“'50town' es mi manera de abrazar los 50 con humor, ternura y rock”
EntrevistasRubén Pozo

“'50town' es mi manera de abrazar los 50 con humor, ternura y rock”

Eduardo Izquierdo — 06-11-2025
Fotografía — Archivo

Acaba de cumplir cincuenta años y Rubén Pozo celebra la ocasión lanzando "50town", un disco que convierte eso de ser “cincuentón” en un lugar inexistente donde la madurez se transforma en creatividad pura.

Rubén afronta esta etapa de la vida con humor, lucidez y mucha energía rock, en un trabajo breve (apenas 30 minutos), urgente y lleno de vitalidad. Producido por Ricky Falkner y grabado en Casa Murada (Tarragona), el álbum reúne solo diez canciones pensadas y tocadas en directo, buscando captar las sensaciones de los momentos únicos. Le acompañan Loza a la batería, Sergio Valdehita en teclados, Falkner al bajo y coros, y las colaboraciones de Angie Sánchez y su propio hijo Leo.

Al final, "50town" sigue siendo rock en castellano, la casa de Rubén, que no su zona de confort. Porque aquí hay canciones intensas y eléctricas donde un riff marca el contenido, pero también momentos más tranquilos, y relajados. En las letras, Rubén habla de llegar a los cincuenta y de cómo se ha enfrentado a ello, ¿crisis?¿autenticidad?¿humor?¿melancolía?¿esperanza?. Intentando que el oyente sepa quién es el Rubén pozo de cincuenta años con apenas treinta minutos de escucha. Que “vale”, nos dice. “Todos escuchamos música de artistas del pasado y mola mucho. Son tus canciones favoritas, pero ¿no cabría al menos una canción más que nos mole hecha actualmente con la que te identifiques?”

"El humor es como la sal en la cocina: necesario, pero en su justa medida"

"50Town" juega con la palabra “cincuentón”, pero convertido en un lugar imaginario. ¿Cómo se te ocurrió darle la vuelta a esa etiqueta de la edad y convertirla en territorio creativo?
La palabra “cincuenta” me dio miedo al principio, pero también me hizo gracia. Pensé en la ciudad de los 50 como una tontería que terminó siendo una canción. Me saqué la crisis de los 50 escribiendo sobre ella. Hay quien se compra un Lamborghini y se va con una rubia recauchutada…A mí no me gustan ninguna de las dos cosas. Yo hice una canción. Más barato y más satisfactorio.

Has dicho que este disco es breve, directo y vitalista. ¿Qué buscabas con esa inmediatez y esa duración ajustada de apenas media hora?

Ricky Falkner me dijo que él trabaja con discos de 10 canciones. Yo tenía 40 escritas, seleccioné 12, pero me gustó la idea de resumir. En estos tiempos, la gente escucha media canción… pero los seguidores escuchan el disco entero. Media hora es un trayecto en coche, de casa al curro. Y, además, nunca he metido una canción de relleno en un disco.

Hablando de Ricky, lo grabaste casi en directo en Casa Murada, con él a la producción y músicos de primera fila. ¿Qué aportó esta forma de trabajar al resultado final?
Fue una experiencia increíble. Ricky es un genio musical y humano. Grabamos en seis días, todos juntos, en directo. La convivencia fue genial: Ricky incluso nos cocinaba por las noches. Fue muy entrañable y cómodo. Me enamoré de él, la verdad.

Yendo a las canciones, “El puto amo” suena rabioso e irónico, con un punto casi rapero. ¿Cómo surge esa vena tan descarada?
Siempre quise hacer una canción en clave de rock con actitud rapera. Me puse a escribir como si fuera el puto amo durante una hora, y salió sola. Luego volví a ser el tipo humilde e inseguro que soy, pero esa hora me sentó muy bien. Ricky dijo que encajaba perfecto en el disco.

“La última canción” nace de un comentario cruel en redes y termina siendo un renacimiento. ¿Cómo fue ese proceso de transformar un golpe en inspiración?

Alguien me escribió “deja de hacer música, déja de hacerte daño”, y me pareció una frase buenísima, aunque me tocó mucho también, no lo voy a negar. Empecé una canción con eso, la olvidé, y luego la recuperé justo cuando faltaba una para completar el disco. La tocamos en casa de Ricky y fue mágico. El estribillo dice “déjalo rodar”, y me ayudó a soltar el disco, como tantas otras cosas en la vida.

No renuncias al humor ni a la mirada crítica. ¿Son tus armas para enfrentarte a la madurez?

Totalmente. El humor es como la sal en la cocina: necesario, pero en su justa medida. Me gusta mezclarlo con ternura y optimismo. En "50town" hay humor, pero también ramalazos de ternura y cosas que digo en serio. No hay que tomarse demasiado en serio a uno mismo, porque si no lo pasas muy mal.

Se acaba de estrenar el documental ¿Quién cojones son Buenas Noches Rose? ¿Qué sentiste al ver vuestra historia en pantalla?
Aluciné al ver imágenes del primer concierto en el gimnasio del instituto. No sabía que alguien había grabado eso. Fue una época muy bonita, giramos por toda España siendo colegas del instituto. Aunque no explotó del todo, tuvimos mucha suerte. Además, el documental lo han hecho dos fans como homenaje, y me parece precioso.

¿Qué queda de aquel espíritu salvaje de Buenas Noches Rose en el Rubén Pozo actual y en "50Town"?
Queda todo. Sigo enamorado de las canciones, de la música. Me sigo emocionando cuando me sale una canción que me gusta. Nunca he tenido un plan B. Si junto todos los discos que llevo hechos, en solitario o con grupos, deben ser 16 o 17. Me siento muy afortunado, la verdad.

 

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