido en 2004? Ahora están consumiendo mucho YouTube otra vez y vídeos largos de una hora. Además, parece ser que los artistas están como de nuevo conectando con el álbum conceptual. Entonces, me gusta pensar que de alguna manera le estamos ganando el pulso. O al menos que ciertos artistas, entre los que yo me incluyo, nos hemos tomado la licencia de marcar nuestros ritmos y esperar el tiempo necesario. Yo creo que ya no tiene sentido esa cosa de la viralidad, el like, la trascendencia, sacar un single y que a la semana ya estuviera olvidado. Era un huracán que nos estaba haciendo a todos un flaco favor.
"Siempre es más fácil perseguir al 1% de la población. Por ello, quería hacer y dedicar mi música a mis muñecas"
Es que siempre hay esa obsesión de marcar una tendencia, ser alguien relevante, estar siempre ahí.
Sí, pero si fueran realistas y esas promesas se cumplieran verdaderamente comprendería el apuro y la premura. Pero, visto lo visto no sirve de nada. Porque al final estás en la cresta de la ola, eres lo más, la más innovadora, la más contemporánea, la más top… Te mastican, te escupen y se acabó el chollo. Una tiende a echarse la culpa de lo que sucede, pero al final te das cuenta de que seguramente seas una víctima de tu contexto
Además, si estás más pendiente siempre de seguir y cumplir con lo que exigen es muy difícil apostar por un proyecto que no esté contaminado. En ese caso, siento que “Música para muñecas” es como tu primer disco más consciente a la hora de contar al público algo con lo que emocionalmente estás más conectada, te veo más transparente y real.
Sí, creo que he pasado una etapa muy turbulenta con mil cosas que me han pasado en la vida. Todas esas exigencias de las que hablamos, una precariedad que aunque parece que me alejo de ella vuelve a perseguirme, porque al final yo todo lo que gano lo invierto en mi propuesta y a veces me funciona y a veces no. Y es que claro, yo no soy una rica heredera, mi madre limpia escaleras, ahora está con una baja que a saber cuánto dura. Y pienso qué me queda en el mundo, mi proyecto y entonces es en lo que he invertido voluntariamente. En él invierto todos mis recursos y mi tiempo porque quiero hacer algo que me haga sentir orgullosa. Y es que al final te sientes como sola ante un sistema y monstruo indomable, te das cuenta de que el mundo está lleno de cosas terribles. Pero bueno, también creo que lo que me ha pasado es que llevo un año en terapia hormonal ja, ja, ja. El mundo es malo y tomo estrógenos, ahí llevas el titular ja, ja, ja.
Siempre he sido muy autómata y todo lo que me ha sucedido me ha pasado muy rápido, de manera muy contundente y a lo grande. Hago un trabajo de clase y me excomulgan, primera aparición en televisión y es MasterChef Celebrity… Todo lo veía desde un prisma metódico, lógico, práctico. Pero claro, me dejaba una parte indispensable, que eran los sentimientos. Y creo que hasta el año pasado no le he dado espacio a eso, ni me he hecho ciertas preguntas que quizás me hacía falta hacerme. De alguna manera intentaba rehuir y al final te das cuenta de que un día te levantas, no has procesado nada de lo que te ha sucedido desde los 15 años, no te has concedido ningún tipo de espacio a cómo te ha hecho sentir todo y sales de una especie de disociación en la que estabas sumergida. Por eso siento que el disco es eso, si “AOVE” era la fiesta, esto es la resaca.
Yo lo que siento es que tu mente siempre ha estado colocada más en defender causas que querías defender, dar visibilidad, generar discursos que considerabas necesarios… Pero no tanto en hablar de ti misma o pensar en ti misma.
Sí, creo eso mismo también se ha visto reflejado en la música. Es verdad que hago mucho uso de la primera persona, pero siempre han sido causas que me tocaban de cerca, de las que me siento partícipe, forman parte de toda mi idiosincrasia y espero seguir defendiendo a diestro y siniestro siempre que pueda tratando de ser lo más crítica posible. Pero, creo que por primera vez he hecho discursos que hablan de cómo yo vivo eso con sus luces y sus sombras. Todas las esperanzas que a veces se ponen sobre mí, el miedo a defraudar a la gente, las ilusiones que yo haya podido volcar en la vida que he perseguido en Madrid y el desconsuelo que te encuentras por el camino. Creo que me ha quedado un álbum que para mí ha sido muy terapéutico y pienso que, aún siendo muy personal, también es universal porque habla de una persona disidente persiguiendo sus fantasías y sueños en una gran ciudad.
"La electrónica ha sido para mí un refugio muy grande, es un lenguaje que he aprendido a hablar y me representa"
Háblame un poco de la apuesta de seguir explorando la música electrónica para contar tus historias. De recurrir al hard techno, a la música disco…
La verdad es que he encontrado un refugio muy grande en la electrónica tanto dentro de la música como fuera de ella a nivel de espectadora. Yo antes habitaba la noche más pellejera, las Melodys, las Chenoas, el antro de gays, el pop viejuno, una mezcla mal hecha… Y eso es fantástico, de hecho estoy súper contenta de que hayamos llevado una parte fundamental de nuestra vida a Eurovisión a que represente a España. Porque, es verdad, hemos llevado Chueca a Eurovisión. Pero, en los últimos años he habitado otra escena que me ha brindado muchas otras amistades y de las que más he valorado jamás. Además, es un espacio seguro donde yo me he descubierto y exploro muchos aspectos de mi identidad, género y muchísimas otras cuestiones. Todas mis amigas las trans, las muñecas, las muñecas precarias, las que tienen un interés artístico, las que son súper creativas y se sienten igual de vapuleadas por una ciudad que les prometía todo y les ha dado solo el 1%. La electrónica ha sido para mí un refugio muy grande, es un lenguaje que he aprendido a hablar y me representa. Me encanta mezclar letras, con un punto existencialista, con bases que te ponen a bailar y con las que generan un choque, un contraste que represente mi vida.
Y hablando de contrastes, llega el cierre del álbum con “Algo muy raro” llevándote a un lugar totalmente diferente.
Sí, esa canción iba a ser como un unreleased que iba a sacar de otra forma diferente, como single o bonus. Pero, de repente me di cuenta de que era el cierre perfecto para terminar el álbum con coherencia. Arranco “Música para muñecas” con una “Liturgia” electrónica, anticrista, satánica, blasfema… Acompañada de Zahara, que además ha sido una artista muy perseguida también por instituciones eclesiásticas. Y luego cierro todo con una homelía más comedida, una especie de canción de monaguillo, un punto nana, infantil, con organillo, estructura simple. Me gustó la verdad comenzar con la “Liturgia” que me define ahora y cerrar con la que representa mi infancia. También es un mensaje de reconciliación con la niña interior que es un poco el germen del que brotó todo esto. Yo venía de una fe que cultivé yo misma en la que me prometía muchas cosas hasta que me sentí despedida de todo eso. Y es hablar también de cómo es ser una muñequita pequeña, una niña trans con una infancia llena de miedo que busca encontrar una respuesta a una pregunta que no sabe cuál es.
Qué importante también es, en el contexto que estamos atravesando ahora, hablar de ti misma, contar lo que sientes, manifiestas… Estás visibilizando a la comunidad y luchando por tu causa.
Desde luego, yo quería crear algo desde el corazón para la comunidad que me ha dado todo. Yo he sido muy echada para adelante y cuando me he visto jodida, en situaciones extremas y sobreviviendo siempre he pensado que lo que tenía y me ayudaba a salir de ello era un ángel de la guarda. Y claro, en realidad pensar así era como borrar todo el entramado de cuidados que me ha acompañado toda mi vida, la familia que siempre ha estado ahí, mis amigas, la gente que me ha apoyado cuando irrumpí en la escena. Gente que comprendía mi dolor, que yo no estaba haciendo nada malo. Todas juntas nos dimos cuenta de que esto no tenía apenas que ver con nosotras sino que respondía a una sensación de inseguridad, miedo, ignorancia, a una malicia muy visceral que te sitúa como objetivo a abatir por el hecho de seguir conservando los mismos privilegios.
Siempre es más fácil perseguir al 1% de la población. Por ello, quería hacer y dedicar mi música a mis muñecas. ¿Sabes que pasa? La gente vive en un contexto de mucha inseguridad, dirige su fuerza y su poder a lo más accesible. Y eso muchas veces está empujado por una manipulación en la que te convencen en la que la respuesta a todos tus problemas es acabar con este colectivo.
Háblame un poco de “Disforia” y de esa narrativa contundente en la que lanzas frases como “El concepto de sexo biológico es un veneno que me mata por dentro”.
Siempre he sido muy explícita en todas mis letras, pero esta quizás es la que más poesía tiene en cierta manera. Está situada en mitad del álbum como vértice que le da sentido al disco al completo y es lo más definitorio de hacia dónde quería dirigir la rabia y todas las emociones que plasmo en este trabajo. Hablo de la disforia, que es un sentimiento muy personal, pero aquí el dedo que señala apunta a los demás. Esta disforia es un canto, pero no desde la autocompasión o desde el sufrimiento propio. Es más bien un canto de ira y de rabia, de gritarle al mundo que si yo soy lo que soy y sufro lo que sufro es porque existe todo un sistema que pretende hacerme encajar en unos moldes muy definidos que son imposibles para el ser humano.
La disforia es su responsabilidad. El enfoque es así porque no me salía hablar del dolor que sufro yo en mi cuerpo porque honestamente creo que no lo padezco. Evidentemente tengo complejos como todas, pero más allá de eso ni me genera rechazo mi pene, ni me genera rechazo mi pecho… Siempre he sentido como mucho respeto por mí misma en cada etapa tanto vital como profesional. Mi transición ha sido muy orgánica y progresiva. Disfrutando de cada etapa que me correspondía y con la que estaba satisfecha. Por eso, al hablar de disforia los que se tienen que mirar son ellos. Si yo me visto con toda esta parafernalia o uso este vocabulario no es porque me sienta de esta manera, es un atuendo que empleo para enseñarles que si no existiera un hombre o una mujer como categoría perfectamente delimitada yo no me vería en la necesidad de autodenominarme nada. Las violencias consecuencia del género es algo que nos atraviesa a toda la humanidad.
¿Y cómo llevas todo esto al tour?
Pues dos años casi llevo en esto y hasta las dos semanas antes no terminas de pulir todo. Por eso, siento que la gira irá evolucionando a lo largo de su trayectoria. También, como te decía, he destinado tantos recursos, me he gastado tanto en lo visual, videoclips… Que el tour tuve que llevármelo a mi minimalismo, a mis pinchos y mis bolas chinas saliendo del coño ja, ja, ja. Y te diré de todas formas que lo mejor de cada concierto siempre será la energía del público y disfrutar de la comunión que se genera.

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